“Soy una madre antinatural” confiesa la protagonista de la Hija Oscura tras recordar los años en los que abandonó a sus dos hijas para seguir su carrera profesional. La novela de Elena Ferrante, que llegó en diciembre a la pantalla de Netflix en su versión cinematográfica, muestra una historia no romantizada de la maternidad que despertó críticas y debates guardados al interior de la habitación. El mandato de maternar y de disfrutarlo empezó a cuestionarse y la idea de “antinatural” resultó más común de lo que parece: 7 de cada 10 madres se arrepienten de serlo. Les resulta agotador, sienten que perdieron su libertad o creyeron que la crianza iba a ser compartida. Las condiciones en las que ejercen las tareas de cuidado son determinantes y la mitad de las mujeres fue madre porque “quedó embarazada”. Del otro lado, sólo un 4,2 por ciento de quienes decidieron no maternar se arrepiente por no haberlo hecho. Los datos surgen de una encuesta que el sitio “Mujeres que no fueron tapa” lanzó como parte de la campaña “Hermana soltá el reloj” para visibilizar y cuestionar los mandatos que la sociedad impone a las mujeres antes de los 35 años.
“Para quienes deciden no ser madres aparece la amenaza del arrepentimiento que no existe para quienes deciden serlo. Son más las que se arrepienten de ser madres que las que se arrepienten de no haberlo sido. La decisión de no maternar resulta contrahegemónica porque la presión del ideal materno sigue siendo muy pregnante en la sociedad y tiene un peso muy grande. Sostener ese deseo es algo que implica mucha reflexión y hace que sea una decisión de la que muy pocas se arrepienten”, dijo Lala Pasquinelli, referente de la campaña.
Por qué se arrepienten
La encuesta online fue respondida por 10.732 mujeres de entre 18 y 65 años, de las cuales el 52,4 por ciento son madres y el 47,6 no lo son. Un 74,4 por ciento de quienes son madres se arrepiente. Apuntan a las condiciones de crianza y cuentan que les resulta agotador física y mentalmente, sienten que perdieron libertad, no creyeron que iba a ser tan difícil, pensaron que la crianza iba a ser compartida, o les cambió el cuerpo.
“Más del 70 por ciento se arrepiente en alguna medida, otras absolutamente, otras frecuentemente, otras por las condiciones en las que se ejerce la maternidad. Para muchas son condiciones de explotación, ya que quedan solas teniendo que afrontar toda la responsabilidad, la carga y gastos de la crianza mientras trabajan para proveer lo necesario. Algunas trabajan fuera del hogar y dentro porque sus parejas no hacen su parte. Quienes dejaron de trabajar afuera se dan cuenta que ahora trabajan más horas sin una remuneración y un reconocimiento económico por esas tareas, privándose de la posibilidad de tener un ingreso propio lo que genera dependencia económica con la pareja”, señaló Pasquinelli.
La encuesta también reveló que el 80 por ciento de las madres pospuso su desarrollo profesional para las tareas de crianza, contra un 12 por ciento de los padres. En tanto, un 75 por ciento de las mujeres resignó ingresos, mientras que entre los varones lo hizo sólo un 15 por ciento.
Por qué no ser madre
No querer perder la libertad es el principal motivo por el cual las mujeres no quieren maternar. Detrás de eso, mencionan que no quieren tener la responsabilidad de crianza, ven maternar a otras y no quieren eso para ellas, o no quieren traer a otro ser humano al mundo en este contexto de crisis climática y ambiental.
“Las mujeres que manifiestan su deseo de no ser madres son infantilizadas. Les dicen que todavía no saben lo que quieren como si psíquicamente no estuvieran en condiciones de decidir por sí mismas si no quieren tener hijes. Sin embargo, a nadie le espanta que una chica sea madre antes de los 18 años. Sos muy joven para no tener hijes pero nunca sos muy joven para tener. También vemos la presión que recibimos desde el sistema médico hegemónico con quienes piden ligadura de trompas y se las niegan porque se pueden arrepentir. Siempre oscila la amenaza de arrepentimiento sobre quienes deciden no maternar”, explicó Pasquinelli.
En cuanto a quienes maternan en la actualidad, sólo cinco de cada 10 encuestadas lo hicieron “por deseo o decisión propia”. La otra mitad lo hizo “porque quedó embarazada”, porque “tener hijos era el siguiente paso” o porque “creyó que un hijo iba a complementar la pareja”.
“Muestra que tampoco hubo un deseo o una planificación, sino que aparece como un destino, algo que sucede y sobre lo que no podemos tomar una decisión contraria. El aborto es legal hace poco en Argentina y quizás tenga que ver con la decisión”, agregó.
Hackear estereotipos
“Hermana soltá el reloj” es una campaña lanzada por el colectivo Mujeres Que No Fueron Tapa, que apunta a derribar los mandatos sociales de juventud, belleza y realización personal que pesan sobre las mujeres después de cumplir 30.
“Cuestiona el estereotipo de mujer que exige que antes de los 35 años haya encajado en el ideal de belleza para tener una pareja con la cual tener hijes, una carrera universitaria, trabajar de lo que estudió, seguir capacitándose, tener la casa, el perro y viajar por el mundo. Cada vez somos viejas más jóvenes. Queremos romper con la idea de que la deseabilidad en la mujer empieza a declinar a partir de los 18 años contra los varones, cuyo pináculo de la deseabilidad está entre los 40 y 50 años, lo cual es muy conveniente”, explicó Pasquinelli.
Para la referente, la presión social no sólo pone en riesgo la salud física y emocional de las mujeres, sino que genera condiciones para permanecer en relaciones violentas. “Si somos mujeres y no tenemos pareja antes de los 30 años se dice que algún problema tenemos, alguna rotura o trauma te impide emparejarte con un varón, al tiempo que se promueve la idea de realizarnos con una pareja y familia. Esta presión funciona como un caldo de cultivo para la violencia ya que muchas nos quedamos en parejas donde éramos violentadas, humilladas o maltratadas ante la amenaza de permanecer solas. La idea de “ser solteronas” presionaba para permanecer en esos vínculos o naturalizar determinadas violencias”, subrayó.