Argentina quedó eliminada de la Copa América. Y que la derrota haya sido con Brasil lo hace más doloroso. La improvisación propuesta por Chiqui Tapia desde AFA tuvo el final esperado. La pasantía de Lionel Scaloni le servirá al entrenador para poner en su currículum un trabajo Premium, pero la imagen que dejó el equipo obliga a dejar de lado experimentos y empezar a pensar en un DT serio para encarar la búsqueda del próximo Mundial.
Los 26 años sin ganar un título no son casualidad. Aquella Copa América con el Coco Basile en el banco aparece como muy lejana. Y la final perdida en el Mundial de Brasil tal vez deba servir para que la dirigencia entienda que cuando los procesos son serios, el éxito es posible. Aunque después definan los jugadores.
Una lista mal armada, sin un volante de contención de nivel. Un cuatro improvisado como Foyth, la presencia en el banco de Matías Suárez por encima de Mauro Icardi, nada de lo hecho por Scaloni tiene sustento. Y el final era previsible.
Apenas rodó la pelota en el Mineirao quedaron claras las intenciones a ambos. Brasil, obligado por su gente salió a comandar el partido, y Argentina esperó abloquelado, pero no tan cerca del arco de Armani, plantado en mitad de cancha y con mucha predisposición a la marca.
La proyección constante de los laterales locales pasó a ser una constante, pero el pibe Foyth se plantó firme por derecha y tanto Acuña como De Paul colaboraron en la marca y los relevos.
Todo estaba controlado. Pero la impronta de Brasil provocó desconcierto y el equipo de Tité llegó al gol. Dani Alves le metió un sombrerito a Acuña y habilitó a Firmino, que dejó atrás a Paredes y sacó un centro rasante que aprovechó Gabriel Jesús. El 1-0 fue un mazazo para los de Scaloni, que debieron cambiar el plan de juego.
Ahí apareció Messi. Por primero vez en la Copa, el crack rosarino sacó a relucir su repertorio. Y la defensa de Brasil entendió que la noche empezaba a presentar dificultades.
Primero sacó un centro preciso a la cabeza de Agüero, pero la fortuna no ayudó y la pelota dio en el travesaño. Y el rebote los pasó a todos. Al rato, Messi dibujó otra corrida formidable y habilitó al Kun, pero el delantero demoró en el control y no pudo definir bien.
Argentina nunca se entregó. La calidad del rival elevó el nivel de juego y concentración. Messi se adueñó del equipo y puso a Brasil contra su área. Tal vez la falla más importante pasó por no encontrar ayuda en el resto. Y ayer quedó muy claro que la elección de Scaloni dejó mucho que desear, había poco en el banco para imaginarse un socio de Messi.
Brasil se empezó a sentir cómodo parado de contra, pero retrocedió demasiado y su arquero Alisson empezó a transpirar.
Hubo fortuna del lado local. Ni esa ligó Argentina. Messi disparó en el palo y en el rebote, Agüero se pasó de largo dentro del área chica. No era la noche, ni siquiera el empuje de Messi pudo con la inestabilidad general de un equipo, que al primer empujó se cae.
Y eso pasó. Brasil metió una contra sencilla, corrida de Gabriel Jesús con Pezzella y Otamendi sin poder hacer nada, y definición de Firmino con el arco vacío. El 2-0 fue lapidario, ni el amor propio podía cambiar el rumbo de un partido que se dio como muchos imaginaban.