Luego del despido de Dave Rennie como head coach de Australia y la rápida contratación de Eddie Jones, que en diciembre pasado había sido destituido de su cargo de entrenador en jefe de Inglaterra, muchos habla de la “futbolización” del rugby. Pero no es así. El rugby post Mundial de 1995 adoptó el profesionalismo como forma de vida y dentro de esa premisa, pese a que muchos se rasgan las vestiduras, “los resultados mandan” y los procesos quedan para el amateurismo. Aunque parezca antipático, poco a poco se van achicando los márgenes de tiempo a los ciclos que no tienen éxito.
La evaluación que hicieron en Australia fue la siguiente: de 14 partidos disputados durante la temporada 2022, los Wallabies tan sólo ganaron cinco y dentro de las derrotas se incluye la catastrófica caída ante Italia por primera vez en la historia. Con esos números y sin vislumbrar que Dave Rennie tenga el margen para poder pegar un golpe de timón, Hamish McLennan, presidente del Consejo de Administración de Rugby Australia, junto a toda la dirigencia, le comunicó a Rennie que cesaba en funciones.
Rápidos los australianos, contrataron por 5 años, hasta el mundial de 2027 que ellos organizan, a Eddie Jones, australiano y considerado de los mejores entrenadores del Mundo. Jones entrenó a los Wallabies desde 2001 hasta 2005, llevando al seleccionado a la final de la Copa del Mundo en 2003, perdiendo con Inglaterra.
Si había alguien a quien llamar a siete meses y 21 días del debut ante Georgia en el Francia 2023, es Eddie Jones.
“En la vida muchas veces maduras con la edad y creo que es mejor entrenador que hace 20 años. Se desempeña bien en las Copas del Mundo, eso es realmente crítico para nosotros. Y luego tenemos la Copa del Mundo en casa en 27”, dijo McLennan y agregó: “La disponibilidad de Jones fue una oportunidad única presentada con poca antelación, pero nos sentimos muy cómodos con la decisión”.
Si uno enumera las potencias o bien podríamos decir los seleccionados que son protagonistas, sin tener en cuenta el ranking actual, podemos decir que el primer seleccionado que cambió de entrenador fue Argentina, que en febrero de 2022 despidió a Mario Ledesma, por la misma razón que Australia: malos resultados y ausencia de rumbo en el juego. El sucesor fue el australiano Michael Cheika.
Inglaterra, que llegó a la final del Mundial de Japón en 2019 despidió a Eddie Jones el 6 de diciembre de 2022 (siete años con 81 partidos al frente del equipo de la Rosa: 59 victorias, 20 derrotas y dos empates). “Luego de una revisión de la Autumn Nations Series, Eddie Jones fue despedido del puesto de head coach de Inglaterra”, expresó el comunicado oficial de la RFU. Tras en 2022 con cinco victorias, un empate y seis derrotas. De los traspiés que dolieron fueron los sufridos en Twickenham (Argentina y Sudáfrica) y no ganar el Seis Naciones.
Un día antes de la salida de Jones de Inglaterra, se produjo el despido de Wayne Pivac, como head coach de Gales, que en 2022 cosechó tres victorias sobre doce partidos. Pivac duró en el cargo desde 2019 hasta fines de 2022. Los dirigentes galeses ni lerdos ni perezosos, encontraron en Warren Gatland, el mejor reemplazante. Gatland fue el antecesor de Pivac en el cargo y lidero a Gales hasta la semifinal en Japón 2019 y a ganar el Seis Naciones en cuatro oportunidades durante sus doce años (2007-2019).
Incluso en Nueva Zelanda tuvieron en vilo a todo un país cuando estaba en duda la continuidad de Ian Foster. El actual entrenador de los All Blacks, sólo tiene garantizada su permanencia en el cargo hasta el Mundial de Francia 2023 y si quiere seguir ocupándolo deberá ganar la cuarta estrella.
Hasta ahora solo Irlanda con el inglés Andy Farrell (desde 2019), Francia con Fabien Galthié (desde 2019), Escocia con Gregor Townsend (desde 2017) y Sudáfrica con Jacques Nienaber (desde 2020), pese a distintos avatares han respetado el ciclo mundialista de cuatro años y llegaran a la próxima Copa del Mundo con el entrenador que proyectaron luego de Japón 2019.
No es futbolización, en el mundo profesional “los resultados mandan”, es el mundo de los negocios pero en el deporte. Sucede en la mayoría de las disciplinas, hay mucho en juego, no sólo el prestigio, aunque el rugby está lejos de manejar las cifras del fútbol, poniendo como ejemplo que solo uno o dos jugadores de rugby ganan un millón de dólares al año en el mundo e incluso por debajo hay un puñado de rugbiers con salarios altos, el Mundial de Rugby es el tercer evento en importancia y ahí es donde se cocina todo, según el resultado se recibe un premio que ayuda el presupuesto para encarar el próximo ciclo mundialista.
Para Australia no pasar de ronda y quedar en cuartos de final, es un fracaso, para los dos veces ganadores de la Webb Ellis, significaría mucho. Por ese mismo motivo, Inglaterra y Gales también antes de cerrar el 2022 contrataron nuevos entrenadores.
En Argentina, país en el que supuestamente se respetan los ciclos, de los últimos tres entrenadores dimitieron dos (Phelan y Hourcade), mientras que Ledesma fue despedido. Teniendo en cuenta que todavía se conserva un gran componente amateur en las estructuras.
De los diez seleccionados que lideran el ranking de World Rugby, cuatro cambiaron de entrenador (Argentina, Gales, Inglaterra y Australia), uno tambaleó fuerte (Nueva Zelanda) y cinco llegan firmes en sus cargos (Irlanda, Francia, Escocia, Japón y Sudáfrica). Algo está cambiando en el rugby, los ciclos se acortan o alargan, según el dogma del profesionalismo: “los resultados mandan”.