Mientras Rosario conocía esta mañana la noticia de dos nuevas muertes, Ada de Aguirre hace exactamente un año que despierta con el peor dolor por la falta de Gabriel, su hijo que a los 13 años fue acribillado cuando jugaba con otros chicos de su edad vestidos con la camiseta de Newell’s, después de un clásico como el de ayer.
Gabriel ni siquiera era hincha de Newell’s, era de Boca, cuando cayó baleado en la nuca y el estómago a manos de tres agresores que se movilizaban en moto por barrio Ludueña.
«Hoy el fútbol no es pasión es violencia, festejan a los tiros y pasa lo que pasa con los inocentes como Gabi», describió Ada, por el programa Radiópolis, que se emite por Radio 2.
Ada pasó un duro día de la madre sin Gabriel: «Arruinaron una familia entera que no se repone ni se va a reponer nunca». Gabi era un pibe querido en la barriada de Ludueña y en la escuela 1027, dirigida por el padre Edgardo Montaldo, donde por la tarde se recordaba la figura del chico.