El manchón de sangre, a dos metros de la última parada de la línea 103, indica el lugar donde se desplomó Nahuel Jesús Díaz, minutos después de las 20 de este lunes en San Martín al 7000. El médico policial determinó que el cuerpo del joven tenía once orificios de balas, los que no necesariamente se corresponden con la cantidad de disparos efectuados. Sí no dejan dudas de que la víctima fue ejecutada. Díaz tenía 23 años. Vecinos de barrio San Martín Sur, donde ocurrió el homicidio, dijeron que el móvil del crimen obedece a la difusa clasificación de conflictos interpersonales con otros jóvenes de la zona. Este es el tercer crimen que ocurre en esa esquina.
San Martín y Platón es uno de los sectores más postergados de la ciudad. Un perpetuo basural en torno de un contenedor es el mojón que señala la intersección entre la avenida, corredor entre Rosario y Villa Gobernador Gálvez, y la calle con nombre del filósofo griego. Por la zona pululan carreros, cirujas y trabajadores en busca del sustento diario. Hacia el oeste, ya territorio de Las Flores, despuntan las casas precarias construidas en terrenos fiscales alrededor del aún inconcluso Hospital Regional Sur.
“Acá la muerte está naturalizada; te pueden matar porque les gustó tu gorrita, tus zapatillas, porque miraste mal. Lamentablemente es así. De Nahuel te puedo decir que por lo menos no se metía con los vecinos. En el barrio se sabe quién lo mató”, apuntó una mujer desde detrás de una reja, que alrededor de las 20 de este lunes escuchó los disparos y al asomarse vio a la víctima herida.
“De noche es tierra de nadie, hace dos semanas que no arreglan el alumbrado público y este trayecto es una boca de lobo para los trabajadores. Fijate que hasta le dispararon a los colectivos”, señaló la vecina en referencia a otro episodio de la crónica policial que sacudió ese sector de San Martín Sur. El intento de asalto a un chofer de la línea 107, con disparos a la ventanilla del vehículo, prácticamente a la misma hora del homicidio, unos 500 metros al sur, ya en jurisdicción de Villa Gobernador Gálvez.
Según fuentes policiales y judiciales, Díaz vivía en cortada León al 1000, a escasos 200 metros de donde fue ejecutado. La mayoría de los vecinos estaba dentro de sus casas y escucharon disparos “en dos descargas”. El muchacho se desplomó frente a la garita del 103, donde fue reconocido por su pareja antes de que una ambulancia lo llevara al Hospital de Emergencias (Heca). Allí los médicos no hicieron más que constatar su muerte.
Una hipótesis señala que los atacantes tenían dos armas, ya que los peritos sólo hallaron 3 vainas servidas de una pistola calibre 9 milímetros. El fiscal Patricio Saldutti, en turno por la Unidad de Homicidios, delegó las medidas de rigor a la División Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal (AIC). A la falta de registros de cámaras se suma otra dificultad. La zona estaba sumida en la oscuridad por la falta de alumbrado público: una queja que los vecinos hicieron saber a la prensa.
Una esquina insegura
La noche del 8 de noviembre de 2019, Liam Flores, un nenito de cuatro años, recibió un piedrazo en la cabeza en San Martín y Platón cuando iba en moto con su papá y mamá y un grupo de asaltantes intentó robarles. El niño murió 48 horas después producto del golpe.
Murió Liam Flores, el nene que recibió un piedrazo en un intento de robo
Lucas Alan Elizondo, de 24 años, fue otra víctima de esa misma mecánica de robo. La madrugada del 30 de mayo de ese mismo año quiso esquivar a una gavilla de asaltantes que estaba apostada en esa misma intersección. Las consecuencias fueron fatales: al perder el control de la moto impactó la cabeza contra un contenedor desbordado de basura y falleció.
Murió al chocar contenedor e investigan si un piedrazo le hizo perder el control
