Siempre se puede aprender, crecer, progresar y alcanzar las metas que uno se proponga. Así en la vida como en el deporte.
Rosario fue desde siempre una ciudad deportiva, pero en los últimos años mucho más. Por eso es común encontrar casos como el de Juan Pablo Sardella, quien con 38 años es uno de los referentes rosarinos en el ciclismo de montaña por su esfuerzo, dedicación y perseverancia.
Sardella arrancó en el ciclismo a los 30 años, cuando en cualquier otro deporte la “vida útil” se termina, él está pasando por su mejor momento.
“Siempre fui deportista, mi papá también corría, yo hice rugby hasta que me lastimé la espalda y tuve que dejar porque el trabajo también me complicaba ya que me tenía que levantar a las6”, recordó el Pato, como lo conocen sus amigos, junto a El Hincha.
“Agarré la bicicleta para hacer algo, ese tiempo que estuve parado me sentía preso. Siempre tuve un grado de competitividad muy grande”, agregó.
Sardella, como muchos, empezó “estudiando” el ciclismo y su meta era dar “un par de vueltas”. Pero en el circuito del Parque Alem se fue “enganchando” y se puso a trabajar junto a su padre para armar una bicicleta y poder competir.
“Enseguida conocí a Martín Di Rico, de Speedway quien me ayudó mucho. Hoy estoy trabajando para él”, agradeció Sardella. Pero a la vez reconoció: “Me metí tanto, me autopresioné tanto en la pista que terminé descuidando a mi familia”.
En ese momento, Pato se encontró con dos personas que marcaron su camino en el ciclismo, Sebastián Donadío y el preparado físico Martín Ferrari.
“Ferrari me cambió la vida. Ellos se brindaron conmigo desde el primer día. Estuve concentrado en Buenos Aires con ellos y me encaminaron como persona. Hubo un antes y un después de ese encuentro”, sentenció Sardella. Y agregó: “A partir de ahí prioricé mi vida. El ciclismo es fundamental, pero empecé a disfrutar de otras cosas, como los viajes y los amigos. Antes cuando perdía estaba una semana sin hablar con nadie”.
Sardella tuvo complicaciones en su antiguo trabajo y eso le jugó en contra en su crecimiento en la pista. Por eso tomó la decisión de dejarlo y desde que está con Di Ricco, los éxitos están más cerca. “Hacer lo que a uno le gusta es esencial. Si tenés la cabeza limpia rendís en la pista. Di Rico nos ayuda mucho. Nos banca las inscripciones y tenemos un montón de descuentos en bici”, agradeció.
Otro de los cambios fundamentales en la vida de Sardella fue pasar del ciclismo de ruta y pista al de montaña: “Empecé hace un año en ciclismo de montaña porque en pista y ruta no tenía los resultados que yo quería. La primera vez corrí en Carcaraña y salí detrás de Jorge Alí, quien ahora es mi entrenador”.
Con respecto a lo que le sucede a todos los deportistas amateur, el de tener que poner plata de su bolsillo y pagarse los viajes, Sardella fue claro: “Por suerte tengo el apoyo incondicional de la familia Ciuro, que son los responsables de “Viamat”, más el `aguante´de mis amigos que me permiten lograr salir a la pista en cada competencia. Todo lo que conseguí hasta acá se lo debo en un cincuenta por ciento a Alí y el otro cincuenta es de mi mujer Brenda”.
Sardella fue más allá y tuvo más elogios sobre su entrenador: “Su forma de de entrenar me cae de maravillas”.
Uno de los puntos altos de esta temporada del Pato fue en el trasmontañ, la prueba más exigente por excelencia a nivel nacional: “Esa carrera me marcó mucho. Allí se resume tu vida; por momentos tenés ganas de dejar todo, de llorar, por otros momentos querés reír, te divertís. Es una experiencia única”.
Hablando de carreras importantes, todo los cañones de Sardella apuntan al la revancha del Río Pinto, el próximo nueve del corriente: “Eso es lo lindo del ciclismo, que siempre hay revancha. Me estoy preparando de la mejor manera, tengo muchas ilusiones en esta oportunidad porque en la primera etapa estuve a cuatro minutos del podio, se que puedo llegar más lejos. Fui el mejor rosarino”, dijo Sardella.
Para finalizar, el Pato dejó en claro que todo lo conseguido lo hizo gracias a un gran esfuerzo diario: “Todos los días arranco a las 7.15, a las 12.30 me voy a entrenar, a las 15 como, a las 16 sigo laburando hasta las 20 y cuando llego a mi casa hago bici fija mientras hablo con mi señora y ceno”. Pero reconoció: “Todo eso se paga cuando cruzás la línea de llegada”.
Y como no podía ser de otra manera, dejó una frase para concluir que resume lo antes mencionado y su pasión por el ciclismo: “Me veo corriendo hasta que las piernas no me den más y me siga apoyando mi señora”.
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