Llegó el día. Se acabó la televisión abierta y volvió el fútbol en los bares, con un entusiasmo relativo, tal vez por el horario: las 11 de la mañana de un domingo. Jugaba una versión alicaída de la Lepra contra otra formación de escaso poder como Chacarita.
Faltaban cinco minutos para las 11 y los parroquianos, lentamente, se iban acomodando en el bar de Uriburu y la vía. Había de todo: padres con hijos, vecinos, clientes que saludaban a la moza y jóvenes que arribaron en motos. El clima era de sorpresa, como que la situación de volver a los bares los agarró desprevenidos. Es que nunca quedó muy claro desde que momento se implementaba el pack Premium para poder mirar futbol. Ahora, quedó claro: desde ayer se acabó lo que se daba y los bares van preparando de a poco.
“Volvió el fútbol codificado, hay poner el cartel”, le reclamaba el encargado del establecimiento a un empleado. “Sí claro, pero también hay organizar los horarios, yo sola no puedo con todo”, se la lamentaba la camarera, mientras disparaba cortados y medialunas.
A propósito, en el entretiempo, uno de los empleados corrió, literalmente, a la panadería más cercana. Había pasado lo impensado para un domingo: se terminaron las facturas y los bizcochos.
Luego de las primeras seis fechas de la Superliga se cumplió el plazo que el gobierno nacional acordó con las empresas Fox y Turner (actuales dueños de los derechos de televisación) para que el fútbol siga siendo abierto. Un negocio redondo: las compañías de cable ya se aseguraron 240 millones por el pack fútbol.
Como sea, por un lado están aquellos que no renunciarán a la comodidad e intimidad de su hogar y optarán por pagar el abono de 300 pesos para poder ver los partidos en casa. Sin embargo, existen otros que no podrán hacerlo y volverán a las mesas de los bares, a compartir momentos con los conocidos de siempre o con desconocidos de turno, pero que sólo el futbol puede unir.
El partido de ayer lo transmitió Fox y la calidad de la filmación deja bastante que desear. No importa. Hay que pagar. El que quiera futbol gratis que se vaya “a vivir a Cuba”, como dijo el ilustre Fernando Niembro.
“La verdad es que para nosotros termina siendo una inversión favorable, porque se pagan 300 pesos al mes y eso se recupera con facilidad. Es preferible hacer esa inversión que encontrarnos con gente que llega y se va a otro bar porque no puede ver el partido acá”, le explicaba un presunto responsable a un cliente, al cual el futbol no le interesaba y se quejaba del bullicio. En cambio, para muchos de los allí presentes era como volver a empezar.
