La presidenta del Concejo municipal de Rosario, María Eugenia Schmuck, analizó los primeros meses de gestión. Señaló como principales deudas una normativa para un nuevo pliego de basura y otra que actualice la regulación de la nocturnidad, en relación con las exigencias para el funcionamiento de bares, boliches y centros culturales. Aseguró que el principal objetivo del gobierno local y provincial es combatir la inseguridad y se mostró expectante en cuanto a las políticas contra la narcocriminalidad. En diálogo con El Ciudadano repasó los principales proyectos a tratar y analizó el contexto actual de la ciudad.
—¿Cómo analizás el inicio de gestión en el Concejo y cómo ves el armado de las fuerzas políticas?
—La realidad del Concejo es diferente a la de los primeros cuatro años como presidenta. Hay interbloques más grandes, como el caso de Unidos donde pertenezco, que tiene mayoría propia. Después está el interbloque del peronismo, de Ciudad Futura, los libertarios y el de Caruana, que es el único unipersonal. Hemos construido una metodología de laburo para buscar siempre la unanimidad como objetivo. A veces se da, otras no, pero cuando lo ponés como objetivo, escuchás a todas las partes, nadie siente que no ha sido advertido de los temas que se van a discutir, se les da a todos la oportunidad de plantear su mirada y su proyecto, incluso en los proyectos del Ejecutivo que sometemos a debate y a modificación, y tenemos mucha libertad para eso. A pesar de que tengamos mayoría propia, que no obligaría a esta metodología, nos hemos propuesto -y así lo estamos haciendo- que cada uno de los temas se trabajen colectivamente porque siempre que uno escucha al que piensa distinto es más y mejor política pública.
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—¿Considerás que quedó alguna deuda de la anterior gestión?
—Desde el Concejo tenemos dos deudas importantes: una es la del pliego de basura que Fein envió antes de terminar su gestión anterior y Pablo (Javkin) nos pidió que lo tratáramos durante los cuatro años y no lo hicimos. Ahora lo están readecuando de acuerdo a los nuevos contextos y realidad económica. Es un compromiso que hemos hablado con los distintos partidos políticos para sacarlo lo más rápido posible ya que es un tema de urgencia.
El otro es la nocturnidad. Se está debatiendo desde 2012 y siempre estamos a punto de que salga pero los contextos cambian. Hemos tenido que readaptar las ideas al contexto postpandemia y a una sociedad que está signada por la inseguridad, que no escapa a muchas realidades que hoy tiene el país, pero que el miedo ha sido un objetivo que se han propuesto algunos de los miembros de las organizaciones criminales que también atenta contra la nocturnidad. Tener en cuenta estas cuestiones en cuenta y, a la vez, que sea una ordenanza que quede para el futuro es un doble desafío con el que estamos trabajando entre todos los autores de las iniciativas y el Ejecutivo.
—¿Cuáles fueron los principales inconvenientes por los cuales se demoró su aprobación?
—En 2018 estuvimos a punto de aprobarla y, más que nada por razones políticas de algunos sectores, no tuvimos los votos a último momento. Sobre esa base partimos. Es una cuestión distintiva con respecto a otras oportunidades ya que arrancamos sobre la base de acuerdo de aquel entonces.
Después vino la pandemia y esos dos años fueron también muy importantes para cambiar, incluso, nuestra manera de pensarla porque la gente cambió de costumbres y de hábitos. Hoy conviven varias formas de diversión. Creo que hay que facilitar a quien quiere apostar a esa inversión cultural o de ocio y recreación, y no complicarsela como lo ha hecho el Concejo históricamente con las ordenanzas actuales. Hoy toda la normativa vigente lo único que hace es complicarle la vida a quien quiere invertir en la noche. Hay una serie de parches de normativas que se han ido acumulando. La que está vigente divide los rubros entre si se baila o no y la verdad es que hoy no se puede bailar en casi ningún lugar. Entonces la idea es flexibilizar, que no haya rubros, pero que sí haya mucha más rigurosidad en las exigencias de insonorización, de infraestructura, de seguridad y de higiene. Que nos permita una convivencia con el vecino, pero que también le permita a quien quiera disfrutar en un bar, un boliche o en un espacio cultural.
—¿Cuáles son los ejes del nuevo proyecto?
—La idea es eliminar los rubros. La división va a estar orientada a la insonorización, infraestructura de seguridad y a la capacidad ocupacional. En función de eso van a haber ciertas obligaciones. Vos declarás qué es lo que querés llevar adelante en tu emprendimiento y nosotros te exigimos una serie de requisitos para poder hacerlo.
—¿Considerás que la nueva norma va a promover un resurgimiento de la noche y de las inversiones?
—Hoy, de acuerdo a la normativa que tenemos vigente, si vos no estás habilitado dentro de los rubros donde se puede bailar y hay alguien que está meneando la cabeza o el cuerpo de un lado a otro en un acústico lo pueden clausurar. Es un delirio porque, de alguna manera, va en contra de las nuevas costumbres. Por otro lado, al boliche también se le exigen muchísimos requisitos para las habilitaciones y tampoco tiene una capacidad ocupacional adecuada o un horario adecuado. Esas cosas se van a poner en discusión a partir de esta nueva norma.
—¿Cómo influye la inseguridad en la nocturnidad? ¿Qué opinás de las medidas en torno a la ola de violencia?
—Creo que es vital en este momento trabajar en esta ordenanza porque estamos llegando a contextos de oportunidad interesantes dado que hay un Ejecutivo decidido a cambiar la normativa. Además creo que el contexto de inseguridad o de violencia actual, que estamos tratando de combatir, genera miedo que hace que la gente se quede en su casa. Creo que la manera de combatir ese miedo es que la gente recupere la calle para los vecinos y vecinas de Rosario, pero para eso hay que darle facilidades a aquellos que se animan y hay que darle seguridad a aquellos que pueden llegar a concurrir a estos emprendimientos. Hoy existen, pero intentamos mejorar el entorno para poder de alguna manera promover esa noche.
Con respecto al tema de la violencia, tengo muchas expectativas puestas en este gobierno provincial y mucha confianza en el gobernador Pullaro, quien tiene una relación cotidiana con el intendente y con nosotros donde trabajamos periódicamente y tenemos acceso incondicional a todos los funcionarios del gobierno provincial para tratar cada uno de los temas y, fundamentalmente, el tema de la seguridad. Lo que vivimos en esa semana fatídica en donde hubo asesinatos de vecinos para engendrar más terror en los ciudadanos fue una respuesta a una política de quita absoluta de privilegios a los presos de alto perfil que son los que planificaron extorsiones, amenazas, balaceras y asesinatos. Lo dijeron los fiscales generales y regionales en su balance del año pasado donde más del 80 por ciento de estos delitos habían sido planificados y ordenados desde la cárcel. Cuando se sacan los privilegios al no acceder a visitas íntimas, a que tener 7 kg de comida por día imposibles de requisar, a que no puedas tener celular, Wi-Fi o computadora se te complica seguir manejando el crimen o el negocio desde la cárcel y eso genera respuesta.
Tengo muchas expectativas porque en los últimos días hubo varios procedimientos y muchos de los sospechosos y partícipes en cada uno de estos delitos, en muy poco tiempo, están imputados o por ser imputados. Hay un gobierno que tiene como principal prioridad la seguridad y terminar con la violencia, que no va a ser de un día para el otro, pero que lo hace de puerta abierta, discutiendo cómo y cuándo con cada uno de los niveles del Estado. Esta coordinación me genera mucha expectativa.
—¿Qué puede hacer el Concejo para frenar la violencia o propiciar condiciones de seguridad?
—En términos de normativa ya hemos sancionado muchas ordenanzas que intentan colaborar con mejorar esta situación. La ordenanza antilavado es una de ellas. Estamos trabajando también en la ordenanza de prevención de consumos, hay varias de distintos concejales vinculadas a las chatarrerías y a la venta de armas. Hay mucho vinculado a lo duro de la seguridad que ya se ha hecho. Uno puede colaborar siendo gestor e intermediario, como la gran mayoría de nuestro concejo, entre los vecinos y el gobierno provincial. Lo estamos haciendo con mucha facilidad y trabajamos juntos para mejorar los niveles de seguridad de los distintos barrios generando un vínculo directo.
También desde lo local tratando lo más rápido posible de cumplir con el plan de luces LED, es decir, si uno tiene iluminación en toda la ciudad genera contextos más seguros, de abrir calles y urbanizar barrios populares. Son algunos de los objetivos que nos hemos puesto desde el gobierno local y es la manera de contribuir a la seguridad en la ciudad.
—¿Cómo está la situación del transporte público de pasajeros?
—El año pasado sancionamos una ordenanza que exige que todos los taxis tengan una aplicación como sistema de despacho de viajes de la mano de una serie de requisitos: que tengas como usuario la posibilidad de identificar quién es el chofer, que puedas elegir si es hombre o mujer, que puedas saber cuánto te va a salir el trayecto, que puedas pagar por adelantado con dinero electrónico, que puedas calificar al chofer y que puedes hacer viajes compartidos. La ordenanza de aplicaciones colabora mucho en modernizar el sistema. A la hora de llevarla a la práctica hay que reformar algunas normas vigentes. Requiere de la reglamentación del Ejecutivo, que va a estar en estos días, y que seguramente necesitará algunas modificaciones de ordenanzas vigentes en el Concejo.
En cuanto al transporte urbano de pasajeros, nosotros teníamos una planificación para mejorar la frecuencia. El año pasado logramos salir de la transición de lo que había sido la emergencia del sistema de transporte y el gobierno nacional de un día para otro, a través de un comunicado, ni siquiera por un boletín oficial, resolvió una quita absoluta de los subsidios al interior, pero no al Amba. Hay un combustible que aumenta casi periódicamente, semanal o quincenalmente, y un impuesto al combustible para el Fondo Compensador que iba a subsidiar el transporte del interior que sigue aumentando, pero para subsidiar al Amba. Paralelamente, hay una inflación que va mucho más rápido que los sueldos y que las tarifas. Entonces hay un transporte cuyos costos de combustible y de servicio técnico no van de la mano de lo que la tarifa permite para que no se baje toda la gente del sistema. Teníamos el plan de mejorar la frecuencia comprando coches y hoy esos coches no tienen precio por el nivel de inflación. Todos están esperando que la situación se estabilice y yo no sé si se va a estabilizar, entonces muchos de los planes y los objetivos que teníamos planteados son muy difíciles de concretar con esta situación macroeconómica.
—Mantuvieron una reunión con organizaciones sociales por el tema alimentario ¿cuál fue el balance?
—En la pandemia logramos sistematizar que todos los clubes, parroquias, comedores y merenderos involucrados en la política alimentaria estén georreferenciados y fiscalizados, no sólo por la Municipalidad sino que a partir de los programas “Contagiemos solidaridad” y algunos que continuaron después de la pandemia, la distribución sea a través del Banco de Alimentos. Como concejales todavía donamos el 30% de nuestra base salarial al Banco de Alimentos y, en ese momento, municipio, provincia y nación aportaban para que todos tengamos un solo canal de distribución y de fiscalización conjunta. Nos permite tener un sistema georreferenciado, incluso en la ciudad, en donde no hay duplicación de prestación de la política alimentaria. Nación se retiró de eso desde el 10 de diciembre. No lo hace ni directamente, ni a través del Banco de Alimentos, ni de alguna organización. Estamos trabajando con la provincia y con todas las organizaciones en la gestión de la política alimentaria y en reveer el sistema porque Nación era un aporte importante. La gente sigue teniendo hambre, mientras más inflación hay más hambre tiene, entonces no se puede ahorrar o tratar de que el ajuste lo hagan las personas que más nos necesitan. Ahí es donde debe estar el Estado, pero tenemos diferentes concepciones.