La réplica de la obra de bronce incrustada en la esquina de San Luis y Dorrego denominada “Un lugar en el Mundo” –que celebra la convivencia en armonía entre árabes e judíos– volvió a ser colocada ayer tras de un largo tiempo luego de la fractura y el robo de un trozo de la anterior. Por la importancia simbólica que tiene, se anuncia un acto reinaugural con la presencia de las más importantes autoridades del municipio y representantes locales de las colectividades que se originaron en Medio Oriente. La novedad es que ahora se le colocaron 25 pistones que harán muy difícil que un nuevo intento de sustracción se pueda cometer con éxito.
El titular de la Dirección de Diseño e Imagen Urbana del municipio, Dante Taparelli, contó a este diario que la obra se repuso “porque hay cosas que se hacen para siempre”.
“La intención de esta intervención es sumamente importante, especialmente en un momento como este, donde hay tanta intolerancia y guerras que nunca terminan. Lo que representa esa esquina es algo muy curioso, un fenómeno de convivencia único donde árabes y judíos que se cruzaron hace muchos años y decidieron construir sus templos, sus negocios, sus restaurantes cerca y convivieron sin ningún problema”, explicó.
“Este ejemplo de convivencia pacífica que se da en Rosario nos lleva a reflexionar que los problemas no son religiosos, sino políticos y económicos, cosa que por suerte acá no se da. Esta es una ciudad multirracial donde todos conviven sin el más mínimo problema”, añadió.
El funcionario recordó que “el diseño original se respetó” y que la escultura a relieve que se hizo de nuevo sobre la calzada “es exactamente tal cual como la que diseñó el ganador del concurso”.
“Ahora se le colocaron 25 pistones del tamaño de un dedo gordo, por lo que si a alguien se le ocurre sacarla se le va a complicar mucho. En poco tiempo se volverá a inaugurar y esta vez será una ceremonia más grande que la original por todo lo que esto representa, un pensamiento de paz, de convivencia, un símbolo de hermandad”, remarcó Taparelli.
La obra fue “extraída” por partes y el lugar donde estaba emplazada terminó de quedar vacío en junio de 2013. La idea de su colocación surgió de la Dirección de Diseño e Imagen Urbana y la Oficina de Derechos Humanos –ambas dependientes de la Secretaría de Cultura y Educación local– y fue desarrollada a través de un concurso denominado “Un lugar en el Mundo”.
El diseño ganador pertenece al artista rosarino León Carpman, y reúne en un mismo conjunto las letras “bet” (segunda del alfabeto hebreo) y “ba” (segunda del alfabeto árabe), iniciales que, en los dos idiomas, dan origen a la palabra “hogar”. Así la unión de ambas grafías señala e identifica simbólicamente a este sitio como el origen común de la coexistencia y crecimiento de ambas comunidades en Rosario.
Realizado en bronce e incrustada en la intersección de San Luis y Dorrego, este sello busca constituirse en un recordatorio permanente del singular espíritu de convivencia de árabes y judíos, que ha prevalecido a lo largo de más de un siglo, en un homenaje que naturalmente se hace extensivo a la tradición multicultural de Rosario.