Santa Fe elige hoy al sucesor de Antonio Bonfatti en un final que se anticipa voto a voto que promete ser memorable. El senador socialista y dos veces intendente, Miguel Lifschitz, y el líder del PRO santafesino, Miguel Torres del Sel, encabezan los sondeos, seguidos muy de cerca por el candidato justicialista Omar Perotti. Oscar Martínez (Frente Renovador) y Octavio Crivaro (Frente de Izquierda) completan la oferta electoral.
La elección de gobernador está signada por la continuidad o el cambio, ejes centrales de la campaña de Lifschitz y Del Sel, respectivamente. Perotti busca terciar en esa disputa y también se presenta como “el cambio”, luego de ocho años de gestiones del Frente Progresista al frente de la provincia. Tal como ocurre en el plano nacional, el massismo –representado por el diputado Martínez– quedó muy lejos del pelotón que dará pelea hasta el final.
Desde 2011, cuando se produjo la sorprendente irrupción del PRO en la política santafesina, el bipartidismo quedó sepultado y ahora hay tres espacios que disputan el poder. La mayoría de los sondeos ubican al oficialismo y al PRO por encima del peronismo, pero en la etapa final de la campaña Perotti mejoró sus números al tiempo que se estancaba la figura del humorista Del Sel, criticado por igual desde el kirchnerismo y desde el socialismo.
Una campaña caliente
A lo largo de la campaña, el macrismo habló de un pacto entre socialistas y kirchneristas con el fin de perjudicar a Del Sel. Es –acaso– el único punto donde ambos espacios coinciden, por eso ambos apuntan a pedir el “voto útil” a la ciudadanía para así frenar un eventual avance de la derecha.
El acuerdo nacional entre Mauricio Macri, los radicales de Ernesto Sanz y la Coalición Cívica obligó a una trabajosa negociación, en la provincia, para preservar el Frente Progresista y minimizar la fuga de radicales hacia el PRO. Le costó al socialismo, pero finalmente selló la unidad con sus aliados y llega confiado a la parada electoral con la tropa alineada.
Casi sin estructura, el PRO hizo alianzas con sectores marginales de la UCR, dirigentes del reutemismo, algunos sindicatos –como UPCN Santa Fe– y figuras que no provienen de la política. Desde ese punto de vista, se trata de una batalla entre dos grandes aparatos –el Frente Progresista y el PJ, aún con sus disidencias internas– y una estructura emergente –el PRO– que se apoya en las figuras de sus candidatos más populares: Del Sel y Anita Martínez.
Sin posibilidades, los otros espacios políticos llegan a la elección como espectadores y posibles árbitros de la contienda. El candidato derrotado en la interna del Frente Renovador, Eduardo Buzzi, se distanció de la campaña de “Cachi” Martínez y en la última semana salió a pedir el voto para Miguel Lifschitz. El otro candidato –Crivaro– no llegó a ese extremo, pero hizo más hincapié en la elección legislativa que en su propia postulación como gobernador.
El comportamiento de los electores que quedaron sin candidato después de las primarias será decisivo, lo mismo que los votos que pueda quitarle cada uno de los principales candidatos a sus rivales. En ese sentido, Perotti salió en busca de recuperar a los peronistas que en 2011 votaron por el PRO y, en sentido inverso, Del Sel le apuntó al electorado histórico del PJ. En tanto, el Frente Progresista selló la paz interna con el objetivo de retener el caudal logrado en las primarias por el radical Mario Barletta.
Campañas diferentes
La campaña posterior a las elecciones primarias del pasado 19 de abril fue muy diferente comparada con la previa. El oficialismo santafesino reforzó presencia –con anuncios, inauguraciones y actividades culturales– en las dos principales ciudades, Santa Fe y Rosario, donde triunfó en las primarias y donde hoy espera hacer la diferencia necesaria para superar a Miguel Torres del Sel. El cómico arranca desde el primer lugar con sus 536 mil votos obtenidos en las Paso, pero no tiene nada asegurado ya que la diferencia entre frentes fue de apenas tres mil votos.