Desde hace un lustro Santa Lucía es un terreno de violenta disputa. El homicidio de Cachón Arriola, el capo de la zona que fue asesinado a puñaladas en abril de 2010, dejó las calles sin su líder carismático y permitió que los muchachos de la villa La Palmera (caserío lindero con al barrio ubicado más allá de Circunvalación) comiencen a disputar la hegemonía en el control de los dividendos del narcotráfico. En la pelea de las barriadas de la zona oeste fueron asesinados muchos jóvenes y adolescentes y, según le contó a El Ciudadano un conocedor de la pelea, los jóvenes que seguían la figura de Cachón, aglutinados bajo el nombre de la Banda del Santa o Cachones, comenzaron a ceder terreno. “Los de La Palmera tienen banca política y están relacionados con la barra de Newell’s. De a poco les fueron ganando”, explicó.
La pelea de El Santa y La Palmera no es ningún secreto. La zona fue el escenario de recientes balaceras. En la última, el 26 de diciembre pasado, seis personas resultaron heridas en pasaje 1707 al 7700 por dos motociclistas y cuatro días más tarde el mismo domicilio fue blanco de otra agresión armada: para los investigadores, son el vuelto por una saga de recientes homicidios. También el barrio ha sido blanco de numerosos operativos policiales. El más reciente tuvo lugar la mañana del último 28 de diciembre, cuando uniformados de Policía de Investigaciones, con apoyo de miembros de Gendarmería Nacional y grupos tácticos de la Policía de San Lorenzo, realizaron 12 allanamientos en diferentes domicilios de la zona. Demoraron a 8 personas, 6 varones y dos mujeres, de los cuales 4 quedaron presos: dos por tener armas sin documentación y el par restante sospechados de estar vinculados en investigaciones por asesinatos. Uno de ellos es Omar “Nego” G., de 34 años, un viejo conocido de las crónicas policiales, a quien acusan de ser uno de los asesinos de Facundo “Topo” Acosta, un joven de 17 años que fue ultimado a tiros la noche del 26 de octubre, y de Julio Pereyra, baleado en la puerta de su casa el pasado 23 de mayo.
El encapuchado
Nego G. va a cumplir 35 años en los próximos días y lleva más de una década relacionado con el ambiente del hampa. A los 24 fue acusado de ser parte de la llamada Banda de los Encapuchados, un grupo de bandidos rurales que fue vinculado con asaltos en campos de la región. Al cuarteto de ladrones –desintegrado en 2005– la Justicia le achacó asaltos a varias fincas rurales de Funes, Roldán, Carcarañá, Zavalla, Ricardone, Granadero Baigorria y el asesinato en Victoria del hacendado Jorge Bussi, de 58 años. Meses más tarde, a Nego le endilgaron un golpe en la zona rural de Soldini.
Unos años después al Nego lo acusaron por otro resonante golpe: el robo a una empleada de Líder SRL, dentro de una sucursal del banco Francés de avenida Eva Perón al 7600. En julio de 2012 la mujer fue asaltada dentro de la entidad bancaria, frente a los cajeros automáticos. Un grupo de muchachos le llevó un bolso con 300 mil pesos (30 mil en efectivo y 270 mil en cheques).
El homicidio de Pereyra
A Julio César Pereyra, de 44 años, no lo dejaron bajar de su auto. El 23 de mayo pasado el hombre volvía a su casa de pasaje 1756 al 2200; estacionó su coche sobre la vereda y vio venir a dos hombres a pie. Uno de ellos sacó un arma de entre sus ropas y comenzó a dispararle. El verdugo tuvo muy mala puntería: 8 proyectiles pegaron en el vehículo; pero el restante llegó a destino. Se le incrustó en el tórax a Pereyra, que falleció poco después. Según la mujer de la víctima, el pistolero era Nego y, tras su detención el pasado 29 de diciembre, fue acusado un día más tarde por el fiscal Miguel Moreno.
La muerte del Topo
El lunes 26 de octubre, pasadas las 21, Facundo “Topo” Acosta, de 17 años, caminaba con un amigo por calle 1752 al 2000 cuando desde un auto blanco con los vidrios polarizados lo atacaron a balazos. Su amigo logró escapar, pero el Topo recibió múltiples disparos en la cabeza y en el tórax. Murió casi en el acto.
Para el fiscal Florentino Malaponte, el homicidio estuvo vinculado con otra balacera, en la que murió una pareja de adolescentes. Fue el 21 de septiembre, cuando, en la misma cuadra donde luego matarían al Topo, acribillaron a Julieta Sosa, de 16 años, y Diego Durán, de 17. Los chicos iban en una moto y les dispararon desde un rodado similar. La principal hipótesis es que la pareja fue un blanco equivocado y que, en realidad, los tiradores querían asesinar al Topo.
Según esta hipótesis, el Topo, tiempo antes de su muerte, había baleado a un joven, que quedó con dificultades motrices por el ataque. Esta supuesta víctima de Topo, junto con su padre, habría pagado para que liquiden al muchacho de 17 años a modo de venganza.
Por el crimen del Topo también fue acusado, el 30 de diciembre pasado, Nego como autor material, junto con Raúl O., alias Willy. A ambos también les achacaron una tenencia ilegítima de arma de guerra, luego de que los uniformados que lo detuvieron le encontraran dentro de un auto, a Nego, una ametralladora de fabricación casera, que disparaba municiones calibre 22 milímetros; y a su compañero de causa una pistola 9 milímetros. Por el caso también están apuntados otros hombres apodados Abuelo y Mafia, quienes se mantienen prófugos. Este último fue identificado como Héctor B., quien cayó junto con Nego una década atrás como parte de la Banda de los Encapuchados. Cuando era adolescente, en 2001, Mafia fue acusado por el crimen de Hugo Strupeni, ocurrido en una finca rural de Funes.
El barrio
Según contaron a El Ciudadano conocedores de la disputa, en barrio La Palmera está asentado un grupo de familias que se dedica a la venta de drogas. Cuentan con el aval de un puntero político que se encargaría de brindar la necesaria protección para el dominio de la zona. “Hay un tipo que antes era puntero de un partido de izquierda y ahora dice que se pasó al radicalismo. Él hizo conexiones con la barra de Newell’s: consigue armas y falopa. Así lograron desplazar a la gente de Santa Lucía. Hoy son los que dominan la zona”, explicó la fuente.