El director de cine estadounidense Francis Ford Coppola, reconocido creador de grandes obras como El Padrino (1972), estrena a los 85 años su película Megalópolis, con la que se ha jugado gran parte de su patrimonio económico con el deseo de dejar un manifiesto para la posteridad que, según dijo, es una manera de expresar su “indignación ante los estúpidos demagogos que gobiernan el mundo”.
Coppola, que en su carrera cinematográfica contó la historia de la mafia italiana en Nueva York o la Guerra de Vietnam, cuenta en su nueva epopeya romana ambientada en Estados Unidos, la disputa por transformar la ciudad en una utopía idealista o una urbe en la que primen los intereses particulares, entre el alcalde Cicero, protagonizado por Giancarlo Esposito, y el arquitecto Cesar Catilina, interpretado por Adam Driver.
Ante la esperanza de una utopía contemporánea, el cinco veces ganador del Oscar se presenta por estos días en la edición 22ª del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), el más importante de México, y confiesa su deseo de que “todos vivamos en un mundo hermoso”, una aspiración que cree “es posible” porque “los humanos somos capaces de resolver cualquier problema”.
El realizador afirma que hizo esta película “como una forma de indignación sobre lo estúpidos que son esos demagogos que nos dicen: «Nosotros somos buenos, pero ellos (los otros) son terribles», y ni siquiera son seres humanos, son bestias, pero ningún ser humano es una bestia. Todos los seres humanos somos primos, somos una gran familia”.
El director estadounidense es un apasionado de la historia de la humanidad y sobre el contexto actual muestra una profunda preocupación: “¿Qué es lo que pasa con el mundo de hoy en día? ¿Lo pueden creer?”.
“Todos los días matan a muchísimos niños y dicen que es un accidente, pero no es un accidente, matan a sus vecinos para causarles un dolor tan grande que los haga renunciar, pero al final uno nunca olvida a quien mata a sus hijos, entonces la situación se ha degenerado por completo”, expresó, refiriéndose a los recientes conflictos armados y violentos.
El realizador de Apocalypse Now (1979) manifestó también que esta situación lo atraviesa personalmente: “Esto ha llegado a tal punto que me preocupan mis hijos e hija, mis nietos, no me importa lo que pase conmigo, yo prácticamente ya no estoy, y no solamente a mis hijos y a sus hijos, sino a los de cualquiera”.
De hecho, planteó haber investigado en el acervo de la vida humana ese periodo en el que “las cosas fueron mejor”, y destaca el momento en el cual descubrió que el mundo no siempre fue dominado por el hombre, una etapa previa a lo que llamamos “patriarcado”.
“Al estudiar, me he dado cuenta de que los hombres no siempre dominaron el mundo, hay teorías de que antes había matriarcados, y no eran una cuestión de dar órdenes, sino más colaborativa, una vida más igualitaria, de ayudarse mutuamente, hasta que los hombres tomaron el poder y vino la esclavitud, la guerra y este espíritu de la civilización moderna”, sostuvo.
“Megalópolis”, un legado
Luego de trece años de no haber estrenado un largometraje y de haberse dedicado la mitad de su vida a sacar adelante Megalópolis, que autofinanció con 120 millones de dólares, el cineasta reveló que todavía quiere hacer dos películas más.
“Quiero hacer una película que me divierta haciéndola, con mucha música, con bailes, basada en una novela que me encanta, de una mujer”, comentó sobre su siguiente producción, una adaptación libre de Los reflejos de la Luna (1922) de Edith Wharton, y para la que reveló haber obtenido también inspiración de la poetisa Sor Juana Inés de la Cruz, como de “tantas mujeres maravillosas en la historia”.
Respecto a la que sí será su última película admitió que “no sabe cómo va a conseguir el dinero para hacerla”, aunque adelantó que “es un proyecto muy ambicioso”, ya que será un espectáculo de proyecciones en el que se realizará un montaje de material cinematográfico en directo, inspirado “un poco” en el libro de Thomas Mann, Los Buddenbrook (1901).