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Sex shops: objetos irresistibles que salieron del closet en pandemia y cuyo vigor hoy sigue en alza

René Martínez, dueño de Rosario Sexshop, afirmó que los cambios en los diseños de los productos y una mayor apertura hacia la diversidad sexual provocaron en las últimas épocas una suba en este mercado. “Antes era más egoísta el tema, ahora se busca que el placer sea para dos, tres o más", explicó

Un clásico del placer, los sex shops se convirtieron en furor durante la pandemia, ante la cuarentena dura que impedía los contactos cara a cara. Pero siempre han sido un complemento para los juegos eróticos en pareja o en grupo. Desde hace unos años el bienestar sexual viene en alza por los cambios en los diseños de los productos, y por una mayor apertura hacia la diversidad sexual, explica René Martínez, dueño un local de estas características. “Antes era un poco más egoísta el tema, ahora se busca que el placer sea para dos. Y cuando digo dos, también pueden ser tres, cuatro, o lo que sea”, graficó.

El local, Rosario Sexshop (Rioja 1151, Galería Independencia, local 33), ofrece vibradores con velocidades, succionadores, balitas vibradoras, anillos vibradores, geles lubricantes, pastillas estimulantes, lencería erótica y más, mucho más: todo para descubrirse, explorarse y conectarse con nuevas aventuras.

—¿Qué es lo que más se vende?

En referencia al tema parejas, cambió el paradigma y la forma de comprar. Antes era un poco más egoísta, ahora se busca el placer de los dos. Cuando hablamos de dos, también pueden ser tres o cuatro. La idea es que lo que estén viviendo en ese momento lo disfruten.

Lo que más se vende son vibradores, estimuladores, balitas, succionadores, lencería para parejas, pastillas estimulantes, que no tienen el químico del viagra y son más naturales. El paquete de cuatro pastillas cuesta 9.000 pesos.

Un buen consejo para que te dure un vibrador es que, cuando se termine de usar, hay que sacarle las pilas, higienizarlo con jabón neutro, y luego ponerlo en un lugar seco o arriba de una toalla.

—¿Qué es lo más buscado y cuánto sale?

Los precios de los productos varían según la calidad, la marca, y los que son importados. Un dildo normal arranca en 12.000 pesos, y los más caros, que van por tamaño y marca, salen alrededor de 40.000 pesos.

Los lubricantes cuestan unos 2,000, 3.000 pesos, hasta los más caros que son los que tienen anestésicos, creados para un público más restringido, y salen unos 9.000 pesos; los potes más grandes salen 20.000 pesos. La idea del negocio es mantener los precios, adaptándose al mercado.

—¿Qué es lo que más piden en lencería erótica?

Para las mujeres siempre se venden conjuntos transparentes, de redes, delicados. Para los hombres, bóxer de tul, de leopardo, otros tienen formas de animales, o buscan algo diferente.

Los precios de lencería para mujer empiezan desde los 8.000 pesos hasta los 30.000. Los bóxer desde los 6.000 hasta los 18.000 pesos.

Afortunadamente, el pudor se fue perdiendo, los clientes tienen menos vergüenza; y la juventud hizo un cambio radical porque vienen a elegir sin ningún problema. En mi generación eso no pasaba, y hasta costaba comprar preservativos.

Además, tratamos de darle al público un clima amistoso, que se sientan cómodos. También están los que vienen una vez y después prefieren pedir online. Al local vienen parejas jóvenes, y otras que están casadas desde hace muchos años y quieren probar algo nuevo. También vienen clientes de más de 80 años. Es variada la clientela.

—¿El tamaño importa?

El tamaño no importa. Generalmente, el hombre piensa que a la mujer le va a gustar algo grande. Si viene una mujer a comprar, no lleva lo más grande. También suelen comprar un succionador que es algo chico y trabaja en la zona del clítoris.

—¿Cómo los afectó la crisis económica?

Nos afectó a todos. Te das cuenta con el tema de las promociones, si están las 12 cuotas con tarjeta de crédito, se vende el doble, y también si tenemos un 10% de descuento de contado. Antes lo que se compraba en cuotas era algo caro, hoy compran un gel de 5.000 pesos en cuotas. La crisis nos golpeó a todos.

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