Por Natalia Concina / Télam
A 40 años de que se describiera por primera vez el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), las investigadoras Gabriela Turk y Natalia Laufer aseguraron que si bien se aprendió mucho de su estructura y comportamiento, algunas características como su capacidad de integrarse a las células y de mantenerse oculto, han hecho que todavía no se logre la «cura».
El 20 de mayo de 1983 un equipo de investigadores del Instituto Pasteur (París, Francia), dirigido por el profesor Luc Montagnier, describió en un artículo publicado en la revista estadounidense Science un nuevo tipo de virus responsable del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA).
«Lo que sucedió en esa publicación de Science es que se logró describir lo que nosotros llamamos el agente etiológico, es decir, el que causaba una enfermedad que se venía viendo desde principios de 1981 y que generaba una alteración en las defensas y predisponía a cuadros severos de infecciones que normalmente pasaban desapercibidas o eran sencillas», indicó a Télam la médica Natalia Laufer.
La especialista indicó que ese hallazgo «realmente fue un logro» porque en ese momento secuenciar un virus no era tan fácil como ahora.
Laufer y la bióloga Gabriela Turk -ambas del Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (Inbirs)- fueron las científicas que investigaron el caso de la paciente «Esperanza», una argentina que tuvo VIH y a quien luego no se le encontró virus viable ni siquiera en los reservorios, lo que constituiría un posible caso de «cura erradicativa».
De qué se habla cuando se habla de cura, por qué todavía no se logra, qué se aprendió en estos 40 años del virus y cuáles son las asignaturas pendientes en términos científicos y biomédicos (más allá de lo social y cultural) son algunos de los temas que las reconocidas especialistas dialogaron con Télam.
Télam: ¿Qué aprendimos sobre el virus en estos 40 años?
Gabriela Turk: Aprendimos un montón respecto de su estructura, de cómo es su genoma, qué células puede infectar (porque las principales que infectan son los linfocitos T CD4 pero hoy sabemos que también puede estar en células dendríticas o macrófagos).
Y una de las características más importantes que aprendimos es que el virus se las arregla para persistir en el organismo; a pesar de que hoy tenemos tratamientos súper efectivos que impiden que el virus se siga replicando, pero aún así no logran eliminarlo por completo.
T: ¿Por qué pasa eso?
G.T.: Porque se «esconde» en reservorios, que son todas aquellas células en las que el virus se integra y permanece como dormido o silenciado; ese virus puede estar entero o faltarle un pedazo, puede estar en distintas partes del genoma de la célula. Entonces cuando hablamos de reservorio es algo súper heterogéneo.
Hay estrategias de cura que tratan de reactivar este virus, de hacerlo salir del escondite, para después eliminarlo; pero tal vez se puede reactivar en un porcentaje de células del reservorio pero no en otras; para reactivar todas las células o tratar de eliminar todo el reservorio se necesitarían un montón estrategias combinadas y eso es lo que todavía no se ha logrado.
T: ¿Eso sería la «cura»?
Natalia Laufer: Sin dudas que, si se lograra sacar todo el virus del organismo, eso sería una cura, pero, para asegurarse de eso, se deberían analizar absolutamente todas las células del cuerpo, lo cual es imposible. Entonces hoy tenemos distintas definiciones de lo que llamamos cura respecto al VIH. Por un lado, está la denominada «cura erradicativa» que sería no encontrar en el organismo ningún vestigio de virus -ni siquiera en los reservorios- con capacidad de infectar otras células; éste es el caso de la paciente Esperanza por el momento, aunque sigue en estudio.
Y lo otro es la «remisión», que es cuando quedan provirus (que es el nombre que se le da al virus cuando ya se integró a las células) con capacidad de replicar pero están totalmente silenciados.
T: ¿Es el único virus que logra «esconderse»?
N.L.: No, hay muchos. La hepatitis B también; de hecho, si uno tuvo hepatitis B, nunca más puede donar sangre; lo que pasa es que la hepatitis B llega a un estado de resolución, esto significa que el organismo genera anticuerpos que lo controlan y el virus no está activo replicándose, pero está dentro de los hepatocitos. Si la persona tiene que tomar drogas inmunosupresoras, se puede reactivar. Lo mismo sucede con el virus de la varicela, que también puede reactivarse; por eso, ahora está la vacuna del herpes zóster. La diferencia es que el VIH, si vos no le das un tratamiento activo, sigue generando daño. Sólo existe un pequeñísimo grupo de pacientes que lo controlan sin medicación, que son los «controladores de élite», y otro grupo muy chico que lo controlan luego de interrumpir el tratamiento (controladores post-tratamiento). Sin embargo, en la mayoría de las personas, una vez que suspenden el tratamiento, en un tiempo mayor o menor que dependerá de cuáles son los niveles de reservorios el virus comienza a replicarse y dañar.
T: Si bien no se logró aún, en lo últimos años comenzó a hablarse de la cura.
N.L: Es cierto. Una de las curas que vimos fue a través del trasplante de células hematopoyéticas cuyo donante tenía una mutación especial que implicaba que no tenía el receptor que utiliza el VIH para entrar a las células.
Por supuesto que esto como tratamiento generalizado es imposible, pero marcó un cambio de paradigma porque pasamos de decir ‘no tiene cura’ a pensar que quizás se podía empezar a plantear cómo podemos manejar estos reservorios, eliminarlos o tal vez silenciarlos.
T: ¿Y por qué no se logró aún?
G.T.: En la investigación biomédica uno hace una observación en el laboratorio, verifica que la estrategia funciona, por ejemplo, que tal droga puede bajar la replicación del virus, pero después cuando lo pasas a nivel organismo hay otras dificultades que tienen que ver con la interacción con otras células, las características de cada tejido. Entonces entre la investigación básica y el fármaco que llega al mercado hay un abismo.
N.L.: Después hay que llegar a la investigación preclínica y hay muchos modelos animales, y ahí comienza otro tema ético. Por ejemplo, en los ratones el VIH no se replica, es decir, no se comporta como en el organismo humano, eso sólo lo hace en algunos primates no humanos.
Entonces esos son los modelos animales que deberíamos utilizar y es complicado, pero a la vez si no se prueba en estos modelos ¿cómo se llega a las personas?.
Bueno, son todas las dificultades en general del desarrollo de fármacos pero en VIH son un poco más complicadas.
Muchas veces nos preguntan: «¿No hay cura porque hay intereses de los laboratorios?». Y una responde: seguramente algunos laboratorios tendrán prácticas que podemos discutir, pero en este caso la cura todavía no existe por todas estas complejidades que hablamos.