La provincia resiste el avance del monocultivo transgénico: la soja, estrella de la producción agraria en el país, avanzó pero ocupa en la actualidad el 17 por ciento del territorio cultivable de Santa Fe, una cifra alta que desplazó al trigo, pero lo suficientemente moderada en el contexto de los nuevos negocios rurales como para que el distrito haya sido mencionado como un ejemplo en la diversidad del uso del suelo por la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe). La extensión ocupada por el poroto es la segunda detrás de la abarcada para la ganadería. Sin embargo, desde el Ministerio de Producción santafesino apuntaron que la oleaginosa, al compás de su alta cotización en el mercado internacional, se traslada cada vez más a lugares no tradicionales para la agricultura.
“Mirando desde el sur de Santa Fe parece así pero en la perspectiva global te das cuenta que existe una diversidad importante”, confió el secretario del sistema agropecuario del ministerio de Producción de Santa Fe, Luis Contigiani. Y destacó el perfil agroalimentario de la provincia, que también cuenta con sectores de caña de azúcar, arroz y hasta miel.
Para propios y extraños el paisaje del sur de Santa Fe cambió de color desde hace 20 años: del tradicional amarillo trigo a un verde soja, el cambio de cultivo siguió los lineamientos productivos nacionales e internacionales tras la autorización del por entonces secretario de Agricultura, Felipe Solá, quien autorizó la siembra de semillas modificadas genéticamente y el uso intensivo de glifosato, el herbicida inseparable de la semilla modificada genéticamente. A pesar de ser un territorio dedicado a la ganadería, Santa Fe, otrora cultivadora de trigo, comenzó su camino con la soja. En sólo una década, la Argentina se transformó en el segundo productor de transgénicos del mundo –en particular, el aceite–, detrás de Estados Unidos y Brasil, al mismo tiempo que sus cultivos tradicionales como el maíz y el trigo comenzaron a retroceder.
La oleaginosa, que tras ser modificada resiste las inclemencias del tiempo, es parte del paisaje en Córdoba, Entre Ríos, Buenos Aires y La Pampa. Es su resistencia la que genera, según algunos especialistas, el avance a tierras antes impensadas para la agricultura de soja: Santiago del Estero, Chaco, Corrientes, Formosa, Jujuy y Salta.
En diálogo con El Ciudadano, el secretario del sistema agropecuario, Contigiani, se refirió al fenómeno en la provincia. “El avance está ligado al incremento del modelo de soja a nivel mundial y la Argentina no escapa a esto. Por tecnología (aplicada desde la semilla hasta la cosecha), precio, sistema de organización, esto facilita que se expanda el negocio. También vemos que existe una expansión del cultivo, que tradicionalmente está en el sur, hacia zonas no aptas por sus características de suelo como el departamento de 9 de Julio o la zona de San Cristóbal”, apuntó el funcionario. Según Contigiani, en perspectiva histórica hubo un avance importante desde 1995 en la que zonas no aptas para la soja cambiaron. “La imposición de nuevos cultivos represe nta un peligro al ordenamiento territorial”, acotó el funcionario. Cabe recordar que la proliferación de soja en las banquinas de las rutas nacionales y provinciales hizo que en julio del 2010 el gobierno santafesino prohibiera esta accionar.
“Mirando desde el sur de Santa Fe parece así pero en la perspectiva global te das cuenta que existe una diversidad importante”, acotó. Contigiani opinó: “Estamos muy lejos de convertirnos en una provincia de monocultivo”. Según las estadísticas del Ministerio de Producción santafesino, el poroto ocupa el 17,30 por ciento del total del suelo agropecuario de la provincia. Suma 3.250.000 hectáreas, en su mayoría sobre el sur del territorio. Es la segunda extensión en el ranking de la utilización de suelo con fines productivos, detrás del pastizaje para la ganadería, que trepa al 28 por ciento de toda la superficie de Santa Fe. “Tenemos una provincia de las más diversas en términos de cultivos. Arroz, maíz, trigo y algodón también ocupan los suelos aunque la mayoría está signada a pastizales para la ganadería, con 13 millones de hectáreas y 6 millones de cabeza de ganado”, aportó Contigiani. Según el funcionario, este perfil fue reconocido hace meses por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que la destacó como la tercera provincia en realizar estos usos detrás de Entre Ríos y La Pampa.
El arroz quiere su lugar
Sobre esta diversidad, Contigiani sostuvo que existe una importante zona arrocera en expansión que incluye las islas de San Javier, Parque Obligado y Garay, entre otros. “Son unas 50 mil hectáreas de arroz y caña de azúcar incluyendo Villa Ocampo y Las Toscas con 7 mil hectáreas en la parte de Reconquista”, agregó el secretario. En total, siempre según los datos del ministerio, hay 112 hectáreas de algodón en la provincia, y unos 2.300 apicultores con unas 450 mil colmenas. El resto es ganadería y humedales de la cuenca lechera del centro de la provincia.
“La soja parece terrible pero hay que ver que Santa Fe sólo aporta 9 millones de toneladas de granos a la Nación por año, cuando en toda la Argentina se cosechan casi 45 millones”, relativizó Contigiani. De acuerdo con el funcionario, el mayor riesgo es que la sequía aumente la expansión de la soja en detrimento de otros cultivos. “Las políticas de producción deben ser contemplativas de esto”, aludió.