Este lunes se cumplieron dos años de la muerte de Tamara Ayelén Merlo, la joven de 18 años asesinada frente a su pequeño hijo de un disparo en la puerta de su casa de Villa Gobernador Gálvez en un oscuro episodio que tiene a su novio preso, acusado de femicidio. El muchacho, hoy de 23 años y padre del niño, cambió varias veces su declaración. En la primera versión dijo que dispararon encapuchados con intenciones de robo. Más tarde se confesó autor del balazo letal aunque adujo que fue un accidente. Quedó detenido el mismo día del crimen y por eso, el trágico aniversario coincidió con el vencimiento de su prisión preventiva que este lunes se extendió por un año más. La familia de Tamara concurrió a la audiencia y luego realizó un simbólico acto en la puerta del Centro de Justicia Penal para volver a reclamar justicia.
“La causa está encaminada. Hoy se le vencía la prisión preventiva al femicida de mi hija Fernando Damián Godoy. Lo trajeron a una audiencia porque la defensa solicitó domiciliaria, pero se le negó y va a seguir detenido. Nos dijeron que el juicio oral se va hacer en el mes de septiembre”, contó Graciela, mamá de Tamara y agregó: “A mi hija no la recupero más. Pero pido que le den perpetua. Aunque sea me va a traer un poco de consuelo a mí y Tamara va a poder descansar en paz”.
¿Compañero o controlador?
Graciela asume que nunca sospechó de Fernando. Por el contrario creyó que era “re compañero” con su hija porque siempre los veía juntos. “Ahora me doy cuenta que no era compañero, sino que la controlaba”.
La noche del 10 de junio de 2017 Graciela recibió una noticia que la “desplomó”. Había pasado la tarde en familia, en un salón de fiestas por un cumpleaños infantil al que Tamara asistió con su pequeño hijo. A las 21 terminó la fiesta. Graciela recuerda que Fernando pasó a buscar a su hija y a su nieto y se fueron en moto, y que ella volvió a su casa junto a sus cuatro hijos menores. Minutos después de llegar recibió el llamado de una tía que no se olvidará jamás. Tamara estaba en el hospital Gamen herida de un disparo en un intento de robo. Cuando Graciela llegó se encontró con Fernando, con los puños cortados por haber golpeado vidrios del hospital, y con los padres de éste. De inmediato, un médico pidió hablar con un familiar directo de Tamara y le comunicó que la joven había llegado muerta. “Ahí me desplomé. Se me vino el mundo abajo”, dijo Graciela, quien recordó que Fernando también se descompuso por lo que ella le ofreció una pastilla porque tenía la presión baja.
“Es que nunca había sospechado de él. Pero se burló de mí. No sé cómo tuvo tanta sangre fría de mentirme. A la Policía le dio la versión de los encapuchados que los siguieron desde el salón de fiestas para robarles. Y a mí me dijo: «Perdóname Graciela». Pero en ese momento lo tomé como un pedido de perdón porque no pudo hacer nada. No que se disculpaba conmigo por haber matado a mi hija”.
Madraza
“De mis cinco hijos Tamara era la hermana mayor. Fue una nena muy luchadora. Una nena que la marcó no tener a su papá y por eso ella apostó todo a su pareja, para que su hijo tenga a ambas partes. Eso le costó la vida. Por llevar a cabo algo que, aunque nunca me lo dijo, no funcionaba”, contó Graciela.
El hijo de Tamara, quien hoy tiene 3 años y medio, vive con su abuela Graciela y sus cuatro tíos: el varón de 15 , las mellizas de 8 y la más pequeña de 6. “Trato de no exponerlo tanto. Pero él sabe. Me ve con la remera que tiene la foto de su mamá y corre a buscar la suya y me pide que le ponga la remerita. Él vio todo. Porque Fernando le disparó en la habitación a Tamara y después la sacó para afuera, con su hijo mirando como arrastraba a su mamá. Los vecinos contaron cómo lloraba a gritos arriba de su mamá. Tenía un año y medio. Y siempre va saber que tuvo una madraza que lo cuidó hasta lo último.
Pesquisa
El femicidio de Tamara es investigado por el fiscal Florentino Malaponte, quien imputó a Fernando de homicidio agravado por el vínculo en concurso real con portación de arma de fuego. Su primera versión se cayó por el testimonio de vecinos, en una zona despoblada de Villa Gobernador Gálvez por estar rodeada de quintas (Alvear al 3200), a donde la pareja se había mudado hacía solo un mes. Según los testimonios se escucharon dos disparos y pedidos de auxilio unos 15 minutos después. A eso se sumaron algunas contradicciones en la declaración de Fernando que motivaron un allanamiento en su casa.
Allí encontraron un celular roto, sin memoria, ni chip y partes de un revólver calibre 22. El resto del arma fue encontrada en un descampado cercano en un rastrillaje policial.