“Cuando comenzó la pandemia me quedé sin trabajo” es una frase que se repite en distintas partes del país y del mundo. La particularidad de Roxana, vecina de barrio Las Flores de la ciudad de Rosario quien tuvo que dejar de asistir a la peluquería donde trabajaba, es que decidió usar su tiempo libre para ayudar a quienes aún más que ella lo necesitaban.
“El encierro me estaba haciendo mal, y estando en el barrio me di cuenta que cada vez eran más las familias que salían a pedir comida principalmente, parejas donde ambos quedaron sin ingresos. Por suerte mi marido es metalúrgico y pudo seguir trabajando, entonces le pedí que me ayude a ayudar”, cuenta Roxana. Así nació el merendero Mujeres Felices, ubicado en Acoyte al 1300.
“La gente me manda fotos y me llenan el corazón. Le pusimos ese nombre por eso, por la satisfacción y la felicidad que nos genera poder ayudar”. Roxana detalla que además de hacer rifas y sorteos para seguir comprando productos, también adquieren y reparten semillas de frutas y verduras para que los vecinos tengan la posibilidad de tener su propia huerta tanto para uso personal como para abastecer al merendero.
Cuenta la encargada de Mujeres Felices que comenzaron comprando y preparando meriendas con mate cocido con leche y pan. Si bien eran muchos los vecinos que necesitaban de esta merienda, también eran muchas las mujeres que comenzaron a ayudar. Así fue como salieron con un altoparlante a invitar a todos los vecinos para el primer encuentro al que asistieron 13 familias. A la fecha son 100 las familias que llegan desde diferentes puntos, por lo que Roxana y las demás voluntarias vuelven a pedir ayuda para ayudar.
“Hoy sigo sin trabajo así que sigo ayudando a la gente. Tengo un hijo de 31, uno de 28, y una nena de 15. Sufro ataques de pánico y esto me saca un poco adelante, pero ahora me pongo mal porque tengo que dar un poquito menos que antes”, agrega la vecina ante la demanda que viven en el barrio.
Son 300 a 400 raciones por día, tres veces a la semana. También sumaban un almuerzo una vez a la semana, que tuvieron que suspenderlo porque no tenían la cantidad suficiente para los asistidores. “Yo todavía tengo gente que me trae paquetes de fideos, lentejas y trato de armar bolsos. En el barrio la situación es complicada, con familias que trabajaron toda su vida, y actualmente parejas enteras que se quedaron sin trabajo. Llegan con vergüenza a pedir ayuda, pero lo hacen porque necesitan, sobre todo para sus hijos”, describe Roxana.
Si bien la merienda la entregan tres veces a la semana, trabajan todos los días para poder llegar a la cantidad de raciones demandadas. “Yo cocino dentro de casa, tengo un garage donde puse un mechero y la olla para la leche”, cuenta Roxana, agregando que mantienen todos los cuidados sanitarios y que la gente asiste con barbijos que ellas mismas enseñaron a usar y les entregaron al comienzo de la pandemia. También reciben ropa, que se encargan de seleccionar y distribuirlas a las familias.
Con respecto a la ayuda que reciben del Estado, la vecina de la zona sur de Rosario explicó que reciben ayuda por parte de Desarrollo Social de la Provincia de Santa Fe, llega mercadería de manera particular de algunos funcionarios públicos que sirve para armar bolsones y dárselos a la gente, y también desde el Municipio recibieron 60 frazadas previo al invierno, que se sumaron a las que ellas mismas pudieron tejer. Asimismo buscan dar a conocer sus acciones para que otras organizaciones y empresas privadas puedan aportar su granito de arena.
Para comunicarse con el merendero Mujeres Felices, hacerlo al número 3416887174.
Por Matías Zupel | Fundación Rosario