Juan Pedro Guarino, uno de los dos jóvenes que fueron imputados y luego sobreseídos por el crimen de Fernando Báez Sosa, ocurrido el 18 de enero de 2020 en la localidad balnearia de Villa Gesell, dijo este lunes que sintió «hasta vergüenza» por la agresión de sus amigos al joven y pidió que se haga «justicia por Fernando» y que los autores «se hagan cargo de lo que hicieron».
En tanto, otro de los amigos de los ocho rugbiers acusados, Tomás Ítalo Colazo (19) -quien era menor de edad al momento del hecho y nunca estuvo imputado en el caso- recordó haber visto a Fernando «cerca» de los acusados Máximo Thomsen y Ciro Pertossi tras «una pelea» frente al boliche «Le Brique» y contó que al ver a la víctima caída le puso «el brazo a Máximo en el pecho» y lo tiró «para atrás», con «la intención de que no se peleen más».
Si bien estaba prevista para esta jornada la declaración del segundo joven que estuvo imputado en la causa y luego fue sobreseido, Alejo Milanessi, tanto la defensa como el particular damnificado acordaron desistir de su testimonio, por lo que el juicio iba a continuaba con las declaraciones de algunos de los padres de los rugbiers sometidos a juicio y de otros amigos de los imputados.
El primer testigo de la 11ª jornada del debate fue Guarino, quien en declaraciones que brindó ante el Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Dolores dijo que vio a «Máximo Thomsen al lado de un chico tirado» y que supuso que «se estaban peleando de vuelta».
«Vi a Máximo al lado de un chico tirado. Me imaginé que se estaban peleando de vuelta, y ya cansado, me fui. Porque habíamos ido de vacaciones a pasarla bien. Ellos ya se habían peleado en otras ocasiones», señaló Guarino.
El joven, que al llegar a los tribunales dijo a la prensa que espera «justicia por Fernando», aseguró que sintió «mucha vergüenza» y que le da «mucho dolor» la situación que presenció.
«Sigo teniendo tristeza, enojo, dolor, no poder creerlo», añadió el joven, quien, ante una pregunta del abogado de los padres de la víctima, Fernando Burlando, dijo haberse enterado de la muerte del estudiante de abogacía recién «a la tarde» de ese 18 de enero, cuando ya estaban «con los precintos» colocados y se lo escuchó decir a un policía,
Consultado sobre su relación con los detenidos, indicó que «no con todos tenía una amistad íntima», pero si reconoció que era «amigo cercano» de Luciano y Ciro Pertossi, que Blas Cinalli fue compañero de colegio y que a Máximo Thomsen lo conocía de jugar juntos al rugby.
En un tramo de su declaración, Guarino debió ponerse de pie frente a una pantalla para tratar de identificar a los participantes del ataque a Fernando y en ningún momento miró a la cara a los rugbiers presentes en la sala de audiencias.
Al finalizar su decaración, el joven dijo unas últimas palabras dedicadas a los padres de Fernando:» Quiero expresar mis condolencias a la familia, que nunca pude hacerlo» (…) «todos los días desde que pasó me pregunto si podría haber hecho algo para que no pasara»
En tanto, al salir de los tribunales dijo en referencia a los acusados: «Quiero que se hagan cargo de lo que hicieron»,
Luego de Guarino, llegó el turno de sentarse frente al estado de Colazo, quien nunca estuvo imputado, a pesar de que para los abogados de los padres de Fernando, Graciela Sosa y Silvino Báez, fue considerado desde el inicio como «el sospechoso número 11».
Colazo contó que vio a la víctima tirada en el piso «cerca» de los acusados Thomsen y Ciro Pertossi tras «una pelea» frente al boliche «Le Brique» de Villa Gesell, aunque no pudo precisar quiénes le pegaron al joven estudiante de derecho.
Señaló además que al ver a la víctima caída le puso «el brazo a Máximo en el pecho» y lo tiró «para atrás», con «la intención de que no se peleen más».
«Lo que yo vi cerca fue a Máximo, me acuerdo ver de cerca a Ciro. Pegar bien, no vi quién, no estoy seguro. Luego de ponerle el brazo a Thomsen, me mira y mucho recuerdo no tengo», detalló.
El testigo confirmó además que antes de que fuera expulsado del local bailable, Luciano Pertossi (21), conocido suyo del colegio, tuvo «una discusión» en su interior, en la que hubo «empujones y cayeron al piso», hasta que el personal de seguridad los separó y sacó de «Le Brique».
«Cuando salgo y giro vuelvo a ver a Luciano agarrándose con esta persona con la que había tenido el conflicto adentro», explicó.
Ante una pregunta de Burlando sobre qué pasó tras «la pelea», Colazo dijo que se retiraron «caminando por esa cuadra» sin sentirse preocupados por la persona a la que habían agredido.
El debate cotinuaba con el resto de los testigos citados para esta jornada entre ellos Santino Franco Massagli, José Aníbal Leguiza y Juan Ignacio Neme Correa, tres amigos de Blas Cinalli, uno de los ocho imputados, y las madres de Máximo Thomsen y de Blas Cinalli, Rosalía Zárate y María Paula Cinalli, respectivamente.