“Eran cinco, enfierrados. En 15 minutos se llevaron todo en mi camioneta. Las seis armas que se llevaron eran de mi papá; para nosotros tienen un valor especial porque se murió hace un año. Se llevaron las últimas fotos de él”, se lamentó Leonel ayer por la tarde al reconstruir el asalto que sufrió en su local El Viejo Pescador, ubicado en 27 de Febrero y Río Manso, en la localidad de Pueblo Esther. Los pesquisas indicaron que la Citroën Berlingo gris plata de la familia asaltada no había aparecido, al cierre de esta edición.
Leonel tiene 20 años, vive con su mamá y su pequeño hermano detrás del negocio de pesca y camping que heredó de su padre. El local está en calle 27 de Febrero; en la cuadra hay casas con grandes jardines adelante y mucha vegetación. El Viejo Pescador es el único negocio –también tiene productos de almacén– en los metros que se recorren desde la ruta provincial 21 hasta el río.
“Te llenás de preguntas. Eran las 9 de la mañana. Entraron dos pibes de entre 20 y 25 años. Pidieron facturas, se las preparé, me dijeron que querían tres más. Cuando me agaché me encañonaron: «Quedate quieto que esto es una entregada» y se pusieron a buscar todo”, reconstruyó Leonel.
La víctima describió que sabían dónde estaba todo. Una vez que los dos falsos clientes redujeron al propietario, aparecieron otros tres de la misma edad con gorras. Ataron a Leonel en el comedor. Su hermano menor estaba durmiendo con su madre y al escuchar ruidos se levantó para buscar a Leonel, quien ya estaba atado en el comedor. Uno de los integrantes de la banda le puso una pistola en la cabeza a la mujer y le dijo que se quedara tranquila, que era una batida y que le dieran la plata. “Había 2.000 pesos en efectivo para proveedores y un cheque casi por la misma plata. Se llevaron una play portátil, cuchillos, carpas, paño para tejido, reeles, anzuelos, los televisores LCD y una notebook. También desconectaron la cámara de seguridad de la CPU y se llevaron la computadora completa: estaban filmados, pero se lo llevaron. Nuestros celulares y las billeteras con los documentos y las tarjetas de crédito. Todos nuestros documentos”, agregó. Leonel enumeró las cosas que le sacaron y que sabe que no va a volver a recuperar, pero se detuvo en las seis armas, en el celular de su padre y la cámara fotográfica que se llevaron porque todos estos objetos tenían el recuerdo de su padre, quien falleció en enero de 2014: “Tenían otro valor para nosotros”.
Leonel señaló que le llama la atención el asalto, no sólo por la precisión sino también porque en la zona nunca entraron a robar con los dueños en el interior de la vivienda. “El que hablaba por teléfono fue a buscar las armas: tres escopetas calibre 20, una calibre 12, una carabina 3.57 y una pistola 22, dos de ellas con la documentación, las otras no me acordaba donde estaban. Las vio y le dijo al que estaba del otro lado de la línea: «Sí, ya las encontramos. Listo»”, continuó.
Los cinco jóvenes asaltantes cargaron el botín en la Berlingo gris plata –dominio EQK777– de la familia, se tomaron su tiempo para cortar los cables del espejo lateral, ubicado en la puerta del conductor, que estaba colgando, y se fueron. “Antes de irse, me dijeron que no llamara a la Policía hasta que ellos no desaparecieran porque sino iban a esperar que Agustín –por su hermanito menor– saliera de la escuela y lo iban a cagar a tiros”, relató.
Hasta las 19.30 la familia no había podido tocar nada en el local y vivienda lindera porque el gabinete criminalístico no había aparecido. Estaban con sus recuerdos desparramados, como le dijeron a la Policía, a la espera de que llegaran los encargados de levantar rastros.