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Si yo fuera Maradona, viviría como él

Admiré profundamente sus enfrentamientos con los poderosos, su profundo asco por un sector de la dirigencia deportiva argentina (y mundial) siempre a tono con la derecha

En las estampitas y en la plegarias a un dios pagano, un dios de la gente, con iglesia propia, peronista y compañero. Uno de esos santos de fotitos en repisas, en medallitas, en los corazones de millones. Se murió Diego. Todos entendimos qué Diego, me quedé mudo. No hubo y ni habrá otro (qué tristeza). Escuché a un señor decir “se murió alguien de mi familia” y por un momento pensé “tiene razón”, se murió alguien que integró la familia grande de las y los argentinos, la gran familia disfuncional (como si alguna funcionara), se murió uno de sus hijos pródigos, ése que fue el reflejo más honesto de un país lleno de contradicciones, saltos al vacío, grandes triunfos y profundas tristezas.

No estoy en condiciones de escribir nada del ídolo deportivo, otros lo harán mejor que yo, pero está claro que lo conocí por el fútbol, un deporte al que, incluso, logró acercarme y apasionarme en algunos momentos de las últimas tres décadas y un poco más.

Pero sobre todo, admiré profundamente sus enfrentamientos con los poderosos, su profundo asco por un sector de la dirigencia deportiva argentina (y mundial) siempre a tono con la derecha. Aplaudí, incluso más que sus majestuosas gambetas, sus declaraciones sin remilgos de cara a los líderes de la Fifa o frente a ciertos guiños del mismísimo ex presidente Macri, de quien habló con conocimiento de causa y dijo quién era (por si quedaban dudas).

Maradona fagocitó su vida, se la llevó puesta como el gol a los ingleses que terminó haciendo con la mano, se la arrebató a sí mismo. Muchas veces dijo e hizo lo que pudo, no debe ser sencillo ser dios, y mucho menos un dios argentino, nacido en Villa Fiorito que soñaba con consagrarse en primera.

Por eso, “si yo fuera Maradona viviría como él”, tal como escribió Manu Chau en las primeras líneas de “La Tombola”. Es que la vida es una tómbola, de noche y de día. “La vida es una tómbola. Y arriba y arriba!…”. Y en todo caso, quien esté libre de pecado, que no quiera a Maradona.

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