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«Sex Education»: el adiós al fenómeno juvenil de Netflix que derriba tabúes y habla a calzón quitado

Ganadora en los Emmy estadounidenses, así como de premios de la TV británica, la serie trae a su punto definitivo una trama coral que tiene el liderazgo de Otis, un adolescente tímido y socialmente torpe que convive con su madre, una terapeuta sexual interpretada por la gran Gillian Anderson
Nicolás Biederman, Télam

Sex Education, la serie de comedia dramática juvenil que sigue a un grupo de estudiantes de un colegio secundario británico, sus familiares y docentes mientras enfrentan conflictos personales en relación a su sexualidad, y que rompió moldes por tratar la temática de manera frontal y descontracturada, llegó a Netflix con su temporada final.

“Cuando entré en la sala de guionistas para la cuarta temporada en realidad no pensaba que iba a ser la última”, confesó en charla con la agencia de noticias Télam la creadora y “showrunner” de la serie, la guionista y dramaturga británica Laurie Nunn. Pese a las sensaciones iniciales, el desarrollo del proceso de redacción hizo evidente que el arco narrativo de los personajes estaba llegando, según aseguró, «a su conclusión natural”.

Nominada y ganadora en los Emmy estadounidenses, así como en el circuito de premios de la TV británica, Sex Education trae a su punto definitivo una trama que aunque coral, tiene el liderazgo de Otis Milburn (Asa Butterfield), un adolescente tímido y socialmente torpe que convive con su madre, la afamada terapeuta sexual Jean (Gillian Anderson).

Con su fin, también terminará una propuesta particular que supo vestir con ropajes simpáticos, por momentos francamente amenos, cuestiones de fuerte carga dramática como el bullying, el abuso sexual, la disforia de género, la depresión y las adicciones, entre otras cuestiones del presente.

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Es que la serie se enmarca en una línea de títulos juveniles para la pantalla chica que abordan de lleno lo duro que puede ser el tránsito a la adultez, con la búsqueda y afirmación de la propia identidad, como 13 Reasons Why, la española Élite, Heartstopper o Euphoria. Sin embargo, con su tono liviano, una estética atemporal muy propia y sus referencias a varios clásicos “teen movies” del Hollywood de los años 80, se transformó en una de las favoritas para toda una generación que, acaso como nunca antes, reclamó como propia esa agenda.

La cuarta y última entrega, compuesta por ocho episodios de una hora, retoma meses después de los acontecimientos de la anterior. La escuela Moordale a la que asistían los protagonistas ha cerrado sus puertas y muchos de ellos tienen que empezar de cero, nada menos que para su curso final antes de elegir carrera universitaria, en el Colegio Cavendish.

La trama, que entre los cambios para la nueva tanda de capítulos perdió a varios miembros del reparto para hacerle lugar a otros nuevos, encontrará a los ex Moordale intentando acomodarse a un colegio que lleva el progresismo a nuevas fronteras con prácticas de yoga en el patio, un cogobierno estudiantil y un sistema en el que no hay bullying sino que los alumnos más populares lo son por su amabilidad con el prójimo.

“Sabía que quería colocar a esos estudiantes de Moordale en este nuevo campus realmente progresista, quería poner a los personajes en un nuevo entorno. Sentía que crearía muchos desafíos y muchos obstáculos y eso es lo que genera un buen drama. Como escritores necesitamos ese drama y ese conflicto para poder escribir”, apuntó Nunn.

Otis y Eric (Ncuti Gatwa), su mejor amigo, inician el año escolar cada uno con sus propias inquietudes. El primero extraña a Maeve (Emma Mackey), que justo cuando habían empezado a salir se va a estudiar a Estados Unidos con el objetivo de convertirse en escritora. Además, luego de haber encontrado su vocación como consejero sexual, descubre que en el nuevo colegio tiene competencia. Eric, por su parte, como siempre sufre con la idea de quedar entre los “perdedores”, mientras intenta conciliar su identidad sexual con el conservador ambiente religioso en el que fue criado.

Entre el resto de las múltiples subtramas de esta temporada está la de Jean, que al final de la tercera entrega volvió a ser madre soltera, ahora a una edad avanzada, y vive en crisis. También las de Jackson (Kedar Williams-Stirling), que lidia con la ruptura con Cal (Dua Saleh), joven de identidad no-binaria con depresión por las dificultades que entraña su transición; Aimee (Aimee Lou Wood), que intenta superar a través del arte el abuso que sufrió en un transporte público; o Adam (Connor Swindells), el antiguo violento de la escuela, que analiza si la educación tradicional es lo suyo.

Los nuevos desafíos 

Respecto de cuáles fueron los desafíos de abordar una temporada que traía renovación pero a la vez ofrece un cierre a todo, Laurie Nunn planteó: «Creo que en esa parte del proceso se trataba en gran medida de crear esta nueva escuela y de pasarla bien construyendo el mundo de Cavendish y nuevos personajes. Pero luego, a medida que avanzaba el guion y me adentraba en ese proceso, comencé a darme cuenta de que las historias de los personajes centrales más antiguos estaban llegando a una conclusión natural, y cuando llegué al final, simplemente no teníamos ningún gancho pendiente y parecía como si realmente se hubiera cerrado el círculo. Creo que en cierto modo que los personajes se adentraran en ese nuevo entorno de Cavendish les ha permitido alcanzar una catarsis para ellos mismos y que las líneas de la historia cierren el círculo, así que creo que las dos cosas se alinearon de forma bastante natural».

En la tercera temporada, la anterior, Otis y Maeve finalmente pudieron estar juntos, pero Maeve luego se gana esta gran oportunidad de estudiar en el extranjero. En ese sentido, Nunn habló acerca de cómo afecta esta relación a distancia a los personajes: «Al comienzo de la cuarta temporada, Otis está muy decidido a continuar con su consejería de terapia sexual y se siente realmente seguro de haber encontrado su identidad y su objetivo en la vida, pero luego, cuando llega al campus, se da cuenta de que hay otra terapeuta sexual haciendo lo que él hace, y tal vez haciéndolo mejor, y eso realmente lo saca de control. Al mismo tiempo extraña mucho a Maeve, que está estudiando en Estados Unidos, y ella simplemente vuela alto y le va muy bien en este gran elegante campus americano. Y los dos tienen sentimientos muy fuertes el uno por el otro, pero simplemente no es el momento adecuado, están en lugares diferentes y están tratando de navegar una relación a larga distancia en la que se anhelan el uno al otro, como es normal cuando tenés 17 años, pero tienen muchos obstáculos por delante».

Y respecto de Jean, que nunca se la había visto así, totalmente abrumada y sin la manija de su vida, destalló: «Sí, al final de la temporada tres, Jean tuvo un bebé y lo tuvo de una manera bastante traumática. Y también su relación con Jakob se rompió, por lo que se encuentra en un lugar emocionalmente muy vulnerable. Fue realmente interesante escribir un personaje como Jean, que por lo general lo tiene todo bajo control y tiene todas las respuestas y es realmente sabia y omnisciente, y de repente se desmorona y se encuentra en este verdadero caos emocional. Creo que Sex Education se trata realmente de que las personas encuentren su comunidad y puedan pedir ayuda y ese es en gran medida el viaje que vimos emprender a Jean en la última temporada».

Con la historia de Cal, pero también con personajes nuevos como Abbi y Roman (una chica y un chico trans encarnados por Anthony Lexa y Felix Mufti), esta temporada coloca a las personas trans en un lugar mucho más central. «Habíamos presentado a Cal en la temporada tres y realmente me encantó escribir su personaje –dijo Nunn–. Aprendí mucho de su historia adentrándose en la identidad no-binaria, así que sabía que quería profundizar su trama y llevarla más adelante. Pero como personaje no quería que se sintiera que Cal tenía que cargar con toda la experiencia trans o la representación de todo ese colectivo; también quería tener otras perspectivas trans en el programa y presentamos a Abbi y Roman. Trabajamos muy de cerca con nuestros escritores, pero también con varios consultores, y también con los propios actores y los coordinadores de intimidad. Fue una experiencia muy colaborativa, simplemente tratando de asegurarnos de poner en el centro las voces trans y tratando de contar la versión más auténtica posible de su historia».

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