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Separar economía de política, la trampa para consolidar y naturalizar el injusto orden establecido

Mientras la economía nacional está en crisis, el mundo financiero, totalmente desligado de la economía real, sigue obteniendo ganancias. Por ello nacen los movimientos nacionales y populares del mundo, hartos de que las minorías económicas, pero mayorías populares, queden excluidas de la discusión

Rodolfo Pablo Treber

Fundación Pueblos del Sur

Especial para El Ciudadano

La base del pensamiento liberal indica que política y economía son temas que deben tratarse por separado, ya que uno refiere a lo público y otro a lo privado. Por lo tanto, la definición economía política es un oxímoron, puesto que ambas definiciones se excluyen recíprocamente. Esta argumentación sirve como justificación a la inacción política en materia económica por parte de algunos gobiernos de turno que, alineados a grupos de economistas tecnócratas ortodoxos u organizaciones internacionales de crédito que propagan estas ideas, promueven la consolidación y naturalización del injusto orden establecido.

Ideológica y filosóficamente contrarios al pensamiento liberal, nacen los movimientos nacionales y populares del mundo. Hartos de que las minorías económicas, pero mayorías populares, queden excluidas de la discusión sobre la generación y distribución de la riqueza. Conscientes de que la naturalización de aquella injusticia es la causa primera de la aberrante desigualdad, y esta, a su vez, el origen del sufrimiento de los pueblos… Anuncian, dicen, con voz clara y fuerte, que la economía es esencialmente política. Porque todo cambio económico proviene de una, anterior y necesaria, decisión política.

Llegar a esta conclusión es primordial para tomar real dimensión de las enormes posibilidades de desarrollo y crecimiento que tenemos como Nación en el caso de existir la necesaria voluntad política.

Sin ir más lejos, en la actualidad se debate ampliamente la procedencia del dinero o los fondos para dar una respuesta, rápida y eficaz, a la crisis económica. Sin embargo, la falta de un análisis preciso que contemple todas las variantes nos hace caer en una eterna discusión distributiva sin mirar la generación y administración de las riquezas.

Para ello es indispensable analizar las dos grandes fuentes de recursos económicos nacionales. El comercio exterior, donde se centraliza la producción y comercialización de bienes y servicios, y la Banca, donde se atesoran y orientan los recursos financieros.

Haciendo foco en la administración del ahorro argentino, nos encontramos con la mayor parte de los fondos volcados a la especulación, sin un correlato en inversión o desarrollo productivo en la economía real. Hoy, el 28% de la base monetaria (total de circulación de billetes en el país más depósitos en cajas de ahorro y cuentas corrientes) es propiedad de entidades financieras (bancos y compañías financieras). Esto es, ni más ni menos que 596.230 millones de pesos, obtenidos sólo por tomar y prestar dinero. Y eso no es todo… la cantidad de pesos en depósitos a plazo, y lo otorgado al sector privado como crédito, llega a 2,7 billones de pesos (superior a la totalidad de la base monetaria nacional) y acrecentará las ganancias del sector en más de un 45% anual producto de tomar dinero con una tasa del 30% (plazo fijo actual) y dar crédito a una tasa mínima del 40% (tasa de política monetaria del BCRA).

A la vista está que mientras la economía nacional está en crisis, el mundo financiero, totalmente desligado de la economía real, sigue obteniendo ganancias. Pero también queda expuesto que, de tomar la decisión política de administrar esos recursos, contamos con los fondos suficientes para afrontar cualquier problema coyuntural y orientar el ahorro del pueblo argentino a un modelo de desarrollo productivo que genere puestos de trabajo genuinos.

Analizando el estado actual de nuestro comercio exterior, la situación es similar. Su total liberación no permite al Estado administrar las riquezas de su producción ni orientar la política interna hacia un proyecto nacional. Aduana privada, cámaras importadoras y multinacionales del transporte y comercio compran anualmente toneladas de productos que, en su mayoría, podrían fabricarse localmente y así ahorrar divisas y dar trabajo de calidad al Pueblo Argentino. Algunos ejemplos para figurar sobre las absurdas importaciones, mientras acá está todo por hacerse: industria textil e indumentaria en general: 2.510 millones de dólares anuales. Industrias del plástico, caucho, papel y derivados: 4.630 millones de dólares. Automóviles y sus partes: 9.000 millones de dólares… y así siguiendo.

Entonces, haciendo pleno uso del potencial de la Patria Argentina y su Pueblo trabajador, ninguna crisis es tan grave, y ningún problema insuperable. Como enseña nuestra propia historia, los grandes momentos económicos son consecuencia de grandes gestas políticas y, sin ellas, no seríamos lo que somos ni existiríamos como país siquiera.

La falta de decisiones políticas es la causa de los principales problemas económicos nacionales.

(*) fundacion@pueblosdelsur.org

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