Comienza una semana difícil en el Concejo Municipal. Arranca hoy con la jura de los nuevos concejales y la elección del presidente del cuerpo, con la novedad de un enfrentamiento como hacía mucho no se daba en el interior del socialismo por las candidaturas de los migueles Zamarini y Cappiello. Esa disputa tiene reminiscencia de la interna de 2011 que ganó con holgura el binnerismo y de la que Zamarini es un notable sobreviviente. Apenas superada la instancia de las nuevas autoridades, el Concejo tiene que resolver el esquema de financiamiento para el transporte urbano de pasajeros, que no pudo zanjarse la semana pasada.
Números
El gobierno municipal estaba convencido de que el jueves pasado se iría a dormir con un esquema de financiamiento del transporte urbano cerrado. Y si podía, de yapa también el presupuesto 2014 y el aumento de la Tasa General de Inmuebles aprobados. Las cosas no salieron así. Después de varios días de negociación, a última hora de la tarde la intendenta Mónica Fein ordenó al bloque oficialista dar por terminadas las negociaciones, descontenta por entender que el arco opositor integrado por el FpV, el PPS y radicales no frentistas, que había accedido a discutir la tarifa y los subsidios del transporte, la estaban sometiendo al regateo de 10 centavos más o menos. “Cada 10 centavos son 14,4 millones que salen del presupuesto municipal”, protestó un socialista cuando del otro lado de la mesa se plantaron en 3,50 y ofrecieron incluir una partida con financiamiento por 20 millones para subsidios.
“El costo real del boleto es 4,38. Hasta el día anterior la tarifa con más consenso era 3,70. Pero nadie dice que con la tarjeta de 6 viajes el precio unitario del boleto es menor, y con el de 40 llega a ser 3,30. Aún con ese esquema seguíamos siendo el tercer transporte más barato del país detrás de Salta y el primer tramo de Capital Federal”, se dijo.
Negociaciones
Horas después de fracasadas las negociaciones, la secretaria de Servicios Públicos Clara García pasó factura: “El Concejo no pudo o no supo solucionar el problema”, dijo. Ironía que en realidad quería decir «ahora jódanse», dirigida a la oposición que en su momento se negó a cederle al Ejecutivo la potestad de fijar la tarifa. Un compañero de gestión chicaneó: “¿La tarifa de taxis la aprobaron porque fueron los taxistas al Concejo? ¿Entonces tienen que ir los choferes de ómnibus? ¿Funcionan a presión?”.
Enfrente las cosas no se ven igual. Héctor Cavallero fustigó a la intendenta en persona. “Es incapaz de valorar la situación de minoría que tiene y nuestro aporte para sacar adelante la situación con el transporte. No hay antecedentes de que un bloque opositor presente un proyecto para aumentar el boleto. Nosotros asumimos esa responsabilidad y nos rechazó”, reprochó.
Más duro fue con el PRO: “Está dispuesto a incendiar al oficialismo y a la oposición juntos, y con ellos a la ciudad, quiere que nos hagamos cargo de to-do, porque lo único que le importa es votar proyectos que sirvan a sus intereses, lo demás no le importa nada”, fustigó con especial inquina en el presidente del bloque Roy López Molina y el diputado macrista Federico Angelini. En Capital, Mauricio Macri aumentó el subte hace un mes de 2,50 a 3,50.
La situación es delicada. Los usuarios ya estuvieron un día sin servicio y el único concesionario privado del sistema hace una semana presentó procedimiento de empresa en crisis en el Ministerio de Trabajo. El gremio, en tanto, se mantiene en alerta máxima.
Todas las miradas están puestas en el Concejo Municipal. Las negociaciones continuarán esta semana. Hay actores clave como Osvaldo Miatello (PJ), representante opositor en el Ente de la Movilidad, que es un concejal bisagra para acercar posiciones. Es un interrogante la postura final de los radicales no frentistas, un espacio que tras las elecciones entró en una transición donde pueden pesar mucho los gestos hacia y desde el Ejecutivo.
Uno de los cuestionamientos al Ejecutivo es no haber querido discutir el transporte antes de las elecciones. “Es una locura tener esta discusión en diciembre, en medio del actual clima social”, refunfuñaban el viernes en el Concejo.
El aporte de la provincia
Es probable que el jueves próximo, si los concejales vuelven a debatir el boleto, ya se conozca el proyecto de ley que el gobernador Antonio Bonfatti enviará a la Legislatura creando un fondo a repartir entre Rosario y Santa Fe. Será equivalente en términos políticos y proporcional en términos económicos al Fondo de Obras Menores que se reparten los municipios de segunda y tercera categoría de la provincia.
No serán recursos específicos para transporte, como reclamaba la oposición. El Ciudadano pudo saber que ese fondo incluirá un porcentaje fijo y menor para ser usado en gasto corriente y el resto para obra pública, máquina o vehículos. “Si en ese marco alguien lo quiere usar para comprar unidades de transporte urbano podrá hacerlo”, contó un funcionario que trabaja el tema. Aclaró que “el fondo para Rosario y Santa Fe lo asume la provincia, los actuales beneficiarios no van a resignar nada”.
En definitiva, el financiamiento del transporte urbano sintetizó una discusión más amplia: se están redefiniendo los resortes de gobernabilidad para los próximos dos años.
Gobernabilidad y puja
Y en ese contexto entra la disputa por la presidencia del Concejo Municipal que hoy debe definirse junto con la asunción de los nuevos concejales.
Esta vez la grieta se abrió dentro del Frente Progresista, con dos candidatos a ese puesto: Miguel Cappiello, hombre de Hermes Binner y Antonio Bonfatti y elegido de la intendenta; y Miguel Zamarini, hoy por hoy con menos apoyo en el interbloque oficialista (sólo Oscar Greppi del ARI y Aldo Poy del PDP) pero apuntalado por sectores de la oposición con los que tejió buenos vínculos en estos ocho años frente al Palacio Vasallo.
Zamarini estuvo alineado con el senador Rubén Giustiniani cuando perdió la interna de 2011. De ese sector es el único sobreviviente que revalidó en un cargo relevante. Todos le reconocen oficio y una buena gestión política en el Concejo, pero los socialistas ganadores nunca lo consideraron. La llegada al Concejo del ministro de Salud de Hermes Binner es una amenaza para su permanencia en el cargo.
Entronar a Cappiello implica un alineamiento incondicional con el Ejecutivo y el esquema político que vertebran Binner, Bonfatti y Fein. Zamarini nunca dejó de ser oficialista, pero en ocasiones tomó posicionamientos públicos y se diferenció en pos de trasladar el debate a la pública. Provocó enojos entre los propios y el regocijo de extraños.
Un interrogante que quedará abierto es si el intento de los popes socialistas de sacar a Zamarini y poner a Cappiello responde a los desafíos que presenta la gobernabilidad política para el gobierno de Mónica Fein o si es una movida de quienes están pensando en una jugada más grande a largo plazo. El tiempo dirá.
A todo esto la oposición mira. Salvo el PRO, que está dispuesto a burlar las buenas prácticas legislativas para arrebatar la presidencia del Concejo a pesar de no ser primera minoría y haber salido tercero en las elecciones, el resto acuerda en que el sillón corresponde al Frente Progresista por ser primera minoría.
En esta parte del arco opositor se prefiere a Zamarini. Le reconocen gestión política, pero sobre todo saben que si se sienta Cappiello en la presidencia se está fortaleciendo a los verdugos electorales de los últimos 24 años.