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Aventura de un dúo probado. Robert Downey Jr. y Jude Law encarnan por segunda vez al detective Sherlock Holmes y a su amigo y socio el Dr. John Watson, en Sherlock Holmes: juego de sombras, a las órdenes del británico Guy Ritchie, film que se conoce hoy en los cines locales. El resultado, un producto de costo superior a los 100 millones de dólares, sigue el esquema de su antecesora, estrenada en 2009, también basada en el clásico relato de Arthur Conan Doyle, Las aventuras de Sherlock Holmes.
Esta vez, el detective se enfrenta a un villano de temer, igual de rebuscado e inteligente que él, dispuesto a mil elucubraciones para lograr su meta de poder infinito, en tiempos (finales del siglo XIX) en los que el mundo, en especial Europa, se debatía frente a una nueva encrucijada política y social.
Así, el profesor Moriarty es la suma de todos los males, y conducirá a los protagonistas desde Inglaterra a Francia, de allí a Alemania y finalmente a Suiza, un deambular de aquí para allá, en el que la cámara de Ritchie se mueve cómodamente, incluso en esos lugares donde en la realidad es casi imposible hacerlo con tanta soltura.
Es que Guy Ritchie, hábil cineasta que con frecuencia echa mano a recursos efectistas de laboratorio, sabe cómo alternar largos y endiablados diálogos con acción trepidante, donde los efectos permiten a los personajes vivir situaciones de extrema fantasía.
El director, también autor de Juegos, trampas y dos armas humeantes, tiene un buen sentido del ritmo y como remate de cada tramo de historia propone un golpe de acción, con el que consigue resucitar los bajones de diálogos alambicados, así hasta llegar a un final que promete futuras nuevas entregas.
El dúo Downey-Law funciona a la perfección, esta vez acompañado por Noomi Rapace y Rachel McAdams, con la presencia del talentoso Stephen Fry como Mycroft Holmes, hermano mayor del detective y, por lo visto, mucho más deductivo y excéntrico que él.
Salas: Showcase, Sunstar, Village, Monumental.