Sigue la siete leprosa, crece la preocupación. Newell’s cayó sin atenuantes frente a Instituto en Córdoba, y la preocupación por el papelón de Copa Argentina ahora se trasladó a la Liga, donde la derrota 3-1 frente a la Gloria llena de duda e interrogantes a Gabriel Heinze y pone un signo grande de interrogación sobre el futuro.
Lejos de dejar atrás rápido el golpe recibido en San Nicolás, Newell’s pareció un equipo tocado, con una lentitud por momentos exasperante. Aquella ilusión de ver con Heinze un equipo dinámico y vertical quedó sólo en expectativa. La Lepra salió a jugar con una excesiva tendencia a tener la pelota, previsible en todo sentido, sin rebeldía para encarar en un mano a mano. El pase atrás fue siempre la primera opción, el área rival un verdadero jeroglífico.
Instituto entendió el partido rápido. Abloquelarse atrás y cerrarse por dentro era un problema imposible de resolver para Newell’s, que tuvo la pelota y la paseó de un lado a otro hasta dormirla.
Y la primera que perdió, en un intento de pivoteo lejano de Recalde, encontró mal parado a Velázquez y Mansilla, de pésimo retroceso. Rodríguez resolvió con simpleza y cruzó la pelota para que Hoyos no pudiera hacer nada.
El gol de Instituto no fue un despertador para Newell’s. Siguió con ese manejo en cámara lenta de la pelota, sin que nadie quisiera salirse de libreto. Sin ideas ofensivas.
Mosquera se mostró prolijo e interesante en ataque, pero se chocó con Menéndez, que siempre enganchó hacia adentro y perdió peligrosidad. Recalde se perdió entre los zagueros, Sordo se olvidó de encarar y equivocó los caminos, y Ferreira, casi desahuciado, se frustró cada vez que intentó armar una sociedad y la pelota volvió hacia atrás.
Moría el complemento y en un córner la Gloria volvió a castigar. Bovaglio estudió a Newell’s, que en pelota parada marca en zona, y el centro fue para un jugador que entraba a la carrera sin marca. Un cabezazo con potencia a tope que Hoyos tapó a medias, ya que dejó la pelota picando en la línea para que Martínez la empujara de cabeza con todo Newell’s mirando en primera fila.
El 0-2 parecía un resultado muy lejano para un Newell’s que no mostraba ningún argumento válido en ofensiva, pero al menos sugería un acto de rebeldía post vestuario desde el propio Heinze, con cambios de nombres o con algún grito que despertara a un equipo aletargado a partir de su propio juego.
Si el desconcierto era grande, un penal torpe de Mansilla le dio el cachetazo final a la Lepra con apenas 15 minutos del complemento. Lodico puso el 3-0 y a esa altura más que arrimarse en el marcador la noche pintaba para algo peor.
Pero la Lepra tiene en la pelota parada su única aliada en ofensiva. Y en un centro, Pittón anticipó con una peinada y anotó el descuento rápido, como para mantener la llama de la esperanza encendida.
Fue sólo una ilusión óptica que estuvo lejos de ser un reflejo de lo que sucedía en cancha. Ni siquiera algún acto de rebeldía de Brian Aguirre o alguna arremetida desprolija de Reasco pudo sacar a Newell’s del pozo donde se había metido mucho antes, cuando arrancó el partido al trotecito y bostezando.