El distrito bonaerense de San Nicolás de los Arroyos y la comunidad religiosa se preparan para celebrar el próximo lunes el 40° aniversario de la aparición de la Virgen del Rosario, evento que reúne una multitud de devotos que peregrinan a esa ciudad para participar de distintas actividades.
Con el lema «¡Gracias Madre por entregarnos tu corazón en esta tierra bendita!» el Santuario de María del Rosario de San Nicolás recibe desde los primeros días de septiembre a miles de devotos que llegan al lugar para participar del tradicional evento de fe.
«Este año vamos a celebrar los 40 años del Santuario de María del Rosario de San Nicolás», señaló en redes sociales el obispo, monseñor Hugo Santiago.
El religioso recordó que «como siempre es una fiesta celebrar a María y celebrar en el Santuario, en el campito; es una fiesta de toda la familia de Dios y te invitamos especialmente a que no te pierdas la bendición de la Madre».
Para este sábado están previstas misas desde las 8 de la mañana, rezos del Santo Rosario antes de cada celebración y una procesión de antorchas hasta la Catedral a las 20 horas.
El domingo, las actividades comenzarán a las 18 con una catequesis Mariana y luego, a las 20, se recibirá con una misa a los peregrinos que llegarán a pie desde Buenos Aires.
Esa noche, a las 21.30, se inicia la vigilia de oración, al tiempo que se recepcionará la llegada de la imagen de San Cayetano y de San Nicolás de Bari, patrono de la ciudad y de la diócesis.
La festividad para celebrar la primera aparición de la Virgen comenzará con un saludo a María del Rosario y una misa a las 0 horas presidida por el obispo, monseñor Hugo Santiago.
Las actividades continuarán con oraciones desde las 2 a las 6 de la madrugada, confesiones desde las 8, misas entre las 6 y las 21, y una procesión, rezo del Santo Rosario y misa central a las 15.
La celebración religiosa recuerda la aparición de la Virgen, el 25 de septiembre de 1983, ante la vecina Gladys Motta quien, según se consigna en la página del Santuario, ese día «vivió una experiencia mística con la Virgen María del Rosario que cambió para siempre el rumbo de su vida y el de la comunidad religiosa en nuestro país».
En la primera oportunidad, Gladys, una mujer muy religiosa, vio iluminarse el rosario colgado en su habitación y rezó. Primero con vecinos que estaban presentes, quienes vieron el fenómeno, y luego sola. Al día siguiente, domingo 25, mientras rezaba, se le apareció la Virgen María con el Niño Jesús en brazos y un rosario. Según contó Gladys, la aparición fue silenciosa: solo hizo ademán de darle a la mujer su propio rosario.
«Vi a la Virgen por primera vez», escribió más tarde la mujer, que en ese entonces tenía 46 años. Tres días después, ocurrió la segunda aparición, exactamente igual a la anterior. Y el 5 de octubre ocurrió lo mismo.
Pero el 7 de octubre, fiesta de Nuestra Señora del Rosario, Gladys se animó a preguntarle a la aparición: «¿Qué espera de nosotros?». En ese momento, la imagen se borró y apareció la visión de un templo.
El 12 de octubre Gladys se animó a contarle acerca de las apariciones a su confesor, el padre Carlos Pérez, por entonces presbítero de la catedral de San Nicolás. Y al día siguiente, 13 de octubre, la Virgen le habló por primera vez: «Has cumplido. No tengas miedo, ven a verme; de mi mano caminarás, y muchos caminos recorrerás».
En 1983, el 27 de noviembre, día de la Medalla Milagrosa y primer día de la Novena a San Nicolás, el padre Pérez se dio cuenta de que la imagen de Nuestra Señora del Rosario, que por largo tiempo había estado en la catedral y que actualmente se encontraba en el campanario, coincidía con la descripción de Gladys.
En ese momento, se le apareció la Virgen María frente a la imagen, diciéndole: “Me tienen olvidada, pero he resurgido. Ponedme allí, porque me ves tal cual soy. No os apenéis, ya me tendrán. Quiero estar en la ribera del Paraná. Poneos firmes. Allí viste mi luz. Que no flaqueen tus fuerzas. Gloria al Altísimo Padre”.
El Padre Pérez hizo entonces reparar la imagen y colocó en sus manos y en las del Niño Jesús un nuevo rosario.
Ante la pregunta de Gladys acerca de si el templo debía ser una capilla o un santuario, la Virgen le dio una respuesta a través de las Sagradas Escrituras. Le dijo que lea Éxodo, capítulo 25, versículo 8, que dice: “Me harán un santuario y habitaré en medio de ellos”.
Una vez aprobado el proyecto del templo por parte de la Santísima Virgen, y comenzada su construcción, la imagen fue trasladada al nuevo santuario en 1989, construido gracias a numerosas donaciones, el cual recibe 1.500.000 peregrinos anuales; y San Nicolás se convirtió así en «la ciudad de María».
La Virgen hizo acuñar a Gladys una medalla con la advocación de María del Rosario de San Nicolás y, en el reverso, la Santísima Trinidad con siete estrellas. “Hija mía, el significado de las siete estrellas son siete gracias que mi Hijo Jesucristo concederá a quien la lleve sobre su pecho. Alabado sea el Señor”.
Gladys recibió más de mil ochocientos mensajes de la Virgen, desde el 13 de octubre de 1983 hasta el 11 de febrero de 1990, día del último mensaje.
El obispo de San Nicolás de aquel entonces, monseñor Domingo Castagna, lejos de tomar distancia de ese fenómeno vital que ocurría en su diócesis, lo aceptó, lo guió y lo nutrió, sin dejar de lado la prudencia ni el discernimiento. De manera ejemplar, alentó a los peregrinos que, desde el primer momento, comenzaron a afluir a San Nicolás. Las procesiones empezaron a sucederse todos los meses, los días 25, siendo siempre la más importante y numerosa el 25 de septiembre de cada año, en recuerdo del día de la primera aparición.
El sucesor de monseñor Castagna, monseñor Héctor Cardelli, realizó la inauguración total del templo, la coronación en 2009 de la imagen, la apertura de los mensajes y la declaración de sobrenaturalidad del fenómeno, en el último período de su episcopado. La gente lo recuerda como “el obispo de la Virgen María”. Con el actual obispo, monseñor Santiago, se cerró la publicación de mensajes.