Un suboficial, de 28 años, fue ejecutado de seis disparos en la cabeza este lunes por parte de dos desconocidos que subieron a su auto en la cuadra de Larralde y Dean Funes. Al uniformado sólo le faltó su arma reglamentaria y en el interior del Peugeot 308, los investigadores hallaron siete vainas servidas calibre 9 milímetros y una en la calle. Hace cinco años atrás, su padre Mario Eduardo “Negro” Ibarra, de 49 años y policía retirado, fue asesinado cuando conducía un remís en un hecho caratulado como un intento de asalto en barrio Ludueña.
De acuerdo con fuentes policiales y judiciales, este lunes a las 21.30 un llamado al 911 alertó que en inmediaciones de Larralde y Dean Funes había una persona herida de arma de fuego en el interior de un automóvil. Cuando el personal de la seccional 32ª –con jurisdicción en la zona– llegó al lugar se encontró con un Peugeot 308 color negro estacionado por calle Larralde antes de llegar a Dean Funes en la ochava sureste frente a la Escuela Nº 6018 Victoriano Montes. Tenía abiertas las dos puertas delanteras y la trasera del lado del conductor y en su interior estaba el cuerpo de un hombre.
La víctima fue identificada como Cristian Ezequiel Ibarra, de 28 años y suboficial policial, quien prestaba servicio en la Oficina de Gestión Judicial (OGJ), indicaron los voceros del caso para agregar que la persona que llamó al 911 manifestó que dos desconocidos habían salido corriendo desde el interior del auto y pudo advertir que uno de ellos se llevaba algo en las manos que supuso eran pertenencias de la víctima.
El fiscal de la Unidad de Homicidios Dolosos Miguel Moreno quedó a cargo de la investigación y este martes al mediodía brindó una conferencia de prensa donde precisó detalles de la ejecución. El funcionario aclaró que Ibarra desempeñaba funciones en la delegación de los Tribunales provinciales de Balcarce y avenida Pellegrini y que no se encontraba de servicio, ya que estaba con carpeta médica por un accidente de tránsito.
Con respecto a la mecánica de la ejecución, Moreno explicó que tenía al menos seis impactos en el cráneo y que no tenía heridas en otras partes del cuerpo. “La dirección de los disparos dieron cuenta de que se produjeron adentro de su vehículo, el cráneo cuenta con 12 orificios: cinco con entrada y salida, uno con un orificio sólo de entrada y posee otro orificio –del cual no hubo especificaciones en el examen preliminar–”, dijo el fiscal para agregar que los tiros fueron realizados a la altura de la nuca y del parietal y occipital derecho.
“Cuando llegamos, el vehículo estaba apagado y tenía tres puertas abiertas: la del conductor, la del acompañante y puerta trasera del lado izquierdo. La víctima no vivía por la zona, sino que era oriunda de barrio Ludueña, y era el titular registral del automóvil”, explicó Moreno para señalar que la hipótesis del robo está casi descartada debido a que sólo faltó su arma reglamentaria.
En ese marco y por las características del asesinato, los investigadores no descartaron que el móvil esté relacionado con la venta de estupefacientes, dijeron las fuentes judiciales.
Los pesquisas indicaron que en el lugar del hecho hallaron siete vainas servidas calibre 9 milímetros en el interior del 308 y una octava fue hallada en la calle. En tanto, también lograron constatar que el auto tenía dos impactos de vieja data en el guardabarro trasero.