Un muchacho, de 25 años y oriundo de Perú, preso desde junio pasado en la cárcel de Piñero por comercio de estupefacientes digitó la compra de siete kilos de cocaína de máxima pureza. El proveedor, con base en Echesortu y de muy bajo perfil, no quiso dejar de controlar tanto la entrega como el cobro de la mercadería y se presentó este martes por la noche en la esquina de Amenábar y bulevar Avellaneda. Lo que no sabían era que la operación estaba monitoreada por la fiscal Adriana Saccone, quien supervisó al personal de la División Antinarcóticos de la Policía Federal Rosario. Los pesquisas detuvieron al quinteto involucrado en la venta, lo que dio lugar al operativo bautizado por los uniformados como Coronas Blancas. Tras 11 allanamientos ordenados por el titular del Juzgado Federal Nº 3 Carlos Vera Barros, la fuerza federal se incautó de unos 16 kilos de cocaína de máxima pureza, poco más de 12 millones de pesos –entre moneda nacional y estadounidense– junto a gran cantidad de documentación para la causa.
A mediados de junio último, la fiscal Adriana Saccone solicitó allanamientos luego de que el personal de la División Antidrogas de la Policía Federal en Rosario descubriera que un ciudadano de nacionalidad peruana era el proveedor de cocaína de una conocida banda de la zona sur de Rosario y también de una gavilla de la zona oeste. Los operativos tuvieron el nombre de Septiembre Blanco y comenzaron cuando las fuerzas federales le cortaron el paso a un auto que hacía delivery de drogas en la ciudad.
Los allanamientos siguieron para dar con el joven sindicado como abastecedor de cocaína que tenía su centro de operaciones en Funes. Fue en ese marco que quedó detenido junto con unas 14 personas y le incautaron más de tres kilos de cocaína. Fue alojado en la Unidad 11 de Piñero.
Por aquel tiempo, las fuentes oficiales indicaron que el muchacho, oriundo de Lima, Perú, tenía contactos con lugartenientes de un hombre de Los Monos, Leandro “Gordo” Vilches, a través de su pareja y con Gustavo “Toro” Martinotti, de barrio 7 de Septiembre y que tenía extensiones en el Mercado de Concentración de Fisherton.
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El personal Antinarcóticos de la Policía Federal Rosario, a cargo del subcomisario Raúl Hirsch, continuó con las medidas supervisadas tanto por la fiscal Saccone como por su secretario Mario Gambacorta. Fue en ese marco que, luego de tres meses, los investigadores descubrieron que se realizaría una transacción de dinero por estupefacientes en la zona de Amenábar y bulevar Avellaneda, en barrio San Francisquito.
La operación sería este martes por la noche y los uniformados prepararon el operativo. Primero advirtieron la presencia de dos autos, un Chevrolet Aveo y un Peugeot 207, y luego identificaron una camioneta Volkswagen Amarok, cuyo conductor transitaba a baja velocidad.
Una vez que los actores estaban en pleno intercambio, los federales aparecieron y apresaron a tres hombres. Mientras que otros pesquisas persiguieron a los ocupantes de la camioneta. De la requisa en los autos, los detectives secuestraron 7 paquetes blancos con el logo bajo relieve de una corona –de máxima pureza– junto con 2.250.000 pesos en efectivo y, en el otro, 750.400 pesos.
Por su parte, al proveedor que conducía la Amarok lo atraparon tras una breve persecución en bulevar Avellaneda y Montevideo. Le encontraron seis celulares, 1.300 dólares junto a algunas joyas.
Para los voceros relacionados con la causa, el proveedor que tenía su centro de acopio en barrio Echesortu es de muy bajo perfil, utilizaba autos que no llamaban la atención y también pensaba que los investigadores no lo habían identificado, por eso se presentó para controlar la venta en San Francisquito.
Los 11 allanamientos
Con base en estos elementos, el juez federal Carlos Vera Barros, a través de la secretaría de Hernán Flores, ordenó 11 allanamientos que se realizaron en el centro, barrio Martin, Echesortu y la zona sur de Rosario, en la ciudad de Funes y en dos celdas de la Unidad Penitenciaria de Piñero.
Tras estos procedimientos, detuvieron a una mujer y en el centro de acopio, ubicado en Castellanos al 900, secuestraron unos 8,5 kilogramos de cocaína, alrededor de 2.100.000 pesos en efectivo, 110.000 dólares en efectivo, municiones varias, 3 vehículos, 25 teléfonos celulares, 2 balanzas de precisión y demás elementos de interés para la causa, dijeron las fuentes para agregar que este jueves por la tarde fue detenido uno de los investigados –que no había sido hallado en su vivienda– en una estación de servicio.
En los 11 operativos, lo que le llamó la atención a los pesquisas fue que dos envoltorios, conocidos como ladrillos, de cocaína tenían otro sello: un gallo, y presumían que esa sustancia es de menor calidad que la que posee la corona, como que también proviene de otro abastecedor.
En total fueron siete las personas demoradas, 3 mujeres y 4 hombres, por infracción a la ley de Drogas 23.737. Para la pesquisas entre estos sospechosos se encuentran el proveedor, los intermediarios y los encargados de la venta al menudeo.
Los réditos del narcotráfico
Las fuentes policiales y judiciales describieron que el octavo sospechoso resultó ser el joven de nacionalidad peruana detenido en los operativos de junio pasado en su casa en Funes. En el expediente figura que este joven, de 25 años, tiene un colaborador que se encarga tanto de mantener trato con quienes los abastecerían de material estupefaciente como de proveer y cobrarles a los encargados de revenderlo al menudeo, algunos de los cuales también fueron identificados y vistos en maniobras de pasamanos, describieron los voceros de la Fiscalía.
“Trabajamos constantemente con el Servicio Penitenciario para tener más controles sobre las personas que están detenidas pero es un fenómeno mundial que también está relacionado con las cantidades de dinero que maneja el tráfico de estupefacientes. Nuestra política no es perseguir al consumidor, al último eslabón de la cadena sino dar con los eslabones más altos como en este caso. Lo que no vamos dejar de hacer es seguir investigando y con ello podemos llegar a este resultado”, dijo este viernes al mediodía el jefe de la Policía Federal, Néstor Roncaglia, en la conferencia de prensa donde presentaron lo incautado en el operativo Coronas Blancas en la sede de la fuerza, ubicada en 9 de Julio al 200.
Roncaglia graficó que cada uno de los paquetes de cocaína con el logo de una corona incautados tiene una pureza de un 80 por ciento. Una vez que llega a destino cada kilo se divide en cuatro y cada uno de ellos arroja 2.000 dosis a 500 pesos cada una.
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