Por Miguel Passarini
Hay una lógica instalada en el teatro a nivel planetario que indica que en la vastedad de la obra de William Shakespeare están encerrados todos los conflictos posibles que vinculan a los seres humanos con su tiempo y espacio, algunos evidentes, otros más velados por los personajes protagónicos. Es así como la obra de Skakespeare, su poética cruda y avasallante, aparece descarnada y desafiante en textos, personajes y situaciones que son el caldo de cultivo de nuevas resonancias en el teatro que se produce en el presente, independientemente de los siglos que separan la muerte del autor de la actualidad. Así también lo confirma Jan Kott a través de Shakespeare, nuestro contemporáneo, donde el ensayista y crítico polaco elabora un recorrido acerca de la eterna fertilidad de la obra del autor de Hamlet, Otelo, Macbeth y El Rey Lear, entre muchas otras.
Cuatro cuartetos, evento anual que organiza Artes Escénicas de la Secretaría de Cultura municipal, en versión 2012 (la quinta desde su aparición), ofreció el fin de semana en el teatro La Comedia, a través de Sólo Shakespeare, la confirmación de que la singularidad de su obra es, precisamente, su carácter inasible, al punto que, quizás, sea más simple pensar en un conflicto y luego ver cómo resuena dentro de la vastedad de la obra shakespeareana, que hacerlo del modo contrario o “convencional”.
De esta manera, un equipo de 16 artistas, entre dramaturgos, directores, actores y músicos, llevó adelante este proceso que, como sucede en estos casos, tuvo resultados disímiles.
Si de repensar a Shakespeare se trata, dos de esos segmentos alcanzaron su objetivo. En el primero, “Lucía y yo”, un efervescente texto de Romina Tamburello, fue el sustento para el lucimiento de la actriz Analía Saccomano, con música de la percusionista Vicky Virgolini y la atinada dirección de Nicolás Jaworski. La ironía y la esquizofrenia en medio del psicoanálisis, y apelando al costado más “femenino” que acredita Hamlet, dispararon una sesión de terapia ríspida, plagada de humoradas y destinada a convertirse en obra autónoma.
Tras los pasos de “Rey final”, con Adriana Frodella, sobre textos de Francisco Pavanetto, y música de la violinista Sofía Lasa, bajo la dirección de Severo Callaci; y “Detrás del mismo humo”, pieza escrita por Marcelo Britos, protagonizada por Raúl Santángelo, con música de Mariano Braun y dirección de Gustavo Postiglione, llegó el turno de “Esto no es una obra”.
Apelando a un recurso conocido pero no por eso poco efectivo, el actor Ariel Hamoui, a partir de textos de Alejandra Gómez, bajo la dirección de Ana Tallei, intentó encontrar al autor (a Shakespeare) en el presente.
En un juego de cajas chinas, y partiendo de la idea de ruptura del concepto fundante del monólogo, apelando a la fuerte presencia escénica del actor y músico Atilio Basaldella (Atilio y Los Alimonados), el equipo jugó con preguntas acerca de cuál es el autor real y cuál el imaginario, de dónde viene la inspiración y cómo se atraviesa el proceso de creación de un personaje, donde, nuevamente, el humor y la ironía hicieron su mejor trabajo.