Fue una sorpresa, no lo esperaba. Mis amigas lo organizaron con meses de anticipación, sin filtrar una palabra. Y llegó el encuentro con Serrat.
Después de mi testimonio hace más de un año, el 30 de noviembre de 2010, en la causa Díaz Bessone, le escribí a Serrat diciéndole que había recordado en mi testimonio cómo sus canciones nos ayudaron a sobrevivir en los sótanos del centro clandestino de detención. Que el día de ese testimonio él cantó en Rosario y que mi hijos Facundo y Sofía me habían hecho una bandera con un verso de Miguel Hernández: “Para la libertad, sangro, lucho pervivo”. Él tuvo la inmensa grandeza de llamarme, y su llamado se hizo extensivo a todas las víctimas del genocidio. Ayer, al iniciar el espectáculo con Sabina, dijo que aunque era un entretenimiento antes quería recordar en el día de la memoria a las víctimas de la dictadura argentina, a los que no están, a los presos, a los torturados, a los luchadores, y por el Nunca Más. Serrat es grande. Es generoso y otra vez se dio la posibilidad de conocerlo. De agradecerle por tantas bellas canciones, que nos siguen acompañando y ensanchando el alma, y porque antes que nada es un gran tipo. Le dije que me había emocionado especialmente el tema del recital “Esos locos bajitos”, porque estoy en estos tiempos conmovida por nuestros hijos. Por los míos: Facu, Sofía y Juanma, por los de los compañeros y amigos: Laura, Mauro, Julián, la Titi, Lucía, Mariana y Carolina, Malala, Matilde, Gabriel, las Julia, Renata, Eduardo, Olivia, Chalay y Marcos, y tantos, tantos más. Porque ellos cargan con nuestro pasado pero también son portadores de la antorcha con la que nos hemos alumbrado. Al encuentro llevamos la bandera del juicio y la firmó con un “Viva la vida”. Bandera que hoy, en el día de la sentencia de la causa nos acompañará, y como me dijo apretándome las manos: “Será como tiene que ser”.
Gracias Juan Manuel Serrat.
El mañana es hoy.
(*) Ex detenida desaparecida en el ex Servicio de Informaciones. Testigo en la causa Díaz Bessone.