Por: Ana Laura Piccolo
Hace seis años, un adolescente de 16 era ultimado de un tiro en la nuca mientras intentaba huir de la Policía tras el robo a un cibercafé ubicado en bulevar Seguí y Balcarce, en la zona sur. El pibe entró al lugar menos indicado y en esa decisión se le fue la vida, ya que el dueño del local era un policía aeronáutico que, al igual que otros dos efectivos de la entonces Brigada de Orden Urbano, disparó “al aire” contra Carlos Bogarín y su cómplice, cuando ambos huían hacia la villa Moreno. Un disparó le atravesó la nuca al pibe, que cayó muerto, mientras que el otro muchacho se perdió en la oscuridad de la noche y jamás se supo su identidad.
Tampoco se logró esclarecer si existió un enfrentamiento armado ni de cuál de las tres armas reglamentarias salió el tiro letal. A seis años del homicidio del adolescente y con la investigación aún en la etapa instructiva, este mes se realizó la reconstrucción del hecho.
Bajo la órbita de la jueza de Instrucción María Luisa Pérez Vara, los tres imputados y cinco testigos que estuvieron la noche del 17 de octubre de 2004 en el cibercafé asaltado contaron su versión de lo acaecido.
Sin embargo, una fuente judicial señaló que continúa siendo incierto de cuál de las tres armas que se detonaron esa noche salió el tiro que mató a Bogarín. Es que al igual que en sus declaraciones anteriores, los dos policías y el efectivo de la Fuerza Aérea dijeron en el lugar de los hechos que efectuaron disparos al aire para disuadir a uno de los ladrones que estaba armado, pero ninguno asumió la autoría del certero disparo en la nuca.
En su versión del incidente, Cristian Ramón M., uno de los dueños del cíber y agente de la Policía Aeronáutica, relató que ese domingo había salido a pasear el perro, vestido de civil pero con su arma reglamentaria, una pistola calibre nueve milímetros. El imputado dijo que alrededor de las 21.30 vio ingresar a su negocio a un joven con actitud sospechosa y luego a otros dos, y que tras esto se bajó la persiana del local.
El integrante de las Fuerzas Armadas dijo que fue hacia la casa de su novia y dio aviso a la Policía que llegó al lugar en simultáneo con él. Luego sostuvo que los dos ladrones salieron del local y al verse cercados tiraron una impresora a la vereda e intentaron fugarse a la carrera hacia el sur por Balcarce, por lo que se inició una persecución.
Tres tiradores y ningún homicida
Hasta esta parte del relato, las tres versiones de los imputados coinciden. Pero las contradicciones –que no se lograron esclarecer durante la medida judicial– surgen en el momento en que comienzan los disparos.
Hugo Gustavo V., el conductor del móvil policial que llegó al lugar, dijo que al bajar “vio a dos masculinos salir del cíber TAO e intentar huir para el lado de calle 24 de Septiembre”. Según su versión, en esos momentos dio la voz de alto y como no la obedecieron efectuó un disparo intimidatorio (al aire) y los corrió media cuadra. En esos momentos dijo que escuchó tres o cuatro tiros que venían de atrás suyo y uno de los ladrones cayó.
La versión de su compañero fue similar: Raúl Alberto G. sostuvo que vio a dos salir del cíber, les dio la voz de alto y salió a correrlos detrás de su compañero pero que abandonó la persecución y volvió al móvil cuando escuchó el sonido de varios disparos detrás suyo.
El dueño del local contó una versión similar. Explicó que se encontraba en la ochava de bulevar Seguí y Balcarce a la espera del personal policial con su arma en el bolsillo y cuando arribó la Policía justo salieron del negocio dos ladrones, uno armado y el otro cargando una impresora que hizo caer para darse a la fuga.
E l Policía aeronáutico relató que ante esto dio la voz de alto y desenfundó su pistola reglamentaria con la que efectuó un solo disparo porque luego se le “encasquilló el arma”. Luego corrió algunos metros hasta que vio caer al piso a uno de los ladrones, al que se acercó con precaución, y al verlo herido regresó a su cíber, sostuvo.
Una fuente judicial explicó que si bien está claro que uno de los tres imputados fue el autor material del crimen, no cuentan con pruebas suficientes para esclarecer cuál de las versiones es la falsa. Además, ninguna de las cinco personas que prestaron testimonio –dos empleados del cíber y tres clientes– fueron testigos de los disparos, ya que todos se encontraban en el interior del comercio donde se cometió el robo.