La contaminación del arroyo Ludueña se produce a lo largo de todo su recorrido aguas arriba del entubamiento, y en forma permanente. Pero se disimula cuando hay correntada porque los plásticos, químicos y materia fecal vertidos en su cauce van a parar al río Paraná y se pierden de vista. En cambio, si el nivel de las aguas es bajo, hay camalotes que ofician de tapón y viento del este o sur, el tramo final hasta la desembocadura en barrio Arroyito se transforma en una serie de islotes que concentran los desechos y residuos cloacales. La navegación se vuelve imposible y la atmósfera, irrespirable y de riesgo. Esto ocurre cíclicamente, insisten los trabajadores de las guarderías náuticas a la altura del parque Alem. Lo que no hay es un proyecto de saneamiento ni medidas preventivas. Apenas, como ocurrió esta semana, una intervención de limpieza acotada porque, otra vez, las imágenes del archipiélago de basura se multiplican en las redes sociales. Y porque se acercan las elecciones.
La mugre volvió a hacerse visible tras la tormenta desatada en la madrugada del jueves último. El agua que cayó sobre la cuenca arrastró hacia el cauce más cantidad de objetos plásticos, cartones y hasta animales muertos. Basurales formales e informales, asentamientos humanos, superficies comerciales e industrias, cuando llueve, aportan esa carga indeseable que, a la vez, induce la concentración de efluentes cloacales volcados ilegalmente para completar el paisaje menos deseado.
“Toda la suciedad viene del entubamiento de calle Chaco hasta aquí. Esto pasa cada dos o tres meses, periódicamente, dependiendo de la corriente del arroyo”, recordó Luis Ghiselli, tesorero del club Malvinas Argentinas. La institución, sobre la margen derecha del Ludueña, frente al shopping El Portal, no solo es guardería náutica sino que allí se practican deportes como remo. Siempre y cuando el arroyo no esté tapialado por camalotes y basura.
«Lo que se te ocurra podés encontrar, desde un televisor o una heladera hasta un perro muerto y bolsas llenas de basura», enumeró sin cerrar la lista de los desechos Víctor Martín, integrante del club náutico y quien difundió el video del último episodio de un fenómeno reiterado. Agregó que el agua que escurre de los campos hacia el arroyo o que vierten las industrias a la vera del curso arrastra «glifosato, cianuro, plomo, mercurio».
“A veces, como ahora, la contaminación se hace más visible. Pero esto no termina nunca, porque no hay control aguas arriba del arroyo. Es toda materia fecal y botellas de plástico flotando en un cuarto de manzana”, aportó a la descripción Ghiselli.
Este viernes, apenas un día después de que la contaminación volviera aquedar expuesta, la Municipalidad envió a una cuadrilla a recoger los plásticos y el resto de los desechos. Pero es apenas un parche. Hasta la próxima lluvia intensa o el alcande del punto crítico de acumulación y taponamiento.
«Vinieron a limpiar el arroyo por el tema de las elecciones. Nos cansamos de mandar notas y nunca nos responden», se quejó un trabajador el mismo club, Oscar. «No daba abasto de la mugre que había, no se podía salir con las embarcaciones y el olor era insoportable», agregó. Por unos días, se podrá navegar y respirar.
La Provincia es la responsable del manejo de cuenca del arroyo, una superficie de 720 kilómetros cuadrados de aportes hídricos que incluye a 15 localidades: Rosario, San Lorenzo, Fray Luis Beltrán, Capitán Bermúdez, Ricardone, Luis Palacios, Roldán, Pujato, Coronel Arnold, Ibarlucea, Granadero Baigorria, Funes, Zavalla, Pérez y Soldini.
El Ministerio de Ambiente de Santa Fe adelantó que está confeccionando una suerte de «mapa de calor» de los posibles puntos de contaminación del Ludueña como insumo para una política de saneamiento y prevención de la contaminación. Está a cargo de la subdirección provincial de Gestión Integral de Residuos Sólidos Urbanos (Girsu). Esa georeferenciación, sin embargo, ya está en parte mapeada por numerosas denuncias de vecinos o colectivos ambientales e incluso causas judiciales. Una de estas últimas está centrada en el paseo comercial Fisherton Plaza, y tuvo fallo de primera instancia en marzo pasado. El caso se apoya en una investigación iniciada en 2020, cuando María Laura Martínez, a cargo de la fiscalía extrapenal de Rosario, promovió de oficio una demanda de amparo ambiental contra los administradores del shopping.