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Senkaku/Diàoyútái: islas de discordia entre China y Japón

El contencioso se erige como un foco de tensión que se ha exacerbado fundamentalmente a partir del nuevo siglo y pone en vilo a toda la región. La disputa adquiere mayor complejidad, ya que las islas en cuestión ocupan un lugar fundamental en la construcción de la identidad nacional.

 

Por Lorella Ciuti (*) (**)

 

El conflicto en torno a la soberanía territorial a las islas, que los japoneses llaman Senkaku y los chinos Diàoyútái es una de las disputas presentes en la región de Asia Oriental que enfrenta a dos grandes potencias como China y Japón. El contencioso se erige como un foco de tensión que se ha exacerbado fundamentalmente a partir del nuevo siglo y pone en vilo a toda la región. La disputa adquiere mayor complejidad, ya que las islas en cuestión ocupan un lugar fundamental en la construcción de la identidad nacional, convirtiéndose en un bastión de defensa del orgullo y dignidad nacionales y a la vez en un obstáculo significativo en las relaciones bilaterales político-diplomáticas.

Las islas Senkaku/Diàoyútái son un conjunto de cinco islas y tres peñascos ubicados en el Mar de China Oriental, a 170 kilómetros tanto de la isla de Ishigaki (Japón) como de Taiwán, y a 330 kilómetros de China. Su importancia económica se debe a los grandes yacimientos de gas y petróleo en sus aguas circundantes y su valor estratégico se relaciona con su localización privilegiada en uno de los corredores marítimos más importantes. Asimismo, su utilidad política radica en que son tomadas como baluarte para legitimar el gobierno de turno a nivel doméstico en vista de la importancia que cada sociedad le otorga a las cuestiones de soberanía territorial. Adicionalmente, las islas cumplen un papel determinante en la delimitación de las Zonas Económicas Exclusivas y Plataformas Continentales de China y de Japón.

Sin embargo, la re-emergencia de choques bilaterales en torno a la controversia territorial a partir del siglo XXI y el consecuente deterioro de las relaciones político-diplomáticas en contraposición a los prósperos vínculos económico-comerciales hace necesario abordar el contencioso desde una perspectiva que vaya más allá del valor de este territorio en términos económicos, políticos y estratégicos.

¿Qué es lo que impide en última instancia la resolución de este conflicto? ¿Cuál es la brecha que se erige entre chinos y japoneses que dificulta la concreción de un acuerdo? Un abordaje teórico de tipo constructivista realizado brindó una perspectiva alternativa sobre esta cuestión ya que saca a la luz aspectos inmateriales, principalmente la identidad, como elemento de gran peso en el comportamiento de los actores. Teniendo en cuenta esto último, en el caso del conflicto de las islas Senkaku/Diàoyútái, tanto China como Japón se relacionan bilateralmente conforme a sus identidades e interpretan las acciones de su contraparte bajo este prisma identitario y a partir del contacto intersubjetivo, lo cual da como resultado un accionar específico en el escenario internacional.

La identidad, cimentada fuertemente en el caso de China y de Japón en los hechos del pasado otorga un espacio de gran importancia a la memoria histórica. De esta manera, la historia vivida ha echado raíces en la conciencia de estos dos países, provocando la lejanía del entendimiento mutuo y dificultando la solución de un contencioso territorial como el de las islas Senkaku/Diàoyútái. A partir de esta óptica se puede evidenciar que la política exterior de China con respecto al conflicto ha sido manejada en función de un objetivo emocional como prevenir nuevas humillaciones y a la vez compensar las injusticias perpetradas por los japoneses en el pasado. Así, superar la injusticia y la victimización a través del rejuvenecimiento del país se convirtieron en las premisas de la nueva identidad china en la Posguerra Fría, enfatizándose en el siglo XXI, y se vio reflejado en el aumento de las intromisiones en las aguas circundantes de las Senkaku/Diàoyútái para modificar el status quo.

Por su parte, Japón también ha accionado conforme a la nueva identidad que redunda en la necesidad de aglutinar a la sociedad nipona en torno a un Estado restaurado en su gloria pasada. La narrativa masoquista de situarse como victimario de sus vecinos asiáticos en las guerras que acontecieron décadas atrás fue considerada como un gran obstáculo al crecimiento de la moral nacional, y a partir del siglo XXI el prestigio y la dignidad nacionales serían los objetivos a alcanzar. De esta forma, las islas se convertirían en el catalizador de estos objetivos. Teniendo en cuenta esta perspectiva de análisis, la vía de reconciliación debe considerar factores tanto materiales como inmateriales, ya que el acercamiento a partir del intercambio comercial se vuelve insuficiente. Tanto China como Japón deben dejar de edificar su identidad sobre la concepción de enemigos históricos irreconciliables y, en su lugar, formar una identidad basada en una relación de socios coexistentes.

(*) Temática desarrollada en la tesina de grado de la licenciatura en relaciones internacionales, Universidad Nacional de Rosario.

(**) Licenciada en relaciones internacionales. Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de Rosario.

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