Sebastián Kohan Esquenazi realiza un virtuoso trabajo de memoria en Buscando a Panzeri, un film documental que vuelve sobre los pasos del conocido aunque olvidado periodista deportivo y que confronta desde la reconstrucción del personaje la actualidad de una especialización degradada en su ejercicio por los intereses económicos, el amarillismo y el show business.
El film, rodado entre 2014 y 2018 y que había sido elegido para formar parte de la Selección Oficial del Bafici 2020, suspendido por la pandemia, se puede ver desde este viernes a través de streaming por la plataforma Puentes de Cine (www.puentesdecine.com).
“La figura de Dante Panzeri (1921-1978) es paradigmática en varios aspectos”, sostiene Kohan Esquenazi, quien marca que es de los nombres más citados y menos leídos en la actualidad del periodismo argentino y del periodismo deportivo en particular.
Emblema de una forma de hacer periodismo donde primaba la meticulosidad del oficio, la reflexión crítica y la conciencia ética, Panzeri se inició como redactor deportivo en El Gráfico a comienzos de la década del 40 y fue director de la revista desde fines de los 50 hasta 1962.
Trabajó además en múltiples medios: las revistas Así, Goles y Satiricón, también en el diario La Prensa, y alcanzó popularidad como columnista del noticiero central de Canal 11 cuando la pelota no tenía el protagonismo mediático que adquirió con el paso de los años.
Panzeri murió meses antes del Mundial 78, al que se oponía en forma férrea y pública y, según el director del film, “muere por intentar cambiar un mundo imposible de cambiar”.
“Panzeri es muy interesante porque construyó una especie de teoría crítica, como dice Matías Bauso en el documental, pero no desde la sociología. No era de la Escuela de Frankfurt, no hablaba del fútbol como lo haría un intelectual sino que hablaba del fútbol desde adentro del fútbol”, señaló Kohan Esquenazi a la agencia de noticias Télam desde la ciudad de México, donde vive hace dos años y donde se encuentra trabajando en la etapa de posproducción de su próximo documental.
“No es que piensa desde la academia y cuestiona –agregó el realizador–; no habla de la sociedad y desde ahí construye una teoría crítica del fútbol, sino que habla de fútbol, de juego, y desde ahí construye su teoría crítica y cuestiona al fútbol, a la industria, a la sociedad. Para hacer esto no necesita salir de la cancha de fútbol y no lo hace”.
La película empieza a gestarse en 2012, cuando una editorial española le pide a Kohan Esquenazi la reedición de un libro referido al fútbol que pudiera ser rescatado del olvido y, sin conocerlo previamente, el director del film da con Fútbol, dinámica de lo impensado, un material de 1967.
“Es un libro increíble, es como una teoría de cómo comienza a tecnificarse el fútbol, de cómo lo lúdico y lo espontáneo empieza a transformarse en una técnica que va controlando el juego. Es un libro de teoría y es denso, y después hay otro muy bueno, una recopilación de sus artículos que hizo Matías Bauso, Dirigentes, decencia, wines, que es lo que Panzeri decía que le faltaba al fútbol argentino”, dijo el realizador acerca de cómo fue ese primer encuentro con la figura de Dante Panzeri.
La película habla de Panzeri pero al ir configurando el personaje es imposible no confrontarlo con lo que es hoy el modelo hegemónico del periodismo deportivo. «La polémica actual en el fútbol es una mentira, es como que rige la idea de «armemos una polémica discutiendo mucho de cosas que no son polémicas», porque lo importante es que esa polémica armada en los programas televisivos no toque los intereses de nadie. En el fútbol de hoy no podés tocar los intereses empresariales y, en realidad, tampoco podés tocar mucho la idiosincrasia nacional, algo que Panzeri veía con una claridad increíble, pero su pensamiento fue eliminado, aun cuando goza de un prestigio y un respeto absoluto entre unos pocos y consecuentes seguidores”, evaluó el director.
Y acerca de lo impenetrable de la idiosincrasia nacional, profundizó: “Hay una idea de que la Argentina es el mejor país para el fútbol pero es un mito, porque se juega bien pero se juega triste, hay mucho resultadismo, mucho bilardismo, una pasión mal encarada, una frustración permanente; en Argentina, las finales no se juegan, se ganan, y lo paradójico es que este pensamiento pragmático, feo, medio cobarde, no es eficaz, porque hace años no ganamos nada, en este contexto, Panzeri se convierte en una voz urgente, necesaria, el tipo era defensor de lo lúdico, del juego; la esencia de su pensamiento está basada en eso”.
Panzeri trabajó en televisión, sin embargo en la película las escenas sobre eso son recreaciones. “Me encantaría ver esos programas pero no sabemos dónde está ese material, no existe, se perdió, lo que me llena de tristeza. Se dice que hizo llegar el fútbol a la mujer porque aparecía en la televisión en horario central cuando la televisión era el centro de todo, pero ese Panzeri casi que no sabemos cómo es porque no lo vimos, no hay fílmico, los archivos se perdieron o se quemaron”.
Exilio, fútbol y migraciones
“Nací en Buenos Aires hace 38 años, viví ahí tres meses y me fui. Viví en México, en Chile, en España y volví a la Argentina 30 años después. Amo el fútbol como pocas cosas, sin embargo no tengo equipo, lo fui perdiendo en los trayectos: fui de Los Pumas de la Unam, de Colo Colo, del Villarreal, de Huracán, entre otros”, con esta nota autobiográfica Sebastián Kohan Esquenazi arranca su entretenido y revelador documental Buscando a Panzeri.
Hijo de madre chilena y padre argentino, el realizador nació en Buenos Aires en 1979 y, meses más tarde, había llegado con sus padres por tierra a Paraguay huyendo de la sangrienta dictadura argentina.
“Al año estaba en México, donde viví hasta los 12, fui a Chile en 1991, a los 19 años me fui a España donde viví nueve años, un poco hice el camino del desarraigo, que es algo común en mi generación con padres en el exilio: es más cómodo moverse que quedarse en un sitio”, contó con un tono de voz extraño, que no es mexicano, ni chileno ni argentino pero que incluye algo de esas identidades partidas.
“Mucho más para los chilenos, que tuvimos un exilio más largo, en Chile duró 17 años, no fue como en Argentina que fue traumático pero mucho más breve. Cuando volvimos a Chile, además, nos encontramos con una sociedad muy autoritaria, gris, muchos de los que regresamos después del exilio nos volvimos a ir. Hice cuarto y quinto año del secundario en Argentina y volví a vivir en el país entre 2007 y 2018, ahí me argentinicé”, repasó.
Todo esto se relaciona no sólo con su pasión por el fútbol y su camino errante sino porque en estos momentos se encuentra en la etapa de montaje y posproducción de su próximo documental: Villa Olímpica. Recuerdos de un mundo fuera de lugar.
“Hace dos años volví a México para una investigación sobre esta película que estoy terminando y es sobre el exilio latinoamericano en México y sobre los hijos del exilio”, adelantó.
“Villa Olímpica –explicó finalmente– es un condominio habitacional construido en México en 1968 para alojar a los atletas de las olimpíadas de ese año y que cuando finalizaron fue deshabitado. En el momento en que empezaron a llegar los exiliados sudamericanos a México, muchos habitaron ese lugar con capacidad para 5 mil personas. Ahí llegaron a vivir 3 mil exiliados y se generó una micro América latina en el sur de la Ciudad de México, un poco de todo eso y de esas infancias latinoamericanas habla la película”.