Mientras en nuestro país se viven momentos de extrema tensión política y social, responsabilidad compartida entre las políticas conservadoras del gobierno nacional y el aprovechamiento malintencionado de algunos sectores del kirchnerismo que intentan agudizar los conflictos, muchos millones de argentinos empiezan a sentir el vacío de la falta de alternativas; quienes hacemos política, tenemos la obligación de recuperar la confianza que perdimos frente a la sociedad, y construir esa alternativa que debe estar sustentada sobre tres pilares inexorables: la honestidad, la inclusión social y el respeto por las normas.
La experiencia de nueve años de gestión del Frente Progresista en la provincia de Santa Fe es y debe ser el germen de ese proceso; ya que en ese tiempo podemos mostrar resultados que demuestran que es posible gobernar con honestidad, aplicar políticas que generen desarrollo e inclusión y garantizar el funcionamiento de la institucionalidad en plenitud.
En este sentido, Santa Fe ostenta las mejores estadísticas sociales en su escala, sus gobiernos no tienen denuncias de corrupción, hemos construido en un marco de diálogo y respeto sostenido en el tiempo los mejores salarios docentes de la Argentina, existe una gran inversión en salud pública, y asumiendo las enormes dificultades que tenemos con la violencia y el narcotráfico estamos implementando políticas activas que empiezan a mostrar resultados.
Todo eso, lo hicimos en el marco de un contexto desfavorable, y soportando embates constantes del poder central durante la gestión kirchnerista, que hoy se ha convertido en una convivencia “amable” con la gestión de Cambiemos, pero que redunda en los mismos resultados: ninguna colaboración concreta ante nuestras necesidades financieras que generan las emergencias, y un grosero incumplimiento de sus obligaciones, empezando con la falta de pago del juicio que ganamos frente a la Corte Suprema de Justicia a finales de 2015, y que se habían comprometido a pagar en 180 días.
Por eso, más que nunca aparece como fundamental profundizar el camino que venimos transitando, e insistir con las ideas de transparencia, como la saludable decisión de abrir los archivos del Informe Nogueras; y sensibilidad social manifestada en el compromiso con quienes más necesitan de la presencia del Estado.
Así, en materia educativa, Santa Fe no puede seguir las reglas intransigentes que sostiene la gestión neoliberal de Mauricio Macri, quien ha elegido a los docentes como enemigos públicos. Por el contrario, podemos y debemos mantener las políticas de inversión en educación que nos caracterizaron durante estos nueve años de gestión, haciendo de esa inversión una bandera en la lucha por la inclusión, la igualdad y el desarrollo. Ahí donde los otros rinden culto a reglas economicistas rigiendo la educación, nuestra provincia debe poner la regla ética del compromiso con la educación pública entendida como derecho, y principal herramienta de desarrollo social.
Otro tanto ocurre con la política tarifaria: Tenemos una empresa pública de Energía, sobre la que venimos invirtiendo en términos históricos y de la que ya perciben enormes mejoras. Pero ante la irracional liberación de precios establecida por el Estado nacional, ya no alcanza con administrar e invertir bien; sino que tenemos la obligación de empezar a pensar cómo hacemos para amortiguar en la mayor proporción posible esos aumentos brutales concedidos en beneficio empresas privadas, que profundiza los niveles de pobreza al mismo tiempo que agravan las enormes dificultades que tienen las pequeñas y medianas empresas, generadoras de más del 60 por ciento del empleo privado.
Santa Fe se ha constituido en un modelo distinto de gestión, y aunque mantengamos todavía muchas deudas con la ciudadanía, no debemos dejar de mostrarle al resto del país lo que hemos conseguido, ni licuar las características distintivas de ese modelo en tentaciones de asimilación con los vientos ideológicos de turno, que pretenden encuadrarnos en uno u otro lado de una grieta que ya han demostrado que solo conducen al abismo.
Políticas como las de la gestión Macri fueron las que llevaron a este país a sus peores niveles de pobreza y marginación. Políticas como las del kirchnerismo han deteriorado severamente la calidad institucional del país. Y juntas, dejan un resultado penoso del que no está exenta nuestra provincia, pero que hemos amortiguado con convicciones ideológicas, invirtiendo en salud, en justicia, en cultura, en obra pública y, especialmente, en educación.
Por todo lo mencionado, es momento de redoblar la apuesta. No podemos permitir que el pragmatismo y el oportunismo hijo de las necesidades de actores internos o externos al Frente Progresista condicionen un proceso que es ejemplo y esperanza en el país. Por el contrario, debemos ser capaces de mostrar lo que hemos logrado en la provincia durante las gestiones del Frente, sin caer en la tentación de terminar siendo herramientas de las facciones del macrismo y el kirchnerismo que hoy enrarecieron el clima del país con el solo objeto de consolidar sus posiciones electorales.
Somos Santa Fe, somos la verdadera alternativa federal e inclusiva, y tenemos la obligación de cuidarla y desarrollarla.
Sabemos que molestamos y hay quienes necesitan nuestra desaparición; pero tenemos claro que no hacemos política para ellos sino para una sociedad que reclama a gritos una alternativa democrática, progresista y decente a la falsa grieta que pretende abarcarlo todo. Somos la alternativa, y debemos mostrarnos como lo que efectivamente hemos sido y somos: diferentes.
*Diputado provincial UCR-Frente Progresista
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