“La Casa Gris percibe otro clima con los funcionarios nacionales… Días atrás pasó por el despacho del gobernador un foro de intendentes (Venado Tuerto, Puerto San Martín, Roldán, entre otros) consecuencia de un renovado clima de diálogo entre provincia y el secretario de Transporte Alejandro Ramos, del cual dio testimonio la presencia en la reunión de la diputada provincial Érika Gonnet… En las últimas semanas hubo contacto fluido con el secretario de Seguridad Sergio Berni y se valoró positivamente el paso del ministro de Trabajo por Rosario como el encuentro con el jefe de Gabinete Jorge Capitanich”.
Panorama Político, 8 de diciembre de 2013, El Ciudadano
Cuando se escribieron esos párrafos, hacía un mes y una semana que habían pasado las elecciones de medio término, cuya principal novedad fue el triunfo e instalación como precandidato presidencial de Sergio Massa.
El gobierno, que se dio cuenta de inmediato lo que estaba pasando, dio un giro de 180 grados. Tumbó todas las fichas que había sobre el tablero de ajedrez y se dispuso a armar una nueva partida para evitar que Massa conquistase espacios que hasta entonces habían sido de indiscutida hegemonía kirchnerista y que traspase las fronteras de Buenos Aires.
En ese nuevo esquema que trasladó la tensión política al interior del PJ, el gobierno de Santa Fe salió del radar de combate de la Casa Rosada, dejó de ser “el enemigo”. Ahí radica la respuesta a la pregunta que tantos se hacen cuando ven al gobernador reunirse dos semanas seguidas con el ministro De Vido: “¿qué pasó para que cambiaran tanto las relaciones entre socialistas y kirchneristas?”.
Si bien la presidenta todavía no concedió a Bonfatti la audiencia que le solicitó el primer día, las relaciones Nación-provincia se volvieron un continuo vals de reuniones, llamados telefónicos y fotos. ¿Fotos? El tren a Retiro no es zaraza, las obras ya arrancaron, los coches llegaron al país. Hay una promesa de levantar 5 mil viviendas, que fue el área que más sufrió las hostilidades políticas. Y sin embargo ahora hay indicios positivos.
Actores en escena
La llegada de Jorge Capitanich a la Jefatura de Gabinete fue mucho más que una señal hacia el peronismo tradicional. Para el gobierno de Santa Fe significó oxígeno puro.
También cobró relevancia la figura del secretario de Transporte, Alejandro Ramos.
El baigorriense aceita contactos y mueve proyectos en la Nación, al mismo tiempo que sienta el foro de intendentes justicialistas con el gobierno provincial. El ministro Rubén Galassi y otros funcionarios escuchan las demandas de esos jefes comunales mientras monitorean la recepción de proyectos de mutuo interés.
Rascando los fondos
En los próximas dos o tres semanas las cámaras legislativas tratarán algunos de esos proyectos en los que confluyen intereses comunes de provincia e intendentes: el Fondo de Obras Menores y la autorización para tomar un primer tramo de endeudamiento para obras de infraestructura.
Ahora la Casa Gris sumó la creación de la tasa vial, que implica recargar 32 centavos el litro de combustibles líquidos o el GNC para financiar la reparación de la red de rutas provinciales.
El proyecto es pura polémica, porque se supone que mantener los caminos es una obligación básica del Estado que se financia con la recaudación regular; además, en algunas rutas ya se cobra peaje con ese fin.
El proyecto viene con la zanahoria adelante para los intendentes: promete coparticipar con municipios 30% de los 900 millones a recaudar.
Si se mira con detenimiento, aquí surge otra arista polémica. La tasa vial llegará a los municipios para arreglar calles y caminos rurales. Con ese mismo fin se aprobó hace una década el Fondo de Obras Menores. Al pasar los años, las urgencias económicas de los intendentes llevaron a autorizar que el 35% del dinero se pueda desviar a gastos corrientes y no a obra pública. ¿Qué garantiza que en poco tiempo no pase lo mismo con este nuevo recurso?
De todos modos, la idea de crear una tasa vial retrocedió varios casilleros el viernes, cuando el PJ hizo público su rechazo.
Si esa posición partidaria se trasladase a la Legislatura, el gobierno tendrá que ingeniárselas para complacer al peronismo si quiere que le apruebe la reforma al Fondo de Obras Menores.
Esa reforma básicamente significa incorporar a Rosario y Santa Fe al fondo, que pasarían a recibir varias decenas de millones de las arcas provinciales.
El peronismo no parece dispuesto a facilitarle cosas a las dos grandes intendencias del Frente Progresista, si a cambio no obtiene nuevos recursos para las comunas.
El tema se viene discutiendo hace tiempo entre los sub-bloques peronistas. Un sector propone retrucar con una ley que obligue a la provincia a elevar la coparticipación de recursos del 13 al 18% (imposible que sobreviva al veto del gobernador). Otros, más realistas como el presidente de la Cámara baja Luis Rubeo, proponen votar el Fondo de Obras Menores que pide el Ejecutivo consiguiendo como contrapartida una mayor coparticipación del Fondo Sojero, proyecto que tiene media sanción de Diputados y que favorecería a comunas y municipios de segunda y tercera categorías.
Más Frente
Provincia y Nación tienen comprometido para este año y el próximo en Rosario un volumen de obra pública como hace muchos años no se ve. Además del tren a Retiro, cloacas, 2.600 viviendas, terminación de Circunvalación, reformulación de los accesos Ovidio Lagos, San Martín, Rivarola, 27 de Febrero, avenida Rouillón, la recién terminada Batlle y Ordóñez, planes sociales y urbanizaciones.
Semejante paquete oxigena la ciudad y le da otro semblante a la gestión municipal. Amén de las gestiones en provincia y Nación para conseguir obras que el tesoro local no puede enfrentar, la intendenta Fein dedicó esfuerzo a ordenar el tablero político que tantos dolores de cabeza le provocó el año pasado en el Concejo, en especial el último diciembre.
Introdujo cambios en las segundas líneas del gabinete e incorporó nuevos funcionarios radicales, de la Coalición Cívica y el PDP, lo que debería reportar una consolidación del Frente Progresista como coalición gobernante y como primera minoría en el Concejo Municipal. Con ocho bancas se queda lejos de la mitad de los votos, pero al menos difumina las fisuras que se vieron no hace mucho tiempo y que permitieron a la oposición hacerse una panzada.
A la vez, la llegada de dos radicales del sector MAR a las subsecretarías de Producción y Gobierno pareciera quitarle relevancia al singular interbloque que habían conformado el presidente del Concejo Miguel Zamarini, el demócrata Pedro Poy, el radical Martín Rosúa y Carlos Cossia como la pata peronista de reciente incorporación.
El reagrupamiento del Frente Progresista tendrá su bautismo en el debate por el financiamiento del sistema de transporte, a definirse la primera semana de abril, días antes del pago de sueldos a los choferes de la UTA.