«Me gustan los personajes complejos, como somos las personas, creo que ahí aparecen las películas más interesantes. A mí me interesa explorar la culpa», dijo el director en una entrevista con la agencia de noticias Télam sobre la película que debió estrenarse en al menos cien salas, pero que debió ir directamente al streaming dadas las restricciones producto de la pandemia de coronavirus.
Así, al igual que en su primera ficción El Patrón, radiografía de un crimen con el recordado Hermógenes (Joaquín Furriel), el espectador se puede encontrar con personajes cuyos espejos le muestran una versión antagónica de lo que ellos creían ser, pero que tampoco es una visión acabada de sí mismos, sino que, por el contrario, es complementaria.
Alicia (Cecilia Roth) e Ignacio (Miguel Ángel Solá) son un matrimonio que lleva una buena vida en su piso de Barrio Norte, con sus amistades de la alta sociedad, las clases de yoga a domicilio y su empleada doméstica, cama adentro, que les resuelve todos los problemas.
Sin embargo, el hijo de ambos se encuentra en un proceso judicial por diversos hechos de violencia de género. Ignacio lo acompaña, aunque se le nota cierta resignación. Alicia, por el contrario, va a hacer lo imposible por salvarlo de la cárcel. Y en el medio un hecho aberrante que involucra a su mucama sacude los cimientos del matrimonio y crea una nueva dimensión dentro del film.
Si bien el cine de Schindel tiene un tratamiento que lo acerca al thriller y al policial, con investigaciones judiciales que marcan el ritmo de las historias, también tienen un anclaje en la literatura rusa, sobre todo en Fyodor Dostoievsky, con esa ambivalencia de personajes crudos y reales, en los que conviven el bien y el mal de forma natural.
«Cuando la gente vio El Patrón casi que festejaba el momento horrible en el que Hermógenes mata a su patrón. Creo que por suerte se entiende eso en la película. Acá pasa lo mismo, aunque no quiero entrar en spoilers. Sucede un hecho que pasa mucho en Argentina, con mujeres arrinconadas en un lugar donde la sociedad las llevó a hacerlo», explicó el realizador.
Inspirado en casos reales, aunque con la libertad que da la ficción, Schindel no sólo pone el foco en las penurias de ciertas mujeres, sino también en cómo las trata la justicia y en cómo la sociedad juzga con frialdad hechos que tienen un complejo entramado.
En la película, el director deja plasmado que la fría letra de la ley a veces no acompaña el candor de los hechos. «Eso es así y eso nos lleva a rever el tema de la Justicia. Hay una curiosidad. Yo investigué mucho para hacer la película y en el Código Penal original hay crímenes intrafamiliares que son atenuantes porque, en realidad, están ocultando otros, y para el Código Penal actual, esos mismos crímenes son agravantes. Cuál legislación es más humana, hay que preguntarle a los juristas. Son conflictos que no tienen solución», expresó el director sin develar demasiado acerca de la trama del film.
En su tercera película, el también director de El Hijo, pone también en discusión el rol de la sociedad frente a estos casos. «Leí un libro de la antropóloga Beatriz Kalisnky en el que entrevistó a más de una docena de mujeres, tratando de entender el contexto. Son víctimas de una sociedad enferma, que viven en la marginalidad de los suburbios. Lo que sucede en el film es en pleno Barrio Norte y eso nos pone incómodos. Y uno de los grandes temas es el amor de la madre por su hijo, que es a prueba de todo. Es la historia de tres madres que van a hacer cualquier cosa por protegerlos. Los padres tienen una relación distinta. Cada familia es única», analizó.
Con respecto a la actualidad, el realizador también opinó acerca de cuánto más se puede aguantar sin trabajar en un rubro como el suyo: «Mucho más no se puede. Es muy duro; en otros países ya han vuelto los rodajes con protocolos. Tenemos que encontrar protocolos que cuiden la salud, el trabajo y la economía. Hay colegas que la están pasando muy mal. El técnico de cine, que tienen relación de dependencia por contratos temporales, no recibió ningún tipo de ayuda. Y ahora nos damos cuenta que los productos audiovisuales son más necesarios que nunca. Y también por la economía local, para atraer divisas e inversiones a Argentina. Es un motor económico muy importante».
Y cerró hablando acerca de cómo imagina el futuro: «Yo deseo todo lo mejor, que cuando vuelva la normalidad sea mejorada, más atenta al medio ambiente y a las cosas íntimas; con más justicia social. Esperemos haber sacado algo positivo de esto. Después de la Segunda Guerra Mundial salió la ONU (Organización de las Naciones Unidas)».