Por: Paulo Menotti/ Especial para El Ciudadano
“Me interesó el caso Vicentín y desde un comienzo me puse al tanto de las noticias, de su llamado «estrés financiero» en diciembre de 2019 aún durante el mandato de Mauricio Macri. En ese entonces, que esta empresa, una de las más importantes de Santa Fe, entrara en ese proceso llamaba la atención. Porque está en un sector muy rentable y a la vez demuestra que es un sector muy opaco también. Al mismo tiempo, se sabe muy poco de lo que pasa en el río Paraná y ese es otro tema que me interesó desde un inicio. Se dice que a la Argentina siempre le faltan dólares tanto en crecimiento como en crisis, y por eso me interesó qué es lo que pasa por el río Paraná. La extranjerización, por ejemplo. Por eso, el caso Vicentín engloba muchos de estos temas desde lo económico a lo judicial, y lo social también con tanta gente apoyando a una empresa sospechada de cometer tantos delitos. Cuando Alberto Fernández anuncia la intervención y el proyecto de expropiación de la empresa, y el tema explota en la sociedad con marchas a favor y en contra, yo ya estaba metido decididamente en este proyecto fílmico”, expresó Andrés Cedrón el director de la película Cuellos blancos. El caso Vicentín, el documental que investiga y refleja los pormenores de la empresa exportadora de cereales y sus controvertidas prácticas de negocios.
Historia de una estafa
En 2019, la empresa Vicentín pidió un préstamo millonario al Banco Nación mientras Mauricio Macri, en la presidencia de la Nación daba el visto bueno debido a que la firma tenía problemas económicos. Un año más tarde, ante la presentación de quebranto financiero de Vicentín, situación que dejaba sin cobrar a miles de productores rurales y con el riesgo de perder su empleo a cientos de santafesinos, el presidente Alberto Fernández amagó con su estatización pero rápidamente retrocedió debido a una protesta en las calles por esa medida.
“Desde un comienzo se informó mal a la población cuál era la función de la empresa y qué actividades había realizado, qué prestamos había tomado y no había pagado. Me parece que también se informó mal la importancia que tenía que el Estado se quede con esa empresa. Porque se podía transformar en una empresa testigo de un sector opaco. Y que no quede en manos extranjeras como posible o, mejor dicho, seguramente va a quedar. No sólo se informó mal si no que también se actuó mal con los actores. Por ejemplo, los directivos del Banco Nación se enteraron por las noticias de la televisión. Igual pasó con los trabajadores e incluso con los del gremio de los aceiteros. Se articuló mal con las organizaciones y con la gente que ya estaba implicada en este tema. Estos venían investigando y proponiendo soluciones al tema de Vicentín y estaban de acuerdo en intervenir a la empresa, pero no de esa forma improvisada”, opinó Cedrón.
¿Todos somos Vicentín?
No todos estuvieron de acuerdo con esa protesta y muchos pensaron que el Estado debía hacerse cargo de esa empresa o, por lo menos, que se controle en mayor medida a esas empresas. “En un principio creo que a todos nos pasó que, este caso nos recordó a la protesta por «La 125». En el sentido que es un sector que está motorizado por los medios hegemónicos de comunicación que salen en defensa de lo que llaman «el campo». Dentro de la palabra «campo» engloban a muchos actores distintos como pueden ser los chacareros, los productores, los pools de siembra o, en este caso, una agroexportadora, una empresa que compra y vende, que produce aceite y harina pero que no tiene que ver con aquellos que trabajan la tierra. En este caso, la situación era muy dispar porque se ponían en riesgo una empresa de origen nacional, puestos de trabajo que se podían perder y cientos de acreedores que eran pequeños productores rurales que no podían cobrar. La diferencia con «La 125» era que el Estado el que salía a procurar salvar a esta empresa, los puestos de trabajo y los créditos impagos que debían cobrar los chacareros”, opinó el director del documental.
La gran estafa
De acuerdo a la opinión de Cedrón, el Caso Vicentín se asemeja a la del caso del frigorífico Swift-Deltec, de hace más de cincuenta años.
“La sociedad no los ve a los empresarios de Vicentin como delincuentes o a otros que evaden impuestos y eso es una cuestión cultural analizada desde muchas perspectivas. El término o concepto «cuellos blancos» busca dar una explicación en base a estudios que hizo un estadounidense, Edwin Sutherland en los años 30 después del crack financiero de 1929 donde empresarios y banqueros se habían enriquecido y la población a partir de prácticas criminales mientras la sociedad los seguía viendo como hombres respetables de negocios.
Por eso, este documental aborda las distintas aristas que tiene este caso como es la económica, la judicial y la social”, explicó el cineasta de acuerdo a cómo analizó el caso que se presenta en su película.
La película fue estrenada el pasado 20 de junio en el cine El Cairo, “a sala llena con 400 butacas y quedando gente afuera. Durante ese mes pasaron dos mil espectadores. También se pasó en el cine América de la ciudad de Santa Fe. El 26 de julio se estrenó en el Cine Teatro Español de Reconquista y fueron 350 espectadores”, contó el cineasta con satisfacción sobre la difusión del film.
Además de estas presentaciones, está planeado que en febrero el cine El Cairo pueda a volverla a pasar en un ciclo de las películas más vista del 2024. Cedrón está difundiendo su trabajo debido a que el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) solo les programó su proyección en dos salas de los espacios INCAA del país, en La Rioja y en Chacabuco.
“Por eso hemos optado por una distribución alternativa con más de 70 funciones en centros culturales, universidades, sindicatos y agrupaciones políticas de todo el país. De esta forma hemos alcanzado 6.500 espectadores y esperemos sean muchos más”, finalizó Cedrón.