“Coca o Pepsi, pero que seamos Classic Coke”. Este dictamen es el que flota desde la noche del domingo en los cuarteles del sciolismo. Lo dejó caer en La Ñata el gurú norteamericano James Carville, quien está en el país para acompañar al candidato en la primera vuelta y, ahora, en la preparación de la segunda.
Carville fue el jefe de la primera campaña de Bill Clinton a presidente de los Estados Unidos desde el War Room del sótano de la residencia del entonces gobernador en Little Rock, Arkansas, y es un experto en estrategia de confrontación. Llegó al país antes del domingo, conversó largamente con Scioli en la residencia de La Ñata y expuso allí el escenario de una segunda vuelta que parecía inevitable.
Desde el viernes, el gobernador tenía el pronóstico de la encuestadora Mariel Fornoni que daba unos números parecidos a los del resultado del domingo (algo así como 38 a 33). En La Ñata supo también que el comando de Mauricio Macri distribuía entre su gente ese número desde ese día, y motivó contactos entre los campañólogos del sciolismo con esa encuestadora para pedirle detalles de su profecía.
Con esos datos, se disipa la leyenda de que el resultado fue una sorpresa del domingo, porque los dos candidatos conocían que ése era el escenario más probable.
Carville, en esas reuniones, acentuó su consejo de ir a una diferenciación respecto de su contrincante del 22 de noviembre. Este gurú trabaja como otros consultores extranjeros: llegan, miran las encuestas y definen un rumbo sin escuchar muchos detalles sobre el contexto local. El valor de sus dictámenes es que los emite como un observador externo que busca ir al hueso de la confrontación. Su capital es la confianza que le pueda tener el candidato. Creer o reventar.
En la mañana de este lunes, pasada la noche triste del Luna Park, Scioli concentró en un despacho de la Fundación DAR, en el microcentro porteño, al grupo que trabajará en la campaña para la segunda vuelta. Estaban Alberto Pérez, Juan Manuel Urtubey, Sergio Urribarri, Julián Domínguez, Gustavo Marangoni, José Scioli, Juan Courel, Jorge Telerman y alguno más.
El grupo admitió el dictamen de Carville, que no todos conocían con el detalle que tenía el candidato, pero avanzó en otro rumbo: la necesidad de que Scioli sea más Scioli y no concentre la búsqueda de votos en la discusión del programa.
Esta campaña, coincidió la mayoría, tiene que ser de una confrontación hombre a hombre y no hablar tanto del modelo, de economía, de ferrocarriles, deuda, buitres o infraestructura. Eso ya rindió frutos, pero lo que viene –coincidió la mesa– es distinto. Es una campaña en la que hay que salir a buscar votos sin la intermediación de los jefes partidarios, más allá de que sirva el acercamiento a la cúpula del massismo y de la formación de Margarita Stolbizer.
A Macri, coincidieron, es difícil arrancarle un solo voto y hay que frenar el deslizamiento de peronistas no kirchneristas hacia la propuesta de Cambiemos. Para eso, es central despegarse en el discurso de las consignas del gobierno, no porque no hayan servido para alcanzar el 36 por ciento de los votos, o porque haya alguna disidencia de fondo. Es porque mencionar lemas que han figurado en la publicidad oficial es una valla para acercarse a peronistas no kirchneristas que quieren que su partido siga en un gobierno que produzca cambios.
El otro cambio
“Sí, un cambio, pero no cualquier cambio”, repitió la cabecera de la mesa.
Hacer más sciolismo explícito es despegar al candidato de las consignas del oficialismo y explotar la identificación que tiene con su figura el público moderado o los peronistas que no lo votaron el domingo por su estrecha cercanía a Olivos.
Un detalle de aquellos: todo este debate se hizo sin la presencia de Carlos Zannini, quien llegó sobre el final de la reunión para saludar y partir rumbo al hotel en donde la fórmula daría una conferencia de prensa.
En esa presentación, el grupo, que asistió en pleno, no quedó muy conforme con la insistencia del candidato en los lemas del programa. Por eso se volvieron todos a DAR, ya sin Scioli ni Zannini y con el agregado de Fernando Espinoza, Guido Lorenzino y Alberto de Fazio, para redoblar el debate sobre la necesidad desacartonar al candidato.
Parte de esa segunda reunión se fue en un repaso de los territorios a trabajar en la campaña y en la selección de los comandantes de zona en cada provincia.
Más Scioli que nunca
Les rindió la changa, cuyo resultado enviaron por mail a La Ñata, porque a la tarde, en su segunda aparición en medios, Scioli clamó: “Voy a ser más Scioli que nunca porque obviamente ésa es mi identidad, es mi personalidad y eso no es contradecir en nada lo que yo vengo sosteniendo”. Completó en esa aparición radial con lo que pareció un mensaje a sus asesores: “Ahora viene la gran decisión, en qué país queremos vivir, cuál es la agenda que se compromete cada uno, por eso mano a mano la gran final, y con términos simbólicos los dos tenemos pasión por el deporte, lo planteo en esos términos. Uno desde lo personal pertenece a un espacio político, promueve ideas que, en mi caso, son muy claras y son las más coherentes a lo largo de estos años pero también interpretando las nuevas demandas de la sociedad y el sentido del voto que exige cada vez más”. Como el mejor alumno.