Lo que no se ve, lo que no se nombra, no existe. Lara López da cuenta de ello. La delantera de Central, goleadora del Canalla en el Campeonato femenino YPF, comenzó a jugar al fútbol cuando vio en la televisión a la Selección Argentina en el Mundial de Francia 2019. Cuando leyó los diarios y se encontró con los comentarios de lo que estaba pasando en la Copa del Mundo sintió la necesidad de ponerse los botines.
La historia se repite. De chica, en Barrancas, provincia de Santa Fe, Lara jugaba a la pelota con sus amigos en las calles del barrio. Era la única nena.
Los picaditos improvisados en la “placita cerámica”, la joven Lara los alternaba con taekwondo y luego hockey. “Aprendí mucho”, recuerda sobre su primer acercamiento al deporte que enseña autocontrol y promueve una “mentalidad tranquila”.
“Si peleamos fuera del salón donde entrenamos, nos sancionaban. Se enseña el autocontrol, que hay que tratar de solucionar las cosas hablando y nunca incitar la violencia”, describe sobre el Taekwondo.
En Barrancas, localidad del departamento San Jerónimo, en el Centro Sur de la provincia de Santa Fe, que vio crecer a la delantera Canalla, taekwondo no empezaba y la opción deportiva era el hockey. La fueron a buscar y en 2016, en Carju (Club Atlético Juventud Unida), Lara aprendió de cero: “Era malísima, no sabía ni cómo agarrar el palo”.
“Empecé de volante y después delantera. Meter goles me encanta”, aclara Lara que hoy tiene 29 goles con la camiseta auriazul en el torneo semipriofesional de AFA y que convirtio 9 en el Campeonato femenino YPF.
En 2018 empezó a viajar a la ciudad de Santa Fe para jugar en el club Quillá. Viajaba tres veces por semana a la capital provincial para practicar hockey y despues jugar.
Una tarde, después de un entrenamiento, vio que había fútbol femenino. Su tío le insistió para que se sume a la práctica que comenzaba. Lo hizo y la probaron de lateral por derecha. Pero no se quedó. Siguió con el hockey un tiempo más.
Aunque su destino estaba un poco escrito. Cuando Lara tenía 16 años, su abuela la retiró del colegio y se fueron a la casa a ver el partido que la Selección Argentina jugaba contra Inglaterra en el Mundial de Francia 2019. En ese partido, Vanina Correa, hoy arquera de Central, le atajó un penal a Nikita Parris. Lara se acuerda de esa atajada y menciona el histórico empate 3-3 ante Escocia en el último partido de la fase de grupos.
“Si no hubiera visto ese partido, hoy seguiría jugando al hockey”, sentencia Lara.
“El Mundial fue un boom, hizo que haya más información del fútbol femenino en Argentina y eso me ayudó un montón. Que la selección argentina haya tenido un buen mundial fue clave para que hoy esté jugando a la pelota”, afirma.
Lara pasó de ver por la televisión y leer en los diarios a Vanina Correa atajar un penal, a compartir entrenamientos, viajes y partidos con ella.
“Tengo historias en instagram que subí en ese momento de Vanina, poniendo que era la mejor, que la amaba, que era una crack y ahora la tengo de compañera. Para mí fue hermoso”, dice. Y continúa: “Me hizo mejorar muchísimo además, como delantera era difícil hacerle un gol”.
“Apenas llegó Vanina tenía miedo de patear al arco y meterle un gol”, dice Lara sobre su compañera en el Canalla.
El 29 de junio de 2019, diez días después del último partido de la Selección Argentina en la Copa del Mundo que se jugó en Francia, Lara le pidió a su mamá un regalo de cumpleaños particular: ir a una prueba de un club de fútbol. Así, pasó de recorrer 85 kilómetros tres veces por semana para jugar al hockey, a recorrer 92 para jugar al fútbol.
Se probó en Newell’s y quedó. “En mi primer amistoso metí 4 goles», recuerda. Después de la pandemia desembarcó en el club de Arroyito.
Ahora, de vacaciones por el parate mundialista, Lara volvió a Barrancas para descansar. El fin de semana pasado estuvo en CARJU, su club, para ver a sus hermanos que juegan al fútbol. Les dijo a los dirigentes que su sueño, además de vestir la camiseta de la Selección Argentina mayor, es ir un día y ver fútbol femenino, a las chicas del pueblo jugando, «porque es algo que yo no pude hacer». Lara vio en la televisión a un grupo de chicas jugando a la pelota y se dio cuenta de que ella quería hacer lo mismo. Lara vio jugadoras, leyó sobre sus historias y pidió un regalo de cumpleaños especial. Es Lara, pero representa la historia de cientos de niñas que sueñan lo mismo y sólo necesitan que se los muestren, que les abran las puertas de los clubes y que las dejen jugar.