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Ser jefa en los medios de comunicación de Rosario

En la ciudad sólo cuatro mujeres tienen el cargo de mayor jerarquía. El Ciudadano reconstruyó cómo fue para ellas llegar a tomar decisiones en un ambiente donde siempre primaron los varones

Fernanda Blasco firma los mails de trabajo como Fer. Muchos de los destinatarios que no la conocen le contestan Fernando y dan por sentado que si es jefe es varón. Ella no los corrige. Disfruta verles la cara cuando los recibe en la redacción de Rosario Plus. Florencia Calvo recuerda que cuando la designaron como jefa de producción de Cablevisión aplicó el cupo femenino casi sin pensarlo en un canal donde los hombres eran mayoría. Sonia Tessa dice que su cargo de secretaria de redacción es más funcional que decisivo. Sirve para cubrir horarios pero no en las discusiones editoriales. Para Silvina Tamous la estrategia para ser mujer, jefa y sindicalista en los medios fue masculinizarse. Cuando arrancó dejó de usar minifaldas para evitar comentarios en los pasillos y apenas salía de la redacción de La Capital volvía a ponerse la ropa que le gustaba para sentirse linda. Las cuatro son las únicas mujeres que tienen cargo de editoras en medios de comunicación de Rosario. No son las únicas que hacen esa tarea, pero sí las pocas reconocidas, promovidas y ascendidas en la escala salarial.

El lugar de las mujeres en la industria del espectáculo y en los medios de comunicación está en discusión como nunca antes. Llegó incluso a la televisión abierta. Después de que el hashtag #soyfeminista fuera trendingtopic en la Argentina, el programa de chimentos Intrusos invitó en una semana a cuatro referentes feministas a sentarse en el panel. El puntapié fueron las denuncias de acoso. El movimiento del #metoo de Estados Unidos había encendido la mecha en octubre y puso en agenda los vínculos en un ambiente laboral en el que la ley era callarse y aceptar para tener un trabajo. Las denuncias en Argentina llegaron de a poco.

Primero fueron Ari Paluch y Juan Darthés. Después, Roberto Pettinato, Tristán y Cacho Castaña. Las feministas en la televisión hablaron de acoso pero aprovecharon también para hablar de feminismo, de la agenda del movimiento de mujeres argentino y de cómo se distribuye el poder en los medios. El destape del tema a nivel mediático puede parecer nuevo y espontáneo, pero viene con el backup de tres décadas de construcción del feminismo argentino a través del Encuentro Nacional de Mujeres, que se consolidó después del primer Ni Una Menos de 2015. En Intrusos, la periodista Julia Mengolini invitó a hacer un ejercicio. Basta con mirar las columnas de opinión de los dos principales diarios del país para notar que todos los autores son varones.

En Rosario son muchas las mujeres que trabajan en medios -aunque la proporción sigue desigual- pero poquísimas llegaron a los puestos mejor pagos y de toma de decisiones. En 2013 las investigadoras Florencia Rovetto y Lucía Figueroa de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) analizaron el lugar que tenían en las redacciones de cuatro ciudades santafesinas. En uno de los puntos preguntaban cómo percibían el lugar de las mujeres en los puestos jerárquicos. Las respuestas fueron una sorpresa. Para casi el 40 por ciento de las mujeres la presencia femenina en cargos altos era nula. Cuando preguntaron a los varones el porcentaje fue casi el mismo pero al revés. El 35 por ciento respondió que era mucha o suficiente. Más allá de las percepciones, lo cierto es que las cuatro entrevistadas por este diario son las únicas actualmente en las categorías más altas del convenio colectivo de trabajo.

 

 

Fernanda Blasco

A Fernanda la llamaron para ser editora de RosarioPlus hace más de tres años. Una de las primeras cosas que aclaró era que tenía hijos. “Si le hacen una nota a un hombre seguramente no le pregunten cómo se organizan con los hijos. A las mujeres sí. Antes de arrancar un trabajo tengo que decir que vengo con un montón de capacidades y dos hijos. No creo que los hombres tengan que aclararlo. Los hijos son de los dos y debería ser una responsabilidad compartida. Falta mucho para la igualdad pero los debates se están dando. Hay mentalidades que van cambiando y para cada generación que llega es un poco mejor”, explica.

Empezó a trabajar a los 19 años en una pasantía no paga en el portal Rosarionet. Siempre le gustó escribir y se metió en el mundo digital cuando todavía los portales de noticias no se veían como el futuro. Después trabajó en EEUU y cuando volvió entró El Ciudadano, que había abierto meses antes en octubre de 1998. Entró a la redacción con 21 años y estuvo ocho. Para ella fue su escuela de periodismo.

Las sucesivas crisis económicas del diario la llevaron a trabajar como freelance para otros medios. En 2006 la llamaron para ser subeditora de Rosario3, donde estuvo seis años. Hoy es la responsable de RosarioPlus.

“Los medios son lugares muy caóticos. Las oportunidades se abren en un momento y las podés aprovechar o no. Igualmente creo que fue un camino largo hasta ser editora y que los varones hacen el salto más rápidamente”, opina.

Para Fernanda los medios fueron históricamente ambientes machistas. Recuerda que cuando estaba en El Ciudadano la mayoría eran varones. Ella trabajaba en Ciudad, donde Sonia Tessa era subjefa. “Cuando Sonia se fue pasó algo muy gracioso. En la sección éramos diez, seis varones y cuatro mujeres. En un momento empezaron a ser jefes rotativos todos los varones. ¿Ninguna mujer tenía capacidades para hacerlo?”, pregunta.

Una de las cosas que vio en distintos trabajos es cómo se daban los vínculos sociales. “Los varones tienen un montón de costumbres que hacen que las mujeres quedemos afuera. Desde el asado al que no te invitan o hasta las salidas o los chistes. Son espacios donde se construyen las relaciones laborales también y de los que muchas veces quedamos afuera”, cuenta.

Fernanda cree que muchas de las costumbres cambiaron cuando pasó a un lugar de jefa. Ser editora la puso ante el desafío de armar equipos y siempre pensó la organización tanto del trabajo como de los momentos de ocio a partir de un grupo mixto.

 

Silvina Tamous

Editora de El Ciudadano. Empezó a trabajar a fines de los ochenta en distintas radios cuando tenía 19 años. A los 24 entró a la redacción de La Capital y estuvo cinco años. Las mujeres eran pocas y a ella le tocó ser parte de un grupo de chicas a cargo de una sección nueva que se llamaba Capitel, “lo anterior a internet, el audiotexto”, recuerda. “A los dos años era jefa de la sección y sindicalista. Ya con eso reunía todas las condiciones para ser un sujeto deleznable. De por sí había pocas mujeres entonces llamábamos la atención. Se te tiraba todo el mundo y los chistes te sonrojaban bastante. Era difícil pero rápidamente me hice un grupo de amigos que fueron grandes compañeros”, cuenta. Al poco tiempo la sección se disolvió y Silvina pasó a Policiales como redactora. Estuvo hasta 1998 cuando entró a El Ciudadano. El camino hasta ser editora fue largo: primero redactora, después subjefa de Policiales y por último jefa de Ciudad.

Para ser jefa, Silvina se camufló con los varones para que la consideraran uno más. “Mi actitud no sé si fue la correcta pero cuando tenés un cargo el componente misógico es más fuerte. Te denigran por ser mujer. Yo tomé una actitud de masculinizarme mucho. Creo que pude convivir con hombres porque nunca consideré que me trataran como una mujer. Y cuando mostré debilidad la pasé mal. Eran momentos en que vos no veías las cosas como ahora y tenías naturalizadas un montón de cosas. Cada una encontraba la forma de resguardarse”, reflexiona.

Cuando le preguntan si hoy ve igualdad en los medios a Silvina le gusta responder que la igualdad llegará el día que una mujer inútil ocupe un cargo importante. “Jefes varones inútiles está lleno. Las mujeres al ser pocas tenemos que demostrar todo el tiempo eficiencia”, opina.

Para ella la mirada está cambiando y en parte se debe a que siempre hubo hombres que fueron pares. Falta, reconoce, capacitación.

“Nos reímos durante años de chistes discriminatorios, misóginos y machistas. Eso no va más, no es gracioso. Pero para verlo hay que aprender y escuchar. ¿Cómo encarás una noticia? ¿Cómo trabajás con una compañera? ¿Cómo hacés que el laburo sea parejo y que el trato no sea discriminatorio? Este es un trabajo colectivo y para generar igualdad hay una cofradía entre los hombres que hay que romper”, opina Silvina.

 

Florencia Calvo

Viene de la televisión. Empezó a trabajar en medios en los ochenta cuando aún no había terminado la facultad. Todavía se acuerda del día que pasó frente a los viejos estudios de Radio2 y entró a preguntar si necesitaban gente. Tenía poco más de 20 años y entró como pasante sin sueldo por tres meses a la sala de prensa, en el horario de 6 a 9. Después vino el contrato y repartir el tiempo con el trabajo que hacía a la tarde como productora del noticiero de Cablehogar. Durante varios años fue cronista en Canal 5 y Cablevisión. Hacía doble turno. Salía de la casa a las 5.30 y volvía a las 22. “Lo hice muchos años hasta que fue agotador. Y me quedé en Cablevisión”, cuenta.

Florencia se acuerda que eran pocos y todos hacían de todo. Un día el gerente la llamó a su oficina y le preguntó si quería ser la jefa de producción: “Hasta el día de hoy pienso que no estaba preparada. A mí me gustaba mucho la calle pero estaba la vacante y en el ofrecimiento no había mucha opción del no, así que acepté”. Poco después el canal empezó a tener un noticiero propio y entró gente nueva. Florencia fue una de las encargadas de la selección.

Al ser también una operadora de cable, el canal era un ambiente mayoritariamente masculino porque todos los técnicos eran varones. Ella se acuerda que entrevistó a mujeres y varones y que decidió por mujeres. No lo hizo por cupo ni por feminista. Al menos, no conscientemente. “Buscaba compañeros que sean capaces y buena gente, algo que es muy importante porque el ambiente periodístico es muy competitivo y hay muchos egos. Y creo que no me equivoqué con la elección. Todas las mujeres que entraron no sólo son buenísimas en lo que hacen sino que además terminaron siendo amigas”, cuenta. Para Florencia es evidente que a las mujeres en Rosario les cuesta más llegar a los puestos de jerarquía. “La evidencia es que somos cuatro. Hay diarios de la ciudad donde se sacan firmas y se cambian notas de mujeres y los que lo hacen son hombres. Y no se lo hacen a otros hombres”, explica.

Sonia Tessa

Empezó en Rosario12 en 1989. Tenía 20 años y se presentó a una pasantía en la quedó entre los ocho que entraron al diario fundado poco antes. Durante dos años hizo la cartelera hasta que pasó a Sociedad. En 1996 se fue con un retiro voluntario. Estuvo un año sin trabajar en medios hasta que entró a La Capital, donde trabajó un año. 

“Antes había una cuestión de padrinazgo hacia las chicas. No era una condición para los hombres que trabajaban en los medios tener un padrino. Para las mujeres sí, te protegía algún varón. Estaba muy naturalizado que te hacían entrar porque les gustabas. Hoy sería inaceptable”, opina.

Cuando se formó El Ciudadano entró a trabajar en los número cero como subjefa de Ciudad. Tenía 28 años y cree que fue el desafío más importante de su vida. “Di un salto profesional. Pasé de ser una redactora a tomar decisiones editoriales, definir una agenda, poner títulos”, recuerda. Con un grupo de cuatro compañeras hacían un suplemento de género que se llamaba La Cazadora. Estuvo hasta el primer cierre, un año y medio después de que el diario saliera por primera vez a la calle.

Durante varios años fue productora en Radio2 y en televisión, hasta que volvió a escribir para Página12. Regresó de la mano de Marta Dillon, a quien conoció en el Encuentro de Mujeres de 2003 y que la invitó a escribir en el suplemento Las12. La experiencia fue para ella su segunda escuela. En 2008 la llamaron de Rosario12 porque faltaba un editor. “Venía haciendo algunos reemplazos los domingos, que era el día más intenso porque estaba sola sin redactores con las ocho páginas”, recuerda. Hoy es secretaria de redacción y dice que su responsabilidad es funcional. No tiene un lugar en la toma de decisiones.

“En La Capital éramos pocas mujeres. En El Ciudadano era un poco más proporcionado. Pero creo que el tema siempre estuvo en las decisiones y en la responsabilidad. Nadie te termina de confiar. Saben que vas a trabajar y vas a cumplir pero siempre toman las decisiones entre ellos. Los hombres tienen un armado social que es muy natural y que repercute en el trabajo, de complicidades y costumbres que te dejan afuera. Yo sé que tengo una fama de ingobernable pero es algo que veo en muchos medios. Hay una idea de que las mujeres somos locas o tenemos mal carácter”, dice y agrega que también influye cómo se sienten los varones a la hora de recibir órdenes de mujeres. “La autoridad del varón es menos puesta en cuestión por los de abajo. La mujer tiene que validar los títulos constantemente”, reflexiona.

Sonia celebra que hayan nombrado a dos mujeres al frente de Página12 y festeja que por primera vez El Ciudadano haya sumado una editora. “Lo siento como una reivindicación casi personal. Una sabe lo que laburamos y garantizamos el trabajo en las redacciones y cómo a la hora de definir quiénes toman las responsabilidades siempre hay un pero. Y cuando nos incluyen se nota en el producto. Cuando las relaciones son más pares hay algo que cruje y se mueve”, concluye.

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