El gobierno provincial lanzará en agosto próximo (depende de cómo siga la emergencia sanitaria en el contexto de pandemia) el programa Santa Fe Más, que será una continuación del Nueva Oportunidad. Es una política de inclusión socio – productiva y propone la articulación entre sindicatos, empresarios y organizaciones de la sociedad civil con el Estado para generar instancias de formación. Está destinado a jóvenes, de entre 16 y 30 años.
«El programa apunta a encontrar un equilibrio entre la contención social y laboral. La igualdad real se da cuando estos jóvenes pueden elegir cómo desenvolverse como cualquier otro», dijo a El Ciudadano, Julia Irigoitía, directora de Inclusión Socioproductiva del Ministerio de Desarrollo Social provincial.
Los espacios formativos estarán distribuidos por todo el territorio y servirán como herramienta de acercamiento para diseñar estrategias de abordaje integrales. De esa manera, se buscará reducir las violencias apostando a la generación de infraestructuras sociales para reconstruir los vínculos comunitarios y de una logística territorial que permita atender las demandas de cada lugar.
Se propondrá un recorrido por el programa con un máximo de dos años. En la primera etapa, cada joven transitará por módulos de formación. Una vez concluidos, y de acuerdo con el perfil de cada grupo, se planificará junto al Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social la vinculación con empresas para generar prácticas laborales, o con el Ministerio de Producción para la constitución de unidades productivas, cooperativas u otras formas asociativas.
-¿Cómo será la continuidad del programa?
-Se va a seguir articulando con los mismos actores. El programa está dirigido a jóvenes, de entre 16 y 30 años, que están desvinculados de los circuitos laborales y educativos formales, y que tiene como aliados estratégicos a las organizaciones sociales. Santa Fe tiene 14.500 beneficiarios y en Rosario hay 8.500.
-¿La propuesta es la misma?
-Es diferente. Pensamos en instancias de formación que tienen que ver con aprender haciendo. Es decir, que tengan las herramientas para que el día de mañana puedan insertarse en el mundo laboral, y enfocarse en la construcción de grupalidad.
-¿Cuáles son los pilares del programa?
-Desde el Ministerio de Desarrollo Social como autoridad de aplicación, se plantea como un programa transversal a todas las carteras provinciales. Es decir, se articula con el Ministerio de Educación, Trabajo, Producción, Seguridad, Salud y con la Secretaría de Género y Derechos Humanos. Si bien las instancias formativas son la herramienta concreta, lo que se pretende es que sirvan para hacer un abordaje integral de los sujetos, con poder canalizar las distintas demandas que van apareciendo en territorio para que las áreas que corresponden les de una respuesta. El trabajo es el eje que estructura y la intención es que los jóvenes vayan adquiriendo conocimientos para proyectarse en un empleo.
-¿Cómo son las etapas?
-Se plantean dos etapas. La primera es el proyecto formativo y la segunda, son las estrategias de egreso. Es decir, plantear mecanismos para que los jóvenes se emancipen del Estado. Por un lado, hacer una instancia de práctica laboral en alguna empresa, fábrica, en un ámbito del sector privado. La segunda, tiene que ver con una vinculación de producción y (entendemos que será la más prolifera), que es poder acompañar la constitución de unidades productivas o cooperativas, y sobre todo, la planificación y colocación de los productos o servicios que se elaboren.
-¿Cuáles son los aportes del proyecto?
-El programa es una herramienta para reconstruir un tejido social que viene muy castigado. Evaluamos que los jóvenes destinatarios, son víctimas y protagonistas de la violencia que se vive en los barrios. Por eso, entendemos que el programa puede servir para reconstruir vínculos en la comunidad que están insertos. En muchos de casos, está relacionado con economías delictivas, con la problemática del consumo, están desvinculados de las escuelas, son los excluidos de los excluidos. Si se los iguala en oportunidades con el resto de lo jóvenes, también pueden proyectarse en su vida. El Estado llega hasta un determinado punto y por eso en algunos casos, es necesario llegar a través de las organizaciones sociales.
-¿Incluye a jóvenes en contexto de encierro?
-Pensamos en el adentro y en el afuera. Los jóvenes que obtienen su libertad y venían trabajando en el encierro en el marco del programa, el enfoque es tejer redes para que pueda sobrellevar el afuera. Pensarse y proyectarse, tanto mujeres como varones.
-¿Cuál es el desafío?
-En los grupos que se venía trabajando, falta una vinculación entre las distintas propuestas que evaluamos y que las potenciarían las productivas. Es decir, a lo que producen y generan. Por ejemplo, un taller textil les pueda brindar cofias a la industria alimentaria, y de esa manera, se puede generar la pertenencia.
-¿Cuáles son los talleres que brindan?
-En Rosario funcionan unos 600 talleres, que están distribuidos entre 28 localidades de la provincia. Entre ellos, huertas, panificación, repostería, peluquería, barbería, estética, reciclado de elementos electrónicos, confección de baldosas calcáreas y hasta espacios de comunicación para prestar servicios audiovisuales e impresión de folletos, entre otras cosas.
-¿En qué zonas trabajan?
-Mayoritariamente trabajamos en zona oeste. Santa Lucía, Empalme Graneros, La Florida, La Cerámica, Las Flores, Triángulo, entre otros.
-¿Contempla un incentivo económico?
-Mientras dure el proceso se contempla un incentivo que percibirán los jóvenes, cuyo monto dependerá de cada etapa. Este tendrá como contraprestación aportar al mejoramiento de la calidad de vida del entorno próximo. Los trayectos plantearán mecanismos para que vuelvan a la comunidad los recursos invertidos en el programa. Además, los jóvenes deberán revincularse con los ámbitos de educación formal para terminar sus estudios primarios y secundarios.