Por Mateo Fabre – Télam
«Terminar la escuela nos sirve para seguir creciendo como personas», reflexionó Morena, quien a sus 40 años quita unas horas a su oficio de peluquera para ser una de las estudiantes de la primera escuela secundaria pública trans travesti del país, creada por el Gobierno santafesino para promover el derecho a la educación de esos colectivos históricamente discriminados en el sistema educativo formal.
Se trata de una Escuela de Enseñanza Media para Adultos (EEMPA) con una política pública innovadora, ideada por el Estado santafesino en conjunto con las organizaciones trans travestis para incluir a esos colectivos en la educación formal y darle continuidad a las trayectorias escolares interrumpidas.
La experiencia piloto, que comenzó en abril pasado en la ciudad de Santa Fe y ya fue replicada en Rosario y Reconquista, tomó como ejemplo al Bachillerato Popular Mocha Celis de la ciudad de Buenos Aires, creado hace 10 años y el primero en su tipo en el mundo.
«El Mocha Celis es una experiencia de gestión privada mixta exitosa que nos sirvió para empezar a pensar algo similar pero que alcance la instancia de ser una política pública en Santa Fe», contó a Télam la directora provincial de Políticas de Igualdad, Nerea Tacari.
«Hay una realidad que atraviesa a las compañeras -remarcó- Es que las trayectorias educativas secundarias se ven interrumpidas por un montón de motivos que les imposibilitan acceder al título secundario con todo lo que eso conlleva».
«A partir de esta experiencia van a tener la posibilidad concreta de terminar la secundaria. Es la primera experiencia en el país en que un Estado le da la posibilidad de terminar la secundaria al colectivo», enfatizó.
Por otra parte, remarcó: «No es una educación cualquiera, sino una cuidada, inclusiva, que tiene en cuenta todas las trayectorias personales y que brinda un título que permite pensar un proyecto de vida diferente para su futuro».
La carrera está destinada a mayores de 18, con una duración de 3 años, bajo una modalidad de cursado con alternancia (una semana presencial y otra desde la casa para resolución de trabajos prácticos), de lunes a viernes de 18 a 21, y al completarlo se extenderá el título de «bachiller», con validez nacional.
«Las clases contarán con abordajes interdisciplinarios que permitirán la inserción del alumno en el tramo que le falte, no tiene que repetir ni esperar», explicó el secretario de Educación de Santa Fe, Víctor Debloc.
«Es un EEMPA público renovado, que busca asegurar el derecho a la educación de sujetos cuyas trayectorias escolares están incompletas por obstáculos de orden social o cultural, y que estuvieron olvidados o no visibilizados por la educación pública», indicó.
En ese sentido, señaló que «no es excluyente, cualquier sujeto vinculado a la identidad que tenga está invitado a participar».
Durante la convocatoria a anotarse en Santa Fe, el EEMPA inclusivo recibió un 50 por ciento de solicitudes para cursar el primer año, las edades abarcan desde los 21 años hasta los 61 y la mayoría de los alumnos hacía más de diez años que no cursan en ninguna institución educativa, indicaron fuentes oficiales.
Desde el Espacio Cultural La Redonda en la ciudad de Santa Fe, en donde se dictan las clases del Bachillerato, Morena Vallejos, contó que se inscribió para acompañar a sus amigas y porque «siempre tuve ganas de terminar y tener mi título».
En primera persona
Morena tiene 40 años, es peluquera y se encuentra cursando cuarto año de la secundaria. «En su momento, en edad escolar, yo cursaba como gay, luego me operé las lolas y me pareció chocante volver a empezar, fue muy difícil. Después empecé a trabajar y la escuela pasó a un segundo plano», contó.
En ese sentido, consideró que «tener una escuela solo para travestis y trans genera una auto exclusión», pero valoró que exista esa institución porque «hay personas que no quieren ir a las escuelas como las conocemos hoy y siguen sufriendo discriminación».
«En la nueva escuela nos contenemos entre nosotras. A mí me hubiera gustado tener esa contención en mi época y me parece que está bueno poder tenerla ahora», remarcó.
«Los profesores son lo mas, el trato es muy bueno y las compañeras hacen que sea mucho más tranquilo todo y que estemos contenidas todas», celebró.
«Tengo 40 años y me hubiera gustado terminar antes para acceder al cupo laboral trans para ingresar al Estado, pero igual me motiva terminar para saber que yo pude hacerlo»,
«Estudiar y terminar el ciclo básico nos sirve para que podamos ser alguien, para que podamos seguir creciendo», reflexionó.
Nicolás Savoie tiene 21 años, es el alumno más joven de toda la escuela, se encuentra cursando cuarto año y carga una historia de discriminación y violencia en sus experiencias educativas anteriores.
«No quería ir a mi anterior escuela porque siento que te miran mal, no me siento cómodo y la verdad es que la pasé mal. Mis compañeros me golpeaban. Era muy jodido», relató.
En cambio, en esta experiencia nueva, Nicolás enfatizó que «desde el primer día me sentí como en mi casa, acá me escuchan, me contienen y mi palabra vale».
«Me siento más en mi lugar, no se compara con otras escuelas y ojalá que se haga en otros lados», expresó.
Luego del primer día de clases, Nicolás llegó a su casa y le dijo a su madre que por primera vez sentía ganas de volver a cursar y terminar la escuela. «Que exista un ambiente como este es muy lindo y me dan ganas de terminar de estudiar porque no pensaba volver a una escuela que discrimina y no nos tiene en cuenta».
Al ser consultado sobre sus expectativas para el futuro, enfatizó: «Para mi terminar el secundario significa poder pensar en tener un buen laburo, no estar estancado como estoy ahora».
Y al finalizar, se dirigió a todas las personas que aún tienen dudas de acercarse a la institución. «Les digo que vengan de una, no hay miradas raras, no hay nadie que te trate mal y se van a sentir re contenidos por los profesores y los compañeros».