El Instituto Anlis-Malbrán anunció que a siete años de la incorporación de la vacuna contra el Virus Papiloma Humano (VPH) en el calendario obligatorio se demostró una eficacia superior al 93%, lo que es “un gran logro como país” que coloca a la Argentina como “líder en la prevención del cáncer cervicouterino en la región”. Así lo aseguró María Alejandra Picconi, jefa del Servicio Virus Oncogénicos del organismo.
“La vacunación fue exitosa, eso se fundamenta en que los VPH 16 y 18, que son los componentes de las vacunas, cayeron marcadamente, demostrando una eficacia de la vacunación del 93 por ciento”, marcó la científica. “Es decir que de 100 adolescentes sexualmente activas, en 93 no se detectó ninguno de los virus vacunales”, completó.
“Es un porcentaje sumamente alto. La eficacia de una vacuna, siempre por encima del 90 por ciento se considera una muy buena eficacia”, remarcó Picconi, y aseguró que “es muy importante destacar esto porque en Argentina en el año 2011 se lanzó una estrategia integral de prevención del cáncer cervicouterino que incluyó la vacunación como prevención primaria y el tamizaje ginecológico”.
Para dar una idea de la incidencia de este tipo de cáncer en el país, a cifras de 2014 de la Organización Mundial de la Salud cada año se diagnostican cerca de 5 mil nuevos casos, y las muertes anuales por esta situación superan a las 2 mil. Pero además la población en riesgo de desarrollar la enfermedad se mensuró entonces en 16,2 millones, es decir más de la mitad de la población total de mujeres en la Argentina.
En ese marco el Ministerio de Salud de la Nación ya había lanzado, en 2009, el Proyecto para el Mejoramiento del Programa Nacional de Prevención de Cáncer de Cuello Uterino, en el que, además de la gravedad de la incidencia de la enfermedad definía algunos puntos clave: uno de ellos es que “ocupa el segundo lugar entre los tipos de cáncer más comunes entre mujeres a nivel mundial y es la segunda causa de muerte por cáncer, a pesar de que la enfermedad podría prevenirse casi por completo gracias a los conocimientos y tecnologías actualmente disponibles”.
Pero el primer y principal punto es que “el cáncer de cuello de útero es el tumor que refleja con máxima crudeza la desigualdad social en salud”.
“No sólo afecta a las mujeres más pobres, sino que es a su vez un factor que intensifica la pobreza y la vulnerabilidad social”.
En esa línea, el Programa inicial desembocó después en el programa de vacunación. “La estrategia consistió en incorporar la vacuna al calendario obligatorio y gratuito en primer lugar para las niñas de 11 años, es decir antes de la iniciación sexual, para que no adquieran la infección. Luego también se dispuso que la vacuna la reciban los niños y el tamizaje ginecológico apunta a detectar la enfermedad a tiempo y cuidarla”, detalló Picconi.
La eficacia, ya en un lapso medible, confirmó que la estrategia resultó correcta. Las cifras se obtuvieron tras la finalización de un trabajo de investigación realizado por el Servicio Virus Oncogénicos, Laboratorio Nacional y Regional de Referencia del Virus Papiloma Humano (VPH), que forma parte del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Anlis Malbrán, que fue publicado en la revista especializada <Papillomavirus Research<.
La difusión de este estudio de monitoreo de la vacunación contra VPH –que es el primero de este tipo realizado en Latinoamérica– coincidió con la semana en la que la Organización Mundial de la Salud anunció el lanzamiento de una estrategia para acelerar la eliminación del cáncer del cuello uterino, con proyección a 2030.
Picconi calificó como “histórico” el anuncio del organismo sanitario internacional: “Es la primera vez que se planifica la eliminación a través de la vacunación y el tamizaje ginecológico”.
“Cada país tiene su propia política en ese sentido y hay mucha heterogeneidad, por eso una estrategia así apunta a nivelar y que todos tengan información, pensando en trabajar para que en todo el planeta puedan eliminarlo”, precisó la especialista que lideró el equipo que realizó el monitoreo.
Asimismo, remarcó que el plan de la OMS para alcanzar ese objetivo apunta a un modelo “90-70-90” que significa el “90 por ciento de cobertura vacunal; el 70 por ciento en el tamizaje de lesiones en el cuello uterino y el 90 por ciento de la realización de tratamientos en las mujeres a las que se le detecten”.
Por ello, si bien “es un gran logro a nivel país, que va en línea con lo que se ha hecho, Argentina siempre ha liderado la prevención del cáncer cervicouterino”. De igual modo, Picconi remarcó que “hay que seguir trabajando” para alcanzar esos porcentajes propuestos por la OMS para erradicar el virus.
En este sentido, apuntó a la concientización de la sociedad en general y la importancia de “remarcar a los padres que tienen que llevar a sus hijos e hijas a vacunarse contra el VPH a los 11 y a todas las mujeres, a partir de los 30, que hagan sus controles ginecológicos”.
Y celebró: “En nuestro país tenemos un triángulo virtuoso que está constituido por el Programa de Prevención de Cáncer Cervicouterino, la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles y nuestro Laboratorio Nacional y Regional de Referencia de VPH en el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas del Anlis-Malbrán. Estas tres puntas sostienen la estrategia integral del cáncer cervicouterino en Argentina, todas trabajan bajo el paraguas del Ministerio de Salud de la Nación y son un ejemplo como país a nivel regional”.