Tras ocho temporadas, el lunes a la noche se despidió de la TV norteamericana «Dr. House», ante nueve millones de espectadores, lo que ubicó al programa primero en su franja. El actor y músico había anunciado que la serie finalizaba en mayo, antes de su gira para presentar su disco Let Them Talk, que lo traerá al salón Metropolitano el próximo 10 de junio.
Sin duda la serie que giró en torno al doctor Gregory House, interpretado por Hugh Laurie, marcó un antes y un después en la historia de las series de los últimos años: fue la primera que se permitió un protagonista excluyente con personalidad cínica y egoísta, que boicoteaba sus vínculos y sólo pensaba en sí mismo, además adicto a los tranquilizantes por el fuerte dolor de su pierna.
Pese a contar con una amplia cantidad de términos médicos específicos en cada episodio, incomprensibles para el público, el fuerte de la serie radicó justamente en mostrar aquellas discusiones científicas de un modo atractivo. Los casos presentados durante ocho temporadas siempre resultaron apasionantes, tanto o más que las relaciones entre los personajes centrales.
El último episodio, llamado «Everybody Dies» (Todos mueren), transcurrió en una fábrica en llamas donde Gregory House buscaba ayudar a un paciente adicto a las drogas. Cuando el médico intentaba escapar, la estructura se desplomó. Más tarde identificaron su cuerpo y mostraron a todos sus amigos y el personal del hospital en su funeral. Hasta que su mejor amigo, James Wilson, pronunció un discurso en su memoria, y recibió un SMS que decía «Callate, idiota». A lo largo de los 66 países en los que se emite «Dr. House» cosecha alrededor de 82 millones de espectadores. En nuestro país, el episodio final se podrá ver en junio, por Universal.
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