Caio Soso fue sometido a una nueva audiencia imputativa. El fiscal Adrián Spelta recalificó su participación en el crimen del entrenador físico Marcos Guenchul, ocurrido en julio pasado, y encuadró el hecho en un homicidio triplemente calificado que prevé una pena de prisión perpetua.
Además de Soso, están imputados en el hecho Priscila Denoya –pareja de Caio– y Maximiliano Panero, sindicado autor material del crimen.
La noche del 23 de julio de 2019 Marcos Guenchul terminó su jornada laboral y salió del gimnasio ubicado en Mendoza al 4900 rumbo a la intersección con calle Sucre para tomar la línea K. Unos metros antes de llegar lo interceptó un hombre que lo obligó a doblar por Sucre y finalmente le sacó el bolso y le pegó un tiro en la cabeza. La pesquisa determinó que un automóvil Peugeot 208 estuvo 49 minutos esperando por calle Mendoza y luego del hecho escapó con el tirador. Spelta determinó que ese auto era de Soso y fue el primer imputado en el crimen tras su detención cuando en agosto de 2019 intentaba tomar un avión al exterior a El Líbano en el aeropuerto de Ezeiza.
En aquella oportunidad Spelta le achacó el delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego que tiene una escala penal que va de los 8 a los 25 años. Para el fiscal, Soso tuvo una participación funcional ya que llevó al atacante al lugar y le señaló a la víctima. Pero con el correr de la investigación surgió evidencia que comprometió aun más la situación del hombre.
El móvil
Guenchul tenía problemas con Priscila, quien era su ex pareja y madre de su hija. Al momento del crimen la mujer tenía una relación sentimental con Soso y estaba embarazada. La relación era mala y todo se agravó cuando Guenchul, quien no lograba ver a su hija, judicializó el tema y pidió un régimen de visitas. El 25 de julio había una audiencia para que Marcos viera a su hija en Tribunales pero lo asesinaron dos días antes.
Tras la imputación de Soso, el sospechoso declaró que trabajaba en Aguas Provinciales igual que Priscila –familiar de un hombre de alto cargo en el sindicato– y lo echaron. Entonces empezó a ir a la sede sindical y a media mañana frecuentaba un bar. Un día, a la salida del local se le presentó un hombre. Le dijo que había gente que quería mucho a Priscila y que “le habían encargado hablar con este muchacho, con Guenchul, para que entendiera, para que se dejara de joder, para ordenarlo”, contó el fiscal.
“Creo que se entiende lo que quiero decir, advertirle que no la moleste más, que la deje tranquila”, le habría dicho el hombre un mes y medio antes del homicidio.
El día de crimen, al mediodía, se lo volvió a encontrar y le dijo: “Vamos hoy, vamos, vamos” y esa noche lo pasó a buscar por su casa en Villa Gobernador Gálvez, contó. Este hombre fue identificado por la pesquisa como Maximiliano Panero. Imputado en noviembre pasado por los delitos de homicidio calificado por homicidio triplemente calificado por el vínculo, por promesa remuneratoria y por el concurso premeditado de dos personas más, perpetrado mediante la utilización de un arma de fuego. Para el fiscal fue el hombre que llevó Soso hasta las cercanías del gimnasio y fue quien disparó contra la víctima.
La instigación
Spelta contó que se logró un testimonio que cuenta sobre la llegada de un auto a la casa de Panero tras el crimen. En el vehículo había un hombre y una mujer que iba de acompañante. El testigo contó que le dieron algo al dueño de casa que para el declarante era dinero. Su presencia en el lugar fue corroborada con el impacto de las antenas de telefonía, contó el fiscal.
Este dato complicó la situación de Denoya, quien fue detenida e imputada en diciembre pasado como instigadora del crimen triplemente calificado de Guenchul y quedó con prisión preventiva a poco de dar a luz y tras el parto permanece en una cárcel común junto a su bebé ya que le negaron la prisión domiciliaria. Ahora el fiscal Spelta pidió una nueva audiencia para reimputar a Soso y equiparar su situación procesal a los otros coimputados. Lo que implica, en caso de una condena, la prisión perpetua.