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Se cumplen 75 años del modelo sindical argentino que impulsó Juan Domingo Perón

Juan Facundo Besson, abogado laboralista, delegado sindical y miembro de la Cátedra Libre Juan Domingo Perón en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR, analizó la importancia de este hecho político, y realizó un breve repaso de la historia argentina entre 1943 y 1945

Juan Facundo Besson es abogado laboralista, delegado sindical y miembro de la Cátedra Libre Juan Domingo Perón en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). En esta entrevista resalta la importancia de la sanción del modelo sindical argentino en su 75° aniversario.

El decreto Nº 23.852/45 fue firmado por el entonces secretario de Trabajo y Previsión Juan Domingo Perón el 2 de octubre de 1945. Para explicar la importancia de este hecho político, Besson realizó un breve repaso de la historia argentina entre 1943 y 1945.

«El 4 de junio de 1943 se dio la revolución nacionalista llevada adelante por las Fuerzas Armadas, específicamente el Ejército. Después de más de 10 años de fraude, de distintas ardides electorales llevadas a cabo por la oligarquía dominante en el país, se logra terminar con esa práctica y se instaura un gobierno de corte nacionalista donde se destaca la figura de Juan Domingo Perón», señaló.

Perón estaba a cargo, primero, del Departamento Nacional de Trabajo, que fue una institución creada en el gobierno de Julio Argentino Roca a principios de siglo XX. «Ahí se había esbozado un primer proyecto de código laboral pero nunca tuvo vigencia y en el cual, vale la pena destacar, había disposiciones relativas a las organizaciones sindicales», puntualizó el abogado.

Besson describió que hasta entonces el área era «una repartición con muy  poco personal y casi olvidada». Se ocupaba de realizar estadísticas de ocupación o vinculadas con las condiciones laborales, algunas tareas de inspección e «intermediar en la negociación colectiva que en ese momento era de muy bajo nivel había aproximadamente 400 convenios colectivos de trabajo».

Perón solicitó a Farrel que el Departamento fuese elevado a Secretaría de Estado y se efectivizó. «Se empiezan a motorizar proyectos, se hace un nuevo organigrama que da cuenta de la multiplicidad de situaciones que se dan en el mundo del trabajo, no solamente de los trabajadores efectivamente ocupados sino de todos aquellos trabajadores que no estaban ocupados, lo que sería la población económicamente activa», planteó.

«Entre los grandes logros que conocemos de la Secretaría de Trabajo y Previsión están la disposición de los tribunales de trabajo, el nacimiento de estatutos como el de peón, y el de periodista, el decreto que regula el aguinaldo, derechos individuales de los trabajadores que se iban conquistando. La Secretaría empieza a llenarse de trabajadores, de representantes sindicales», desarrolló.

Según Besson, trabajadores agrupados en distintos sindicatos fueron expresando a Perón su deseo de que se efectivizara una normativa para regular la vida sindical, lo que finalmente se concretó el 2 de octubre de 1945. «Entre los motivos que hacen a la importancia de este decreto podemos decir que es el primero que tuvo realidad efectiva porque fundó el modelo sindical argentino. La característica principal es el sistema de unicidad promocionada que significa que aquel sindicato más representativo dentro de una rama o actividad va a ser el que ostente la personería gremial».

Esto significaba que ese sindicato tendría derechos exclusivos: «El principal es la negociación colectiva, nada más ni nada menos, la posibilidad de discutir y debatir con la presencia del Estado arbitrando y conciliando con empleadores desde las condiciones de trabajo, el salario, la capacitación, las licencias, entre otras cuestiones. Esta negociación colectiva y su resultado, que es la convención colectiva, va a ser aplicable a todos los trabajadores de esa misma rama».

Para Besson esto es fundamental y estructura la columna vertebral del modelo sindical argentino ya que «tiende a evitar que los trabajadores pierdan fuerza ante los titulares del capital», describió y de inmediato añadió: «Se trata de una normativa disuasiva de la atomización de los sindicatos».

 

Al mismo tiempo, hasta ese entonces los sindicatos eran considerados bajo criterios del derecho civil y las relaciones entre patrones y trabajadores eran consideradas como relaciones entre iguales «lo cual es inconcebible dentro de lo que hoy se considera derecho laboral que reconoce una relación desigual entre el patrón y empleado».

«¿Por qué era necesario establecer una regulación específica sobre el modelo sindical argentino? Porque Perón consideraba que la Secretaría de Trabajo y Previsión era necesaria  e importante a los fines de cuidar aquellos derechos que se iban logrando o que el movimiento obrero iba logrando, gestionado y llevado adelante por el gobierno en ese momento. Pero no era que el gobierno tomaba por motus propio la decisión de establecer ciertos derechos sino que muchos de esos derechos siempre fueron anhelos y reclamos del movimiento obrero que después a través del mismo Perón tomaron encarnadura y se dieron un carácter real», explicó Besson.

Y agregó que «junto con la Secretaría era necesario tener esta regulación de los sindicatos para que sean ellos los guardianes de los derechos conquistados». Además, se introdujo la figura de los delegados de fábrica o comisiones internas de fábricas, es decir «un trabajador que en la fábrica se encargaba de las cuestiones más inmediatas, vinculadas a seguridad e higiene, sobre todo en aquellas donde los accidentes y enfermedades profesionales son más comunes, cuidaba de los derechos vinculados con el salario, las cuestiones particulares de los trabajadores».

Conquistas populares

Otro de los cambios que Besson consideró fundamentales fue el nacimiento de los agregados obreros en las embajadas. Si bien en Francia y Estados Unidos ya existían estas figuras, para el abogado no cumplían su verdadero rol ya que «muchos de estos representantes no eran trabajadores sino profesionales que estuvieran cumpliendo alguna tarea en el sindicato, se priorizaba sus experiencias previas para ocupar estos lugares».

En cambio, para él, en el modelo sindical argentino en las embajadas sí pudieron acceder trabajadores «estableciendo vínculos con otros sindicatos, con movimientos sociales, con sectores de la producción». Esto, indicó, se relacionaba con la idea de Perón de «integración de los pueblos, por abajo y no por los mercados».

A diferencia de lo que comunmente se ve en la Unión Europea, «donde lo que importa son los intercambios en términos comerciales o industriales, las patentes, los acuerdos en la Aduana pero los  trabajadores quedan en un segundo plano».

Entre otros logros que destacó Besson se encuentra el hecho de que los sindicatos -con o sin personería gremial- tengan la posibilidad de fundar mutuales, cooperativas, centros de capacitación y mercados.

Además, «las colonias de vacaciones y hoteles fueron el boom de lo que se llamó el turismo social, por primera vez en mucho tiempo los argentinos pudieran ir a lugares de veraneo que antes era imposibles de ir o estaban reservados a los sectores pudientes de la sociedad».

Para el abogado laboralista se trató de una explosión en la que los sectores populares empezaron a verse a sí mismos como protagonistas de la historia. Así, enlazó directamente con los hechos ocurridos el 17 de octubre de 1945, sólo 15 días después del decreto. «Los que reclamaron en las calles la libertad de Perón también estaban movilizados por la normativa que había dado nacimiento al modelo sindical argentino», describió.

En aquel momento Perón había sido detenido y por primera vez columnas y columnas de trabajadores llenaron las calles reclamando la libertad del secretario de Trabajo y Previsión.

Raúl Scalabrini Ortiz supo describir aquel acontecimiento como pocos: «Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substracto de nuestra idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulo. Era el de nadie y el sin nada, en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por la misma verdad que una sola palabra traducía».

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