En el ágora, los griegos mutaban los problemas aparentemente privados en públicos. Al ser o convertirse de interés público, se legitimaba y democratizaba para la ciudadanía, la apropiación de los medios de supervivencia. Ahora bien esta mutación en cuestión pública, terminaba produciendo derechos individuales que reclamaban por su prelación en la agenda del Estado. No hay derecho sino se tiene un lugar en la hoja de ruta estatal.
No hay derecho al bien vivir sino tiene un lugar preferencial en el tiempo de agenda pública.
La entidad plurinacional ONU tiene que dar cuenta con efectos conducentes sobre la carencia esencial de pobreza y agua que prima sobre el 40 por ciento aproximadamente de nuestros semejantes. Ya dijimos que a nuestro planeta Tierra lo tendríamos que haber llamado Agua, habida cuenta de que sólo un poco más de una tercera parte es tierra, el resto es agua. Pero, ante la contundencia de los miles de millones de seres humanos pobres e indigentes y ante la escasez social del agua, nuestro planeta se tendría que llamar Injusticia. No se ha visto en la historia, tanto en el ecosistema como en la biocenosis, a tanta cantidad de miembros de una misma especie sometidos a carencias básicas. La ONU tiene que abrevar en el ágora mundial y convertir en derechos lo que en la actualidad funciona como limosna.
Los medios de vida, esto es el acceso al bien vivir, han sido una de las disputas cruciales de la humanidad. Proceso que mantiene plenamente su vigencia y que muestra su mayor salvajismo de desigualdad bajo la influencia neoliberal.
Lord William Henry Beveridge fue un aristócrata economista liberal británico preocupado por dos cuestiones: el desempleo y la asistencia social. Este hombre nacido en cuna nobiliaria no era socialista, sino liberal. Pero entendía que no había libertad política sin libertad social. Y que ésta no existía si era coartada por la pobreza.
Asimismo, constituyó un importante antecedente teórico para el Estado de Bienestar británico. Importante es remarcar que es inmensa la cantidad de economistas, religiosos, juristas, sociólogos y de otras ciencias y ámbitos que se ocuparon del problema económico, social y espiritual de la pobreza.
Recurrimos a la historia de Beveridge por un tema por el que él también bregaba: la creación del seguro social de aplicación individual a los ciudadanos desposeídos. Para cubrirlos de la violencia y humillación de la pobreza.
Es necesario proteger a los 3.000 millones de pobres en el mundo de la enajenación e indignidad de la pobreza en general y la del agua en particular. Se calcula que sólo 200 millones de personas no acceden al agua segura por problemas de zonas áridas. El resto de los 1.300 millones son víctimas de la escasez social del agua, y esto por falta de políticas económicas sanitarias de los Estados. En este caso, las personas son víctimas de pobreza de agua.
Necesitamos que la ONU declare en 2018 ilegal la pobreza (DIP): así como otras declaraciones importantes y legislaciones rompieron con naturalizaciones como la esclavitud, ilegalizaron la desigualdad oprobiosa impuesta a la mujer, o rompieron con la monoelección de género para dar lugar a la diversidad sexual.
Cuenta en el haber de la humanidad haber obtenido las 8 horas contra jornadas laborales de 12 a 16 horas, y proteger al niño hasta los 16 años respecto al trabajo. En el inicio del siglo XIX, la edad para comenzar a trabajar iba de los 8 a 10 años. El derecho a las vacaciones y a licencias extraordinarias para los trabajadores fueron también logros arrancados a las injustas naturalizaciones y, antes, a las cronificaciones: como se repite tantas veces, pasa a ser “normal” y luego “natural”. Esta “normalidad” requirió de criterios pedagógicos y económico-sociales que la sostuvieran. Por un lado, la Pedagogía de la Pobreza y la violación al Derecho al Debido Proyecto. La primera, cuando nos enseñan y nos constituyen por conductas aprendidas de que es natural que haya pobres y que son ellos culpables de su situación, y la segunda cuando se “normaliza” que los pobres no tengan ni debieran tener proyectos. En cuanto al soporte principal económico-social de la pobreza en general y de la pobreza del agua en particular, es cuando se inculpa al pobre de su poca capacidad de adaptación y de disputa del ingreso social. En definitiva, según esta errática e injusta visión económica neoclásica (neoliberal), se es pobre por falta de habilidad y porque así se lo desea.
En el marco de repensar la pobreza es que el lunes 17 de noviembre, a las 16.30 en la Cámara de Diputados de la Nación, se va a realizar el 1º Diálogo Social de la Pobreza y del Agua. Concurrirán personalidades y representantes de organismos académicos, de DD.HH., sociales y sindicales del exterior y del país. Entre otros, podemos mencionar a Riccardo Petrella, Darío Maiorana, Eduardo Barcesat, José Pablo Feinmann, Osvaldo Bayer, Franco Bartolacci, Reinaldo Siettecase, Gustavo Postiglione y el que suscribe.
La idea directriz de este encuentro es volver a pensar la pobreza, deconstruirla y romper su naturalización. Tratar de plantear la Declaración Argentina sobre la Pobreza en el marco de la DIP, y fundamentalmente desafiarnos a cambiar la pedagogía económica social de la pobreza por la del bien vivir, de profundas raíces latinoamericanas. Fundamentalmente de Bolivia.
Para ello, una de las iniciativas es que se implemente en las escuelas esta pedagogía del bien vivir, que es de interpretación y transformación de la realidad. Dos grandes problemas, entre otros, del siglo XXI son la pobreza en general y la del agua en particular.
Ambas problemáticas son construcciones sociales y culturales, con consecuencias biológicas escandalosas sobre una de las especies que se supone inteligente, pero que a muchos años no ha podido erradicar la apropiación indebida de la vida que sufren miles de millones de personas a manos de la pobreza en general y del agua en particular.