Un casamiento vía zoom, un hijo nacido en plena pandemia y una boda postergada son algunas de las historias de los que tenían todo listo, y todo pago, para dar el “sí, quiero” y tuvieron que dejar en espera sus planes a causa del coronavirus.
El “gran” día que nunca llegó
Dos parejas relataron cómo afrontaron la postergación de sus bodas al cumplirse seis meses desde que el Gobierno nacional decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio (Aspo). Una de ellas pudo concretar su deseo de dar el “Sí”, mientras que la otra aún espera para poder cumplir su sueño.
Estanislao y Mora, de 32 años, se conocieron de muy chicos, en el club del Banco Provincia, en el partido bonaerense de Vicente López, donde compartían junto a sus familias la pasión por el hockey.
Dicen que si bien no puede hablarse de amor a primera vista, ya que tras haber tenido un romance en la preadolescencia cada uno tomó su rumbo, hasta que años después volvieron a cruzarse y en 2013 se dieron cuenta de que eran “el uno para el otro”, afirmaron.
“Nunca hicimos nada según los mandatos, sino como nosotros quisimos”, dijo Estanislao, médico especializado en emergencias, padre de Roma –de 4 años– y de Berlín –de 3 meses–.
De inmediato, la pareja apostó a la convivencia y en el primer año de la relación “ya estábamos embarazados de Roma”, continuó el padre. “Siempre tuvimos la idea de casarnos, pero por distintos motivos lo pospusimos”, contó.
Finalmente, la pareja decidió que el gran día sería a fines de marzo, cuando pasarían por el Registro Civil de la calle Holmberg 2548, en el barrio porteño de Villa Urquiza, y luego realizarían un festejo con “un día de campo con amigos, familia y pileta”. Nada de eso ocurrió: días antes, el presidente de la Nación decretó el Aspo, así que Estanislao y Mora decidieron cancelar su casamiento.
Zoom con familiares y café en la esquina
Pero no todo fueron malas noticias, la llegada de Berlín, el segundo hijo de la pareja, les trajo felicidad en tiempos difíciles.
Según Estanislao, la demora se hizo más larga de lo esperado y fue entonces que decidieron casarse igual, “pensamos que podíamos hacer algo diferente, como somos nosotros, improvisados”, añadió el joven entre risas.
En pleno confinamiento, y debido a sus planes de emigrar a otro país, a las 15 horas del 21 de agosto la pareja selló su amor en el Registro Civil Central, sólo con la presencia de sus hijos y los hermanos de ambos, que oficiaron como testigos.
En la Ciudad de Buenos Aires, los casamientos están suspendidos y sólo se autorizan en “caso de fuerza mayor”, como el de tener que mudarse a otro país.
“Hicimos un zoom con familiares, conocidos y amigos que querían acompañarnos. Además, tres amigos nos esperaron en la vereda y tomamos algo en la cafetería de la esquina. Fue algo totalmente distinto de lo que no nos olvidaremos nunca. Festejaremos cuando esto termine y no haya que usar tapaboca”, concluyó el joven.
Un día hermoso pero tristes y bajoneados
Otros de los que sí pudieron casarse fueron la actriz Martina Gusmán y el director Pablo Trapero, quienes luego de 20 años en pareja dieron el sí el pasado 15 de agosto.
La historia de amor de Danila, de 23 años, y Lucas, de 26, está atravesada por la distancia y la imposibilidad de casarse desde hace seis meses, cuando tuvieron que cancelar su “boda soñada”, y con todo pago. Ella es porteña, él uruguayo y están de novios desde hace cuatro años.
Aunque están acostumbrados a tener una relación a distancia, esperaban que eso concluyera en marzo cuando, tras casarse, se instalarían en Buenos Aires para comenzar a formar su familia.
“Nos íbamos a casar el 27 de marzo por civil y el 28 por iglesia, teníamos todo armado desde hacía seis meses”, relató la joven.
Respecto a los días previos al decreto presidencial, Danila dijo que el 14 de marzo habían disfrutado de su despedida de solteros, explicó que Lucas viajó –al día siguiente– a Uruguay para ultimar algunos detalles y que una vez allá se enteran que se cerrarían las fronteras, indicó la joven.
A partir de ese momento, aseveran que todo fue incertidumbre y aunque Lucas logró retornar a la Argentina tres meses después, en julio debió volver a Uruguay porque se vencía su visa de turista.
La joven pareja rioplatense recorrió incansablemente registros civiles, oficinas de Migraciones y embajadas, pero “nadie sabía nada, así que nos dimos cuenta de que el casamiento no iba a poder ser”, explicó Danila.
La ansiada boda, a la que asistirían familiares desde Uruguay, Estados Unidos y Europa, quedó postergada sin nueva fecha de realización.
“El casamiento iba a ser un 28 de marzo, al aire libre, de día, y esperábamos un día hermoso y soleado”, dijo Danila, quien añadió con tristeza que “efectivamente, ese día hubo un sol hermoso pero lo pasamos en mi casa tristes y bajoneados, fue horrible”.
Sumando un poco de humor a su relato, Danila contó que el mismo día en que cerraron las fronteras, mientras su futuro marido viajaba a Uruguay sin imaginar lo que estaba por suceder, “la modista estaba en mi casa haciendo los últimos arreglos a mi vestido”.
Aunque ya tenían todo pago para su “gran noche”, y su luna de miel en Punta Cana, la pareja ahora solo espera que Lucas pueda ingresar a la Argentina y poder casarse “aunque sea por civil” y estar, finalmente, juntos.