Érica Lonigro llegó hasta la línea de fondo y mandó la pelota al área chica. Selena Chamorra estaba sola y la empujó. Pelota a la red y gol. El primero de Central. El primero de la era semi profesional. El reloj marcaba dos minutos de juego. Ese partido, el viernes pasado en cancha de Gimnasia, quedó para siempre en la historia del fútbol femenino nacional.
La historia de mujeres jugando al fútbol en Argentina no se estudia en ninguna academia de periodismo deportivo. Siempre fueron hombres los protagonistas del deporte más popular del mundo. Dentro de unos años, cuando se deje de mirar para otro lado y se reconozca la historia de las mujeres en el deporte, se va a hablar de ese día. Y se va a hablar de ella. De todas ellas.
Desde que Central comenzó a participar en el torneo de Primera de AFA cambiaron muchas cosas, como el lugar y los días de entrenamiento. Ahora lo hacen en la Ciudad Deportiva de Granadero Baigorria. Y allí recibió a El Hincha la volante goleadora Selena Chamorra.
Una hora antes del entrenamiento, que comienza con una hora de gimnasio y luego trabajos en el campo de juego, Selena se muestra tal cuál es. Simpática, sencilla y un poco tímida. No está acostumbrada a las entrevistas, y más ahora, que desde el viernes por la noche tuvo un raid por diferentes medios de comunicación.
Mientras comienza la charla saluda a los profes que pasan por la cancha “del pozo”, uno de los espacios donde practican. “El gol vino muy rápido”, empieza, “me lo encontré de sorpresa”, agrega, y dice que eso “nos jugó medio en contra. Estábamos muy aceleradas, nerviosas, todavía no podíamos armar el juego que queríamos”. El partido, que Central ganó 5-1 ante Villa San Carlos, fue el encargado de abrir la primera fecha del campeonato.
Sobre ese gol histórico, Selena cuenta que “al principio no sabía que iba a generar tanta revolución, para mí era un gol más”. Y enseguida añadió: “Me siento igual que antes. Se generó mucho revuelo, a veces me cargan mis compañeras, me río, pero para mí es uno más”.
Si bien la jugadora de 18 años viste la camiseta auriazul desde 2017, su vínculo con el deporte se remonta a cuando tenía 4 años y jugaba con su hermano. En la vereda del barrio de zona sur, donde vive actualmente, se animaba a jugar con los amigos de su hermano, todos 6 años mayores que ella. Ahí la vio un entrenador y le preguntó si quería jugar un partido ese mismo día. Era la única nena del torneo.
“Fui y les gustó como jugué. Me erré tres goles pero les gustó y ahí me llamaron. Yo era la única nena en el torneo y salimos subcampeones. Después comenzaban una liga y en esa me dijeron que no podía jugar porque era mujer. Tenía apenas 8 años”.
La historia de Selena con el fútbol es similar a la del resto de las mujeres que en algún momento de su vida tuvieron que dejar de practicarlo por ser mujeres, porque en el fútbol no hay (no había) un lugar para ellas. “En ese momento no entendía la situación. Ahora lo pienso y es muy triste”, dice Selena, quien a pesar de no poder competir seguía jugando en el barrio.
“A los 9, como me iba bien en educación física en la escuela (Nacional 2), la profesora me invitó al Estadio Municipal a hacer atletismo porque vio que corría rápido. Quedé ahí, empecé a entrenar fuerte, serio y a competir. Me fue bastante bien”, recuerda.
Jugó torneos nacionales y provinciales. Hasta que en el 2015, mientras hacía fútbol 5 y atletismo en paralelo, se quebró el tobillo. Estuvo parada unos meses hasta que volvió al atletismo para darse cuenta de que “había cumplido una etapa”.
Así apareció Central en su camino. Fue a una prueba junto a su madrina, ambas quedaron y ahí empezó a jugar para no parar más. Formó parte de los planteles que consiguieron los últimos tres campeonatos de la Liga Rosarina y en la cancha demuestra eso que aprendió en atletismo. Se nota.
La charla vuelve al presente y también habla del futuro. Para ir a entrenar, todos los días, se toma dos colectivos de ida y dos de vuelta. No trabaja y a veces hace “changas”. Habla de su deseo de estudiar kinesiología, aunque la difícil situación económica actual se lo impide. Intentó inscribirse dos veces, pero “no se puede”.
Hoy Selena no forma parte del listado de 8 jugadoras que firmaron su contrato profesional con la entidad auriazul y destaca que puertas adentro no hay diferencias. “Yo lo tomo como si trabajara de esto. Me lo tomo como si en realidad tuviera contrato”, dice y se anima a soñar con jugar en el exterior y en la selección.
Sobre el fútbol nacional, dice que notó un “gran cambio desde el repechaje de Argentina con Panamá. Me paré a pensar un segundo y dije ‘acá paso algo distinto, yo lo sentí’”. Y sobre su juego, afirma que lo disfruta “al cien”.
“Cuando juego al fútbol me olvido de los demás problemas, es inexplicable. Cuando gritás el gol es una liberación, es mostrar que vale la pena todo”, dice. Ella gritó el primero… el primero de muchos.